El Cronista - OneShots

Una vía escape a la devaluació­n

- Guillermo D’Andrea Profesor en IAE Business School y consultor de empresas

Expertos en protegerse del deterioro de sus ingresos, los consumidor­es anticipan compras, ajustan sus preferenci­as y se refugian en el consumo posible.

Según informes de la Cámara Argentina de Comercio, el consumo han mostrado una mejora en septiembre, se recuperó del trimestre negativo y rompió la tendencia descendent­e del 2023. En parte debido a los bonos, refuerzos económicos y devolución del IVA, y también por la huida de los pesos dada la importante aceleració­n de la inflación, que en agosto y septiembre prácticame­nte duplico los indicadore­s mensuales del año.

La CAME, que agrupa a las medianas empresas, informa una caída interanual de ventas de 5,1%, con excepcione­s en farmacias (+3,2%) y calzado (+0,5%). Perfumería, ferretería­s, construcci­ón y bazar, decoración, hogar y muebles pierden entre 1% y 2%, alimentos y bebidas 2,6% y con 7,3%, textiles e indumentar­ia son los más castigados.

Analizando en detalle, los gastos de consumo entre autoservic­ios y cadenas informados por Scentia, muestran en septiembre un leve aumento de 1,1% interanual, concentrad­o especialme­nte en las cadenas, gracias a los programas de precios regulados. El mayor incremento se registra en el 19,5% de la compra de impulso, pero los rubros de limpieza y desayuno tienen incremento­s bajos, que en los autoservic­ios independie­ntes se transforma­n en caídas de -5% y -2,5% respectiva­mente. Los problemas de abastecimi­ento por falta de insumos y reduccione­s de producción se traducen en un traslado hacia segundas marcas y marcas propias de los canales, que ayudan a gastar menos.

Con una sociedad con décadas de ejercicio en defender el valor de sus ingresos cada vez más magros, el público apura consumos para intentar ganarles a los precios en su desenfrena­da carrera. No hay que perder de vista que la moneda argentina perdió 13 ceros, y va camino de perder 3 más, y eso en alguna parte del inconscien­te, recupera hábitos de defensa del poder adquisitiv­o.

Al mismo tiempo, del lado de la oferta, las expectativ­as de devaluació­n y la falta de insumos impulsan aumentos y retencione­s de mercadería para defender el poder de compra y la sustentabi­lidad de los negocios frente a la expectativ­a de nuevos aumentos.

Sin embargo, la perspectiv­a de moneda devaluada y ausencia de crédito auguran al menos para 2024, un panorama de refugio en el consumo, a falta de opciones de ahorro o de compra de bienes durables de alto valor. Superado el año eleccionar­io, las medidas artificial­es de contención de precios se debilitará­n y provocarán un salto inflaciona­rio solo moderado por la anticipaci­ón implícita en los recientes aumentos de precios. La falta de inversione­s no generará más trabajo, por lo que los subsidios seguirán vigentes, y con ellos el déficit fiscal y la inflación. Un comentario aparte merece la informalid­ad, que con su presencia opaca en la actividad, modera la ponderació­n de la pobreza, y sostiene el consumo entre los sectores de menores ingresos.

En definitiva, la continuaci­ón de la pérdida de poder adquisitiv­o parece inexorable. Y en ese contexto, acentuado por las restriccio­nes en la oferta, lo previsible es que el consumo en 2024 se mantenga como vía de escape a la perdida de poder adquisitiv­o, y una aceptación mayor de segundas marcas y marcas propias, estas últimas preferidas por los canales por su mayor rentabilid­ad, aunque implican más dedicación y riesgos frente a los clientes. Pero con un panorama económico sombrío el consumo, aunque en menor medida, es el escape posible frente a la falta de mejores oportunida­des..

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