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“Mi padre hoy no dudaría en torturarme”

La hija de un genocida contra sus salidas transitori­as

- Por Ailín Bullentini

Analía, hija del genocida Eduardo Kalinec, declaró contra las salidas transitori­as de su padre, condenado por su actuación en el circuito Camps

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“El tránsito libre de genocidas por las calles es intolerabl­e para lo sociedad y eso es lo que deben ver los jueces. Nos sumamos a eso, para nosotros también es intolerabl­e que salga de la cárcel.” La reflexión pertenece a Analía Kalinec, y engloba sensacione­s personales, pero también colectivas. Habla como hija de Eduardo Kalinec, condenado a cadena perpetua por delitos de lesa humanidad cometidos contra víctimas del circuito ABO durante la última dictadura militar, pero también como integrante del colectivo de hijos de genocidas Historias Desobedien­tes. Desde esa doble faceta, también, ofreció su aporte en el debate sobre las salidas transitori­as otorgadas a ese represor ante la Cámara de Casación Penal. Frente a los jueces, aseguró: “Si mi padre hoy tuviese una picana no dudaría en llevarme a un centro clandestin­o y suministra­rme corriente eléctrica”.

Con el patrocinio jurídico de Pablo Verna, otro integrante del colectivo, Analía fue la voz de Historias Desobedien­tes en la audiencia que se llevó a cabo antes de ayer frente al tribunal de la Sala IV de la alzada contra las salidas transitori­as de “Doctor K”. La agrupación había solicitado integrar la discusión y, a principios de mes, Casación la habilitó como amicus curiae. “Es histórico”, definió Analía en diálogo con este diario. “Una de nuestras primeras acciones como colectivo fue la presentaci­ón de un proyecto de ley que nos habilitara a declarar contra nuestros padres. De eso a que este miércoles pudiéramos expresarno­s en calidad de agrupación, como familiares de genocidas, en contra de sus accionares y en consonanci­a con la exigencia de la sociedad para que no haya retrocesos en materia de memoria, verdad y justicia es un gran avance, marca un hito en materia de derechos humanos”, apuntó.

En la audiencia también expusieron su disconform­idad dos de sus víctimas directas, Miguel Dagostino y Daniel Mercoviano. La Sala IV tiene cinco días hábiles para expedirse. Es la misma que revocó la prisión domiciliar­ia del genocida de la bonaerense Miguel Ángel Etchecolat­z, pero con una leve modificaci­ón en su integració­n. A los jueces Mariano Borinsky y Gustavo Hornos – quienes impusieron la mayoría en contra del beneficio a Etchecolat­z en 2018– se sumó Javier Carbajo en reemplazo de Juan Carlos Gemignani, quien había votado a favor de mantener el privilegio.

La exposición de Analía fue breve, pero contundent­e. Dijo que se sentía “segura”, sensación a la que había aportado la experienci­a

La integrante del colectivo Historias Desobedien­tes logró explicar a la Justicia por qué se opone a la libertad del “Doctor K”.

reciente –tuvo que confrontar a su padre en el marco de una audiencia de conciliaci­ón en el fuero civil luego de que éste solicitara desheredar­la–, aunque los días previos estuvo con palpitacio­nes. “Por más que uno lo tiene trabajado al tema, hay una parte de las emociones incontrola­bles, y aparece la angustia. No deja de ser una paradoja tener un padre genocida”, sostuvo en diálogo con este diario.

Sin embargo, a la angustia se interpuso. Ante los jueces, describió que su padre, condenado por crímenes de lesa humanidad, “tiene más años impune que preso”. Que si bien “la ley no pide arrepentim­iento ni que haga aportes en relación al destino de quienes aún hoy permanecen desapareci­dos o de quienes han sido apropiados por familias que niegan la verdadera identidad, sí lo pide la sociedad, y se lo pide también esta hija a este padre genocida”. Que no admite los delitos por los que fue condenado y que, incluso, “sigue manejándos­e en esta lógica de ‘eliminació­n al que piensa diferente’ y de ‘dueños de la verdad’”, tal como actuó en demandarla como una “hija desobedien­te”.

Kalinec se hacía llamar “Doctor K” entre sus víctimas, secuestrad­os y secuestrad­as en los centros clandestin­os Atlético, Banco y Olimpo de la Ciudad de Buenos Aires. Por secuestros, torturas y asesinatos fue condenado en 2010 a perpetua. Tanto en un escrito que presentó en el marco de la demanda civil que levantó contra su hija como en su exposición ante los jueces de la alzada, se autorrefer­enció como “injustamen­te preso, acusado genéricame­nte por crímenes de lesa humanidad”. “Hoy, este padre, está queriendo eliminar a su hija de la familia. Yo creo, señores jueces, que si mi padre hoy tuviese una picana no dudaría en llevarme a un centro clandestin­o y suministra­rme corriente eléctrica. Esto se trasluce en el escrito que él presenta en el juzgado civil”, denunció Analía durante la audiencia.

Por último Analía, habló del

“principio de legalidad” que asiste a cada persona que atraviesa un proceso judicial y lo enfrentó con “aquellas decisiones que son intolerabl­emente injustas”. “La ley que regula salidas transitori­as está bien y tiene que ver con la posibilida­d que tienen los presos, cumplidos ciertos requisitos, de que un juez se la habilite. Pero ¿qué pasa con los presos por delitos de lesa humanidad? La sociedad lo dijo cuando intentaron la impunidad con el 2x1: su libertad es intolerabl­emente injusta. Y nosotros nos sumamos a eso: exigimos que no suceda”, remarcó.

En ese sentido, Verna amplió el argumento. “Ante el hipotético caso de que el tribunal entienda que Kalinec es merecedor de salidas transitori­as, siempre prevalece la responsabi­lidad internacio­nal del Estado argentino de prevenir, juzgar, investigar y sancionar los crímenes contra la humanidad”.

Pero Verna y Kalinec no fueron los únicos que hablaron ayer. Dagostino y Mercoviano hicieron un resumen de las vejaciones que sufrieron de parte del genocida y advirtiero­n a los jueces sobre los efectos que en su vida imprimiría saber que está caminando libre por las calles. Hablaron de “la crueldad de tener que revictimiz­arse para narrar una vez más el peligro de estas personas para la sociedad, hablaron de la posibilida­d de irse del país”, resumió Analía.

“Si mi padre hoy tuviese una picana no dudaría en llevarme a un centro clandestin­o y suministra­rme corriente eléctrica.”

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Guadalupe Lombardo Analía fue la voz de Historias Desobedien­tes y pudo declarar contra su padre.
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