“Quise jugar un poco, experimentar en todo”
Mariana Päraway se presenta hoy en Niceto Club
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Antes de que Acorazado Potemkin se suba al escenario de Niceto Club (Niceto Vega 5510) para estrenar formalmente en vivo su nuevo disco, Piel, Mariana Päraway se encargará de amenizar la apertura de una noche que promete todo un calidoscopio de emociones. Aunque no será la primera vez que el power trío y la cantautora mendocina coincidan en la sala de Palermo. “En su trabajo anterior, Labios del río (2017), hice un featuring en la canción ‘Flaying Saucers’. Pero la invitación no quedó ahí, sino que también la canté en la presentación del disco en Niceto”, recuerda la artista. “Tenemos muy buena onda. Me encanta lo que hacen, al igual que la militancia de sus ideas”. Si bien esta vez actuará sin su agrupación, la multiinstrumentista aprovechará la ocasión para introducir en Buenos Aires su flamante repertorio, que tiene en “Sorpresa”, a dúo con Esmeralda Escalante (Ainda Dúo) y lanzado en noviembre de 2019, su más reciente tema. “No estoy preparando un disco, sino canciones con diferentes personas, que van más por el lado de la exploración”.
–Las pretensiones de tu nuevo repertorio contrastan con las de tu último álbum, (2017), que aspiraba a convertirte en el aporte argentino al auge de las cantautoras latinoamericanas. ¿Qué sucedió?
La
flecha
–Quise jugar un poco, liberarme de los números, experimentar en todo. Al mismo tiempo que hago canciones nuevas, tengo el deseo de producir a otros artistas, algo que nunca hice. Cuando salió La flecha, Francisca Valenzuela y Camila Moreno estaban en Chile, mientras que Natalia Lafourcade y Carla Morrison eran las referentes mexicanas. Pero no había ninguna argentina. Y ése fue el planteo de ese disco. Claramente no lo fui ni lo soy: sigo siendo Mariana Päraway. Aunque no me arrepiento de mis movimientos.
–Pese a que tu disco debut, (2012), apareció de manera independiente, su repercusión te
peces
La cantante mendocina abrirá la velada en la que Acorazado Potemkin presentará su nuevo disco. “Siempre me rebelé a las etiquetas”, señala.
Los
permitió flirtear con la industria. ¿Cuánto se puede contaminar una propuesta cuando entrás en el juego?
–No sé si era o no el camino que tenía que seguir. Fue lo que me salió. El concepto de Hilario (2014) estaba listo antes de saber que iba a estar con una disquera. Mis decisiones siguen lo que dictan mi corazón o mi necesidad artística. Por ahí el tercero, La flecha, estuvo más mediado por el sello en cuanto a ciertas elecciones estéticas y marketineras. Siempre seguí mis formas creativas. Los peces es fresco y rutero, Hilario es oscuro y profundo, y La flecha es luminoso y va al frente. Yo, que siempre me quedé en Mendoza, me cuesta verme en otros lados. Es una evolución que responde a búsquedas. Imaginate que mi primer trabajo lo saqué a los 31 años. Todo lo que hago va con una madurez de conocimiento sobre mí misma. Me pasa mucho está dicotomía de buscar y renegar. Pero no lo puedo evitar: soy pisciana.
–De una u otra forma, nunca dejaste de ser una artista pop. ¿Es algo consciente? se dio a conocer…
–Este último año atravesé por un proceso de crítica a la industria y autocrítica, de cambiar las cosas que no me gustan y de autoreinventarme. Para bien o para mal. Mi primer disco fue bien recibido, el segundo no fue por el mismo camino, y el tercero pasó por otro lado. No es que me quedo en un lugar, y creo que voy a seguir haciéndolo. Incluso cuando estoy debajo de los escenarios. La música va a ser parte mía siempre, pero yendo a través de nuevos caminos.
–Tras tu aparición, surgieron nuevas solistas como Anyi, Eve Calletti o Simona. ¿Qué opinás de lo que hacen?
–Están también Clau Terra, Guachas Negras y Las Martas, aunque más en una onda punk. Hay un montonazo de chicas haciendo cosas zarpadas. Con la productora de la que formo parte, Suena Tremenda, que es una plataforma para la visibilización del trabajo musical de las mujeres y del colectivo LGTBIQ, descubrí a un montón de bandas y solistas que la rompen.
–¿Cómo ha impactado la Ley de cupo femenino en tu trabajo?
–Toda la vida se normalizó la idea de que no tocamos bien, de que somos groupies, y de que si estamos en el escenario somos un decorado que hace coros. Esto es un proceso que va a llevar su tiempo, en el que habrá varios actores que tendrán que moverse para que funcione: las radios deben pasar más música de mujeres, los sellos tienen que apostar, y los festivales esperamos que sean más inclusivos. Así el público nos podrá conocer, y nosotras podremos formarnos más.
–A propósito del tiempo y la transformación, ¿qué repercusiones siguen teniendo en Mendoza las movilizaciones en defensa del agua y contra la megaminería?
–Me pareció zarpado que la gente se hubiera levantado. Estaría bueno que, a partir de eso, se modificaran un montón de cosas. Ojalá se pudieran tomar medidas educativas, sobre todo, para el cuidado del agua. No tiene sentido que la cuidemos acá, si en otros lados se desperdicia. En La Pampa no hay agua, y Mendoza, al hacer el (proyecto hidroeléctrico) Portezuelo del Viento, dejará sin agua a esa provincia y a parte de la provincia de Buenos Aires. Y no puede ser que se hagan ese tipo de cosas.