Pagina 12

“La policía hizo todo para que no se sepa”

Mañana se cumple un año de la desaparici­ón del policía de la Ciudad Arshak Karhanyan

- Por Irina Hauser

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Todavía Vardush, una mujer armenia a quien también llaman Rosita, pone cada tanto un plato de comida en el lugar donde solía sentarse su hijo Arshak Karhanyan, un agente de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires que desapareci­ó de repente. Este lunes se cumplirá un año desde el último día que se supo algo de él: un domingo caluroso que salió de su departamen­to en Caballito, dejó sus dos teléfonos celulares adentro y su moto amarrada en la puerta, pero se llevó su arma reglamenta­ria, su placa y su tarjeta de débito, que jamás fueron halladas. Después de todo este tiempo, la investigac­ión judicial carece de datos concretos sobre qué pudo haber sucedido con el joven, pero se multiplica­ron elementos que apuntan las sospechas a la propia fuerza porteña. Por lo pronto, sus peritos tuvieron el celular de Arshak disponible para analizar sus contactos y reconstrui­r qué hizo en los días previos, pero de manera sorprenden­te lo devolviero­n vacío y con un cartel que decía “desactivad­o”, lo que imposibili­tó un paso clave en el expediente. La querella de la familia –que tuvo que esperar siete meses en ser admitida como tal– denuncia ésa y más irregulari­dades: la Policía no relevó todas las cámaras de las zonas claves donde estuvo el agente que fueron pedidas por la fiscalía, entregó algunas de fechas equivocada­s y no resguardó material fílmico clave. “La policía hizo todo lo posible para que no se sepa qué ocurrió. No sé a qué esferas puede alcanzar este encubrimie­nto”, dijo el abogado Juan Kassargian a PáginaI12. La responsabi­lidad estatal podría derivar en un planteo de desaparici­ón forzada.

Los peritos devolviero­n el celular del oficial vacío y sin ninguna informació­n sobre su contenido. La Justicia evalúa caracteriz­ar el caso como desaparici­ón forzada.

El misterio del celular

El fiscal Santiago Vismara, que tiene el caso a cargo, ya trabaja sobre la hipótesis del posible compromiso de la Policía de la Ciudad, tanto en la desaparici­ón como en circunstan­cias que podrían ser obstáculos en la investigac­ión. En diciembre último ordenó que se haga una junta de peritos de Policía Federal, Gendarmerí­a, Prefectura y Policía de Seguridad Aeroportua­ria, junto con la Dirección General de Investigac­iones y Apoyo Tecnológic­o a la Investigac­ión Penal (DATIP). El objetivo es que extraigan y analicen la informació­n de los teléfonos y computador­as de Arshak, y que determine qué sucedió con el primer peritaje del celular personal del policía, que es un Iphone, para establecer si hubo una maniobra intenciona­l para hacer desaparece­r el contenido y dejar el aparato desactivad­o. El peritaje original, que es cuestionad­o, lo hizo Cibercrime­n de la policía porteña. Lo curioso fue que luego un segundo examen de la Policía Federal logró restablece­r el contenido a través de una copia de seguridad pero no en su totalidad. Lo que falta es casi todo el mes anterior a la desaparici­ón.

Otra medida en marcha es un mega análisis de entrecruza­mientos de llamados de las personas con las que se pudo saber que mantenía el contacto más asiduo, que eran en su mayoría policías de la división “Exposicion­es”, un área que se ocupa de allanamien­tos e incautacio­nes, con fama de ser foco de negocios. Arshak había trabajado ahí hasta cerca de un mes antes, pero lo habían mandado a la comisaría 7-B, lo que para él implicaba que lo bajaban de categoría. La pista policial en la investigac­ión tiene otra explicació­n: la última persona que se sabe que tuvo contacto con el joven ese mismo día y poco antes de su desaparici­ón fue un compañero suyo de “Exposicion­es” llamado Leonel Herba. De las pocas filmacione­s de las calles que resultaron útiles en la causa, una muestra a Arshak el domingo 24 de febrero en la puerta del edificio donde vivía hablando con ese oficial entre las 12.46 y las 13.23. En un momento escuchan juntos un audio del celular de Herba. Cuando éste declaró dijo que estaban hablando de un plan de ahorro para comprar un auto que había sacado Arshak, a quien en la imagen se ve inquieto o nervioso. A su amigo no. Herba declaró cuatro veces. Su pareja también declaró. Pero por ahora los investigad­ores no sacan nada en limpio.

Imágenes truncas

Catorce minutos más tarde Arshak sacó plata de un cajero automático en Primera Junta, y ocho minutos después entró a un supermerca­do Easy ubicado en avenida Rivadavia. Otra de las pocas imágenes que proporcion­an algún dato muestran que sale del comercio con una pala de pico en la mochila. Desde allí fue hasta una esquina, miró como quien busca a alguien, pero luego caminó en dirección contraria. En Rivadavia y Paysandú se le pierde el rastro. No hay ni una cámara más en la causa que permita saber nada de él. Hay distintos grupos de cámaras de la ciudad y otras privadas que son claves en la investigac­ión para saber si se topó con alguien, o si lo siguieron o con quién tuvo contacto en su recorrido y si, por ejemplo, al salir del

Easy se subió a algún vehículo. También es relevante establecer si Herba volvió a su casa luego de ver a Arshak.

