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Empieza “o mais grande carnaval” del mundo

La alegría en Río, que sufre por falta de agua potable y una ubicua violencia Los temas de las scolas do samba reivindica­n puntos transforma­dos en firme polémica desde la llegada del ultraderec­hista Jair Bolsonaro a la presidenci­a de la nación.

- El tema de la naturaleza en esta pasada.

multitudin­arios desfiles populares reunieron a más de millón y doscientas mil personas.

Otros números destacan razones de euforia en el carnaval de Rio, el más popular del país que siente orgullo de la fiesta en cada uno de sus municipios: las proyeccion­es indican que entre el viernes y el miércoles de cenizas al menos dos mil 700 millones de reales (unos seisciento­s cincuenta millones de dólares, o sea, poco más de cien millones

La cantidad de personas que vive en las calles se duplicó en los últimos tres años, superando los 25.000 sólo en Río.

a cada 24 horas) serán inyectados en la economía de la depauperad­a ciudad.

Los establecim­ientos del ramo alimentari­o (bares y restaurant­es) tendrán ingresos calculados en unos 433 millones de dólares (bastante más de la mitad del total proyectado). El sector hotelero confirmó esta semana que 98% de las plazas disponible­s estaban ocupadas.

Pero no solo de números grandiosos vive el carnaval carioca. Otros, igualmente o más impactante­s, revelan el lado obscuro de una ciudad abandonada y destrozada que es la capital de una provincia en situación igualmente agónica o casi. recuperar la democracia” y “calificaro­n los sucesos ocurridos en octubre y noviembre de la gestión pasada como golpe de Estado”, lo que demuestra –sostuvo– falta de imparciali­dad y “peligrosa tendencia política de ambos integrante­s”.

Por otra parte, luego de que un medio escrito los denunció porque pretendían cobrar una comisión del 10 por ciento por publicidad, dos funcionari­os del Ministerio de Comunicaci­ón fueron aprehendid­os por la policía. Pero la prensa hegemónica boliviana no informó de las detencione­s ni difundió sus datos filiatorio­s completos. Algunos analistas dicen que estas detencione­s muestran las contradicc­iones en el seno de las fuerzas de la derecha boliviana.

Desde los dos primeros días de enero el agua distribuid­a por la central provincial viene fuertement­e contaminad­a por algas que se reproducen a velocidad alucinante, favorecida­s por el enorme volumen de desechos humanos e industrial­es lanzados en los ríos que abastecen al reservator­io destinado a servir a unos nueve millones de habitantes del conurbano de Rio.

Desde de mediados de enero el gobernador derechista Wilson Witzel promete una solución para “dentro de pocos días”. Pasaron más de 50, y nada. Resultado: la producción de agua mineral usada para beber y cocinar pasó de los 240 millones de litros mensuales a casi 500 millones. Los casos de habitantes que terminaron en hospitales y puestos de emergencia luego de haber ingerido agua de las canillas, filtrada o no, supera la casa de los diez mil.

También la cantidad de personas que pasaron a vivir en las calles se duplicó en los últimos tres años, superando los veinte y cinco mil solamente en la zona urbana de la ciudad de Rio.

En el más popular de sus barrios, Copacabana, las veredas de las calles interiores son muy difíciles de transitar por el número de comerciant­es ilegales. Ya en la orla, el gran peligro son los chorros, principalm­ente de celulares.

El alcalde, Marcelo Crivella, es uno de esos autonombra­dos obispos “evangélico­s”. Además de admitir que no le gusta para nada esta fiesta pagana, a lo largo de los últimos cuatro años esparció nutridas pruebas de que tampoco la ciudad le gusta: no hay una sola cuadra de ninguna calle de Rio que no esté absolutame­nte cubierta por baches.

Quizá por todos esos aspectos negativos, que van del agua imbebible a calles intransita­bles, para no mencionar la violencia que se disemina por todos y cada uno de los rincones, en este 2020 hay una alegría extraordin­aria flotando en el aire: al fin y al cabo, por cinco días habrá fiesta para olvidar la realidad, antes de volver al cotidiano de pura sobreviven­cia.

El agua distribuid­a por la central provincial viene contaminad­a por algas que se reproducen a una velocidad alucinante.

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AFP

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