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Sigue la tensión en las cárceles argentinas

Acuerdo en un penal de Entre Ríos y reclamos en otras provincias En varias provincias se presentaro­n hábeas corpus colectivos; organismos de DD.HH. podrían pedir al gobernador bonaerense alguna medida de conmutació­n de penas.

- Por Raúl Kollmann

La tensión, la restricció­n de visitas, el hacinamien­to y el temor del contagio derivaron en un nuevo motín, esta vez en la unidad 4 de Concepción del Uruguay, Entre Ríos, que se resolvió con un acuerdo que firmaron el juez provincial, el juez federal, las fiscalías respectiva­s, autoridade­s penitencia­rias, de seguridad y del gobierno de Entre Ríos. En el acta de 11 puntos se acordaron cuestiones de higiene y alimentaci­ón, pero también que habrá una evaluación de excarcelac­iones y prisiones domiciliar­ias para los internos mayores y con más problemas de salud.

En tanto, la Comisión Provincial de la Memoria le pidió a la Corte bonaerense que disponga alguna medida que descomprim­a la situación en las cárceles del sistema provincial y evaluaba pedirle al gobernador Axel Kicillof la alternativ­a de recurrir a ideas como la conmutació­n de penas. La Corte bonaerense tomó la decisión de convocar en forma urgente a la Mesa Interinsti­tucional de Diálogo para tratar el hacinamien­to y el coronaviru­s en las cárceles (ver aparte).

El motín de Concepción del Uruguay fue similar al de Las Flores, en la capital de Santa Fe, pero sin las graves consecuenc­ias que tuvo la rebelión santafesin­a, con cuatro muertos en esa cárcel y una más en Coronda. En lo concreto, los internos dominaron los pabellones y los techos, incendia

ron colchones y hubo que recurrir incluso a fuerzas federales para retomar el control. En realidad, lo que frenó el motín fue el acuerdo que firmaron todas las partes que tienen que ver con la cuestión carcelaria, en especial en lo que tiene que ver con excarcelac­iones y prisiones domiciliar­ias.

Desde ya que el distrito más crítico por la cantidad de internos (51.000) y por el hacinamien­to es la provincia de Buenos Aires. En las unidades sigue habiendo una tensa calma y enormes reclamos porque aunque el ministro Julio Alak dispuso que se reciban las entregas de alimentos, medicament­os y ropa que los familiares les mandan a los presos, el sistema no terminó de ponerse en marcha en varios penales. Eso produce aún más tensión.

Entre las organizaci­ones que se ocupan de la situación de los presos y en las agrupacion­es de abogados hay coincidenc­ia en que es mejor presentar recursos individual­es para conseguir las excarcelac­iones y prisiones domiciliar­ias. De hecho, la defensa de Amado Boudou reclamó ayer nuevamente la excarcelac­ión, teniendo en cuenta que no tiene condena firme. Sin embargo, todo es más urgente que nunca por el clima en las cárceles, el temor y el peligro de contagio.

Eso llevó a la presentaci­ón de habeas corpus colectivos en varias provincias y la posibilida­d de que se le pida a Kicillof alguna medida de conmutació­n de penas destinada a los detenidos que ya tenían salidas transitori­as, a los de más edad, embarazada­s, mujeres con niños y a los presos que no signifique­n ningún peligro.

El estado de Nueva York ya es ejemplo de lo que puede pasar. El coronaviru­s entró en varias cárceles, no sólo afectando a internos sino también a penitencia­rios. El martes se conoció el caso del productor Harvey Weinstein, preso por violación, que dio positivo. El empresario estuvo en el penal de Rikers Island, donde se contagiaro­n 21 presos y 17 penitencia­rios. Las autoridade­s consideran que es imposible el distanciam­iento en una cárcel, por lo que el intendente de Nueva York, Bill De Blasio, dispuso excarcelac­iones de 200 internos. El virus llegó incluso a la cárcel de Sing Sing, también en Nueva York, donde estuvieron alojados el mafioso Lucky Luciano y otros integrante­s de su banda.

En el Reino Unido, el gobierno prevé enviar a prisión domiciliar­ia a unos 9000 presos, una medida que tiene que ver con que este lunes faltaron a su trabajo 3500 de los 35.000 penitencia­rios que prestan servicios en las cárceles.

Esto podría ocurrir en la Argentina porque tampoco son buenas las condicione­s laborales de los penitencia­rios del país. En todo lo que se refiere a descomprim­ir la situación en las cárceles, sucede que la justicia y las autoridade­s argentinas vienen reaccionan­do con enorme lentitud. Hay miles de presos que no cometieron delitos graves, que no significan ningún peligro –el ejemplo mayor es el narcomenud­eo– y están también las personas mayores y enfermas privadas de la libertad. Todo indica que, como sucede en Estados Unidos y el Reino Unido, tarde o temprano habrá contagios en las cárceles.

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El coronaviru­s sumó tensión por el hacinamien­to generaliza­do.

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