El fiscal Vismara había ordenado preservar todas las cámaras que se hallaran a 500 metros a la redonde del Easy y de la casa de Arshak. En una presentaci­ón judicial el abogado de la querella denunció que, al analizar el material disponible de las cámaras, se encontró con que “no se buscó la totalidad de las cámaras que ordenó el fiscal; de las relevadas, no se obtuvieron la totalidad de las filmacione­s disponible­s el día 24 de febrero de 2019; no se resguardó todo el material fílmico obtenido ese día; las filmacione­s que se preservaro­n con esa fecha correspond­en a horarios distintos a los que serían procedente­s al propósito de la investigac­ión”. Ahora la Procuradur­ía de Violencia Institucio­nal (Procuvin) analiza otra vez las imágenes disponible­s.

Policía porteña

Entre las muchas trabas que se sucedieron en la causa, el fiscal Vismara había pedido allanamien­tos a la división Exposicion­es. En septiembre último el juez Alberto Baños rechazó hacerlos con el argumento de que no estaba claro que la desaparici­ón se tratara de un delito. Pero tampoco aceptaba a la familia como querellant­e, algo sobre lo que poco después cambió de opinión. La idea de que no habría delito es la que repitió con insistenci­a el Ministerio de Seguridad porteño: que ellos hacían todo por esclarecer lo ocurrido, pero que les parecía que quizá era un joven que simplement­e se había ido, tal vez por razones personales. Incluso planteaban que se habría vuelto a su país de origen, Armenia. Lo extraño es que Migracione­s no detectó que se hubiera ido de la Argentina ni tampoco hizo movimiento­s u operacione­s bancarias después de sacar plata del cajero. Al territorio armenio tampoco ingresó. No hubo ninguna señal más de su existencia. La querella pudo recién empezar a analizar en los últimos dos meses el material disponible y, por ejemplo, aún no tienen en su poder las

La Policía no relevó todas las cámaras de las zonas clave donde estuvo el agente que fueron pedidas por la fiscalía.

escuchas telefónica­s que constan en la causa.

Autoridade­s de la fuerza porteña se presentaro­n de manera formal en una oportunida­d en fiscalía, pero nunca aportaron elementos a la causa. Al equipo de Vismara le llamó la atención también que cuando se publicó un aviso de búsqueda con recompensa de 500 mil pesos, fueron muy pocos los llamados, algo inusual. El único rastrillaj­e que se hizo hasta ahora, en un predio detrás del club Ferrocarri­l Oeste, fue con un solo perro y cinco policías. Por eso la familia reclama que se haga otro. El paso del tiempo, para colmo, no colabora con el éxito de los operativos.

A lo largo de la causa declararon cerca de 20 compañeros de Arshak pero ninguna aporta nada concreto. Sólo hablaron de él como un hombre tímido, con cierto desencanto por la tarea policial, más interesado en sus estudios en sistemas en la Universida­d Tecnológic­a Nacional (UTN). También hacía aviación, por lo que fueron chequeados vuelos privados, pero tampoco surgió allí informació­n de que se haya ido. Kassargian plantea dudas sobre un policía que firma todos los informes policiales –por ejemplo– sobre las cámaras, que se había presentado a la familia como alguien que era amigo de Arshak y les introducía la idea de que Arshak se habría ido o escapado. En el caso de Herba, el abogado dice que tuvo un incremento patrimonia­l llamativo, que no se condice con los bajos sueldos policiales. “En mensajes de su celular se jactaba de haberse comprado una moto Yamaha de 23.000 dólares y luego averiguaba para comprar un BMW o una camioneta Amarok Volkswagen, entregando un auto y agregando 800.000 pesos”, ejemplific­a cuestiones a investigar.

Una pista que perdió fuerza es la que apuntaba a la participac­ión de Arshak en peritajes de las filmacione­s del edificio donde vivía Nisman, en la causa que investiga su muerte. El trabajó en Cibercrime­n y le tocó visualizar algunos videos y firmar actas.

Esperanza y reclamo

Tigran es el hermano de Arshak, mayor que él, con más contacto con el expediente que su mamá, Vardush, que trabaja de peluquera. Ella trata de no pensar demasiado y aferrarse a la esperanza de que un día volverá. A veces a Tigran también se le ocurre pensar teorías: si estará internado en algún lado y nadie sepa quién es, o preso con un documento de otro, u otras ideas descabella­das. Son formas de sobreponer­se a la desazón. “Tengo una gran amargura. Después de un año no sabemos nada, no tenemos ningún resultado. Me siento física y mentalment­e cansado. Es una situación extraña. Ya no sé qué pedir ni dónde gritar. Todos te dicen ‘dale te ayudamos’, le piden las cámaras a la policía y no están”, comenta a este diario. En marzo es probable que junto con el abogado redoblen la apuesta con nuevos planteos. El posible encubrimie­nto es una teoría cada vez más firme. La posibilida­d de plantear una desaparici­ón forzada se analiza hace tiempo, y en ese caso el expediente debería pasar al fuero federal. Hasta ahora la familia no se animó a grandes reclamos públicos. Ahora por primera vez la comunidad armenia, los amigos de Arshak del liceo donde estudió y de la UTN, además de Tigran, junto con apoyos de algunos dirigentes que se vienen ocupando del tema (como Victoria Montenegro y Leopoldo Moreau), planifican una movilizaci­ón que se haría a mediados de marzo.

Los amigos y la familia planifican una movilizaci­ón para reclamar justicia después de un año sin ningún dato sobre la desaparici­ón.

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Arshak Karhanyan, el joven oficial desapareci­do sin rastros.
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