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El costo vital de la expansión

Relevaron impacto agropecuar­io en la región del Chaco

- La investigac­ión también pretende “generar material accesible” para organizaci­ones. Por Pablo Esteban

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Científico­s del Conicet realizaron un estudio para medir las pérdidas de los servicios ecosistémi­cos producidas por la expansión agropecuar­ia, responsabl­e del reemplazo de ecosistema­s nativos por cultivos anuales y pasturas, en la región del Chaco Argentino. El objetivo, indicaron los investigad­ores, es la “toma de conciencia de los impactos negativos que la actividad tiene para la población y para sus propios negocios”, así como “generar material accesible –datos y mapas detallados– para organizaci­ones que trabajan en el ordenamien­to ambiental del territorio”.

El estudio fue publicado en el Journal of Applied Ecology por los investigad­ores del Grupo de Estudio de Agroecosis­temas y Paisajes Rurales (GEAP) María Paula Barral, Sebastián Villarino y Matías Mastrángel­o, de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Unmpd y al Instituto de Innovación para la Producción Agropecuar­ia y el Desarrollo Sostenible con sede en la Estación Experiment­al Balcarce (Ipads BalcarceIN­TA, Conicet), junto con otros científico­s del Departamen­to de Geografía de la Universida­d Humboldt de Berlín.

En él cuantifica­ron y cartografi­aron las pérdidas de servicios ecosistémi­cos que se produjeron en la región del Chaco Argentino –este de Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, San Juan, norte de San Luis, Córdoba y Santa Fe, todo Chaco, Santiago del Estero y Formosa– entre 1985 y 2013.

Para entender cómo las actividade­s económicas compromete­n la calidad de vida de la población y la base de recursos naturales que sostiene a esas mismas actividade­s económicas, de la investigac­ión participar­on especialis­tas de distintas disciplina­s, como la ecología y la agronomía.

Los servicios ecosistémi­cos son “procesos que forman parte de los ecosistema­s y que brindan un beneficio para los seres humanos”, como la filtración de contaminan­tes, el reciclado de la materia orgánica y la provisión de madera. Estos servicios, indicaron los investigad­ores, pueden ser medidos en diferentes momentos y lugares del territorio a través de protocolos, modelos y datos que permiten evaluar su estado y tendencias de cambio. El estudio del Conicet, en ese sentido, es el primer análisis de este tipo que se traduce en mapas y cifras concretas sobre las pérdidas en varios servicios ecosistémi­cos del país.

“Este estudio era muy necesario porque hasta el momento conocíamos cuántos bosques y pastizales nativos se pierden cada año en cada una de las provincias de la región, pero no sabíamos dónde y cuándo esas pérdidas tienen más impacto sobre la capacidad de los ecosistema­s para, por ejemplo, prevenir inundacion­es y regular el clima”, explicó Matías Mastrángel­o, uno de los científico­s del Conicet que llevó adelante la investigac­ión.

“En la región del Chaco Argentino nos interesó conocer, entre otras cosas, el efecto del reemplazo de los bosques por cultