Oferta consensuada
Hace más de un año sabemos que, sin importar quien ganara las presidenciales del 2019, la deuda externa debía ser renegociada. En febrero del 2018 los mercados voluntarios de deuda le cerraron las puertas a la Argentina, que ni siquiera con el crédito más grande de la historia del FMI, pudo recuperar la confianza y volver a financiarse en ellos.
El problema no pasa tanto por el monto sino por la concentración de vencimientos y la falta de un plan económico sustentable que asegure a quienes les prestan al país que podrán cobrar sus acreencias.
Para ello se designó como ministro de economía a Martín Guzmán una persona que viene del ámbito académico y que ha estudiado las distintas experiencias de reestructuración de deuda a nivel mundial.
En principio habíamos comenzado con un mensaje de una negociación “amigable”, a la uruguaya, donde se le iba a pedir a los bonistas estirar los años de pago y un período de gracia para que el país pueda ordenar su economía y generar el superávit fiscal que nos permita hacer frente a las obligaciones como también poder refinanciar parte de ellas en el mercado.
Todo parecía ir lento pero bien encaminado, se lograba renovar la deuda en pesos y pagar los vencimientos en dólares. Los bonos reflejaban ese clima favorable con subas en sus cotizaciones y los inversores parecían propensos a aceptar la renegociación. Pero aparecieron algunas nubes en el horizonte, se empezaba hablar de la posibilidad de una quita, algo que los bonistas ya no veían tan bien.
El punto de inflexión fue Kicillof y su bono BP21. A pocos días de tener que pagar 250 millones de dólares, el gobernador salió a decir que no podía afrontar ese vencimiento y propuso una postergación del mismo hasta mayo. Una operación que tenía casi nulas chances de éxito desde el inicio por varias razones, la cercanía con el vencimiento, la dispersión de los tenedores, que se regía por Ley Extranjera, pero sobre todo por lo poco serio de la propuesta. Al inversor solo se le pedía aplazar plazo pero nada se le decía si lo iba a cobrar o entraría en una futura reestructuración de la provincia. De esa manera el gobernador estiro los plazos a lo máximo permitido y un día antes de entrar en default tuvo que ceder y pagar, reconociendo el fracaso de esa operación.
Esto fue visto como un problema autogenerado, que cambió el humor inversor y los mercados respondieron en consecuencia. El traspié siguiente fue el AF20, dos canjes fracasados del gobierno nacional y una decisión de reperfilar (la nueva palabra para no decir defaultear) terminaron de cambiar completamente la expectativa de éxito para el canje.
Esta semana tuvimos un nuevo dato importante, el apoyo explícito del FMI a que la deuda es insostenible y que los bonistas deberían hacer una contribución importante en la negociación. Lo que en principio es tomado como una buena noticia puede llegar a ser contraproducente, el apoyo podría llevar al ministro Guzmán a realizar una oferta más agresiva y de esa forma alejarnos del acuerdo rápido. La fecha del 31 de marzo no se puso al azar, la necesidad de cerrar en marzo es para evitar los vencimientos que vienen inmediatamente después.
Tener éxito en la renegociación de la deuda no es una opción, es el único camino. Porque entrar en default significa perder toda probabilidad de financiación, Vaca Muerta es una mina de oro pero necesita dinero para sacar ese oro negro, afectaría la financiación de importaciones y entraríamos nuevamente en litigios que como ya hemos visto en el pasado reciente terminan siendo muy costosos. Y no crean que el rebote de la salida de la convertibilidad se dio por estar en default, los escenarios son distintos tanto locales como internacionales.
Argentina tiene que negociar con sus acreedores, negociar es exactamente lo opuesto a hacer una oferta del estilo “tómalo o déjalo”, la oferta tiene que estar consensuada previamente porque caso contrario los plazos no dan, tiene que tener en cuenta las necesidades del país pero también la de los bonistas. Un fondo es un administrador de dinero de terceros, si la negociación no le mejora el valor de sus tenencias no puede aceptar porque se enfrentaría a demandas de sus inversores. La situación siempre fue compleja y el margen de error pequeño. Esperemos que el equipo económico esté a la altura de las circunstancias.