Pagina 12

Un precio para la cabeza de Maduro

El nuevo paso dado por EE.UU. coincide con la acusación del gobierno venezolano de la activación de un nuevo plan golpista.

- Por Marco Teruggi

15 millones de dólares es el precio ofrecido por la justicia norteameri­cana para quien brinde informació­n “que puedan llevar a la detención y arresto” del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. 10 millones son ofrecidos en el caso de Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional Constituye­nte, y otros dirigentes actuales, como Tareck El Aissami, y ex funcionari­os.

Han quedado así procesados por el Departamen­to de Justicia norteameri­cano, un anuncio que fue hecho por el Fiscal General, William Barr, junto a fiscales federales de tribunales de, entre otros, Nueva York y Florida. “Tengo un mensaje para los altos cargos del chavismo: la fiesta se les está acabando”, dijo, por ejemplo, Ariana Fajardo, fiscal para el sur de Florida.

Dentro de los acusados se encuentran también Vladimir Padrino López, ministro de Defensa, Maikel Moreno, presidente del Tribunal Supremo de Justicia.

La acusación es por narcoterro­rismo. Barr señaló que el gobierno venezolano busca “inundar a Estados Unidos (EEUU) con cocaína”, y que ha enviado entre 200 y 250 toneladas de cocaína, lo que equivale, explicó, a 30 millones de dosis. Esa operación de “inundación” estaría coordinada, según explicó, con el sector de las Fuerzas Armadas Revolucion­arias de Colombia que retomaron las armas.

La acusación, sin embargo, no se sostiene según datos internos a EE.UU., donde aparece que alrededor del 90% de la cocaína con destino a los EE.UU. se trafica a través de las rutas del caribe occidental y el pacífico oriental, y no

“Tengo un mensaje para los altos cargos del chavismo: la fiesta se les está acabando.” Ariana Fajardo, fiscal para el sur de Florida

a través de los mares del caribe oriental de Venezuela.

La razón esgrimida para ponerle precio a la cabeza del presidente venezolano y a Cabello, con un rol de liderazgo central dentro del chavismo, cumple el rol de argumento formal para justificar una declaració­n de nuevo punto de no retorno en el ataque contra el gobierno venezolano.

El nuevo paso dado por EE.UU. sucede en simultáneo con la acusación del gobierno venezolano del intento de activación de un nuevo plan golpista. El presidente denunció que el 23 de marzo había sido incautado un cargamento de armas en Santa Marta, Colombia, que iba con destino a Venezuela.

Esa denuncia tuvo un giro inesperado pocas horas después del anuncio del Departamen­to de Justicia norteameri­cano: Cliver Alcalá, un mayor general prófugo en Colombia señalado varias veces por su participac­ión en tramas golpistas, reconoció públicamen­te estar detrás de las armas incautadas que iban a ser “para hacer una unidad militar que se conformó con la idea de libertar al país y eliminar quirúrgica­mente los objetivos”.

Las declaracio­nes de Alcalá revelaron no solamente su participac­ión protagónic­a, sino la de Juan Guaidó que, según explicó Alcalá, “firmó un contrato en Colombia con asesores norteameri­canos” para la compra de las armas. El prófugo afirmó que el gobierno colombiano estaba al tanto de la operación.

La particular­idad de la declaració­n de Alcalá es que se trata de una de las personas a las cuales el gobierno norteameri­cano puso precio a su cabeza junto con la de Maduro y Cabello. Es decir, que luego de la denuncia del Departamen­to de Justicia en su contra, decidió revelar la existencia del plan y de varios de sus actores.

Al respecto, Jorge Rodríguez,

“En este momento decisivo, las sanciones sectoriale­s deberían atenuarse o suspenders­e.” Michelle Bachelet

ministro de comunicaci­ón, explicó que Alcalá habría sido incluido en la lista por no haber logrado acelerar los objetivos de las operacione­s militares. En cuanto a su confesión, se debió, explicó Rodríguez, al temor de ser asesinado, como el mismo Alcalá denunció: “estoy en mi casa, no estoy huyendo, me informaron de la posibilida­d de un falso positivo”, es decir un asesinato.

Así, EE.UU. profundizó la apuesta en el intento de derrocamie­nto contra Maduro a través de acciones de fuerza. Esa política norteameri­cana sucede a contracorr­iente de las voces internacio­nales que piden que, ante el escenario de pandemia, exista una descompres­ión contra Venezuela. Así, por ejemplo, la Alta Comisionad­a de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Michelle Bachelet, afirmó: “en este momento decisivo, las sanciones sectoriale­s deberían atenuarse o suspenders­e”.

En ese mismo sentido, Josef Borrell, canciller de la Unión Europea, sostuvo: “Hemos acordado apoyar la solicitud de Irán y también de Venezuela al FMI para tener apoyo financiero (…) se encuentran en una situación muy difícil especialme­nte debido a las sanciones estadounid­enses que les impiden obtener ingresos por la venta de petróleo”.

Sin embargo, en un cálculo de crisis de coronaviru­s, disputas geopolític­as, y campaña electoral, la política norteameri­cana encabezada por Donald Trump no solamente no descomprim­e el bloqueo, sino que acelera y pone precio público a la cabeza de la dirección del gobierno venezolano.

 ?? I AFP ?? Maduro en tiempos de coronaviru­s, en el palacio de Miraflores. EE.UU. lo acusa de narcoterro­rista.
I AFP Maduro en tiempos de coronaviru­s, en el palacio de Miraflores. EE.UU. lo acusa de narcoterro­rista.

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