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Johnson evoca tiempos de guerra

Para el premier británico, el coronaviru­s es el enemigo

- Por Marcelo Justo Desde Londres

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El Reino Unido de Gran Bretaña pie de guerra es el nuevo mensaje explícito o subliminal del gobierno británico que siguen a todo redoblante medios conservado­res como el Daily Mail o el Daily Express. El primer ministro Boris Johnson no deja de evocar el espíritu del Blitz (bombardeos nazis) de la Segunda Guerra Mundial y el peso de la historia: triunfamos en el pasado, volveremos a triunfar hoy. El ministro de Salud Matt Hancock hizo este martes un llamamient­o a los británicos para que ayuden al Servicio Nacional de Salud (NHS) con palabras sacadas de la Primera Guerra Mundial: “The NHS needs you” (“your country needs you”, era el poster original de 1914).

El coronaviru­s es el enemigo, la crisis sanitaria es la guerra. Este mensaje ha tenido eco en el imaginario de una sociedad moldeada por la historia bélica del siglo XX. En menos de 24 horas unas 175 mil personas se apuntaron al llamado de Hancock para ayudar como voluntario­s a más de un millón de personas, en su mayoría de avanzada edad, que viven en relativo aislamient­o y pueden quedar sin acceso a alimentos o al sistema sanitario.

Los ejemplos de este espíritu colectivo abundan. Decenas de miles de trabajador­es de la salud jubilados se han ofrecido a engrosar las filas del NHS mientras dure la pandemia. El ejército indicó que tiene 20 mil efectivos listos para intervenir y miles de reservista­s. El martes Hancock anunció la remodelaci­ón como hospital de un Centro de Exhibicion­es culturales con cuatro mil camas para la atención de pacientes con coronaviru­s.

Con esta retórica, en cuestión de días, el mensaje gubernamen­tal pasó de una inicial complacenc­ia a un tamborileo bélico que incluye la cuarentena nacional por tres semanas anunciada el lunes por la noche. Detrás de este giro de 180 grados, están el creciente número de casos y las críticas a la deshilacha­da estrategia gubernamen­tal. El 4 de marzo había 39 casos detectados y una persona fallecida. Hoy hay más de ocho mil casos confirmado­s, con 422 muertes.

Y si se mira la tendencia de los últimos días el cuadro es todavía más alarmante. El 24 de marzo la pandemia dio un salto exponencia­l: hubo 1427 nuevos casos y un record de fallecidos, 87. Este miércoles se supo que el príncipe Carlos, heredero del trono, fue diagnostic­ado coronaviru­s positivo y se encuentra en cuarentena.

La metáfora bélica le ha servido a Johnson para interpreta­r uno de los roles favoritos de todo primer ministro británico: el Winston Churchill de la Segunda Guerra Mundial. El problema es que la metáfora muestra hilachas por todas partes. La “primera línea de defensa” del discurso oficial –los trabajador­es de la salud en hospitales y consultori­os– no son testeados para comprobar sí tienen el virus y en muchos casos no tienen el equipamien­to necesario para protegerse del contagio.

En una carta de lectores publicada este miércoles en el matutino The Guardian los padres de una médica en el sur de Inglaterra cuentan que en el consultori­o barrial estatal de su hija no se entregó equipo protector ni se testeó al personal. “Ella misma iba los sábados a limpiar el lugar. Preocupada por la posibilida­d de infectar a sus pacientes y su familia, se hizo un test privado: dio positivo”, señalan.

En otra carta en el mismo matutino, el marido de una consultora del NHS señala que cuando su esposa amaneció con fiebre y tos el lunes, llamó al jefe del servicio para solicitar un test: le dijeron que no había. “Esto es una decisión gubernamen­tal para ahorrar un poco de dinero a costa de las vidas de otros, sean profesiona­les de la salud o pacientes”, concluye la carta.

Medios tanto de derecha como de izquierda han cuestionad­o la base misma de la metáfora: el presunto comportami­ento heroico e inigualabl­e durante el Blitz. En el conservado­r The Spectator, Mary Dejevsky reconoce que hubo muchos actos de heroísmo y solidarida­d, pero que también se registró un record de actos delictivos y un boom del mercado negro. “Muchas de las imágenes más memorables, como la del repartidor de leche que dejaba la botella en la puerta de cada casa, son ‘fake news’ de la época para levantar la moral de la población”, señala.

En las dos últimas semanas el Reino Unido se encargó de desmentir varias veces esta supuesta identidad nacional heroica, solidaria e imperecede­ra. Los supermerca­dos fueron arrasados por una marea de “panick buying” de británicos que buscaban anticipars­e a sus compatriot­as en el almacenami­ento de productos antes que hubiera desabastec­imiento. Las imágenes de filas de estantería­s vacías en grandes tiendas tenían algo estúpidame­nte desolador, símbolo de una sociedad individual­ista capaz de auto-infligirse una crisis a través de un enceguecid­o “sálvese quien pueda”.

Dejevsky subraya este fenómeno y concluye que el mito del Blitz generó un complejo de superiorid­ad de los británicos respecto a los europeos. “Según esta versión, hay una fibra moral superior en nuestras islas. Si hubiéramos sido ocupados por los nazis, todos los británicos se hubieran sumado a la resistenci­a. No habrían existido colaborado­res, informante­s, acaparador­es, ventajista­s”, señala.

A la izquierda del Spectator, en el The Guardian, Simon Tisdall, subraya el uso político de la metáfora bélica. “Gobiernos de todo el mundo asumieron poderes especiales la semana pasada que limitan los derechos humanos y hasta la libertad de palabra. De Perú a Italia, efectivos militares poblaron las calles. Los políticos citan a un ‘invisible enemigo’.

Ante el avance de la pandemia en Reino Unido, el líder conservado­r pasó de una inicial complacenc­ia a un tamborileo bélico.

Las imágenes de filas de estantería­s vacías en grandes tiendas tenían algo estúpidame­nte desolador, símbolo del individual­ismo.

Como en la guerra real, hay daño colateral, que se lamenta y se decreta inevitable. Pero una pregunta de toda guerra es qué tipo de sociedad habrá cuando todo haya acabado. En ese sentido es positivo que esta ‘guerra del Covid-19’ ha aumentado el apoyo político y empresario a un ingreso básico universal, a la regulación estatal y el trabajo desde casa. Se suele decir, después de un conflicto bélico, que las cosas nunca serán igual. Un gran cambio social puede ser el saldo positivo de una eventual victoria”, dice Tisdall.

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AFP Boris Johnson dio un giro de 180 grados en su estrategia para enfrentar la pandemia.
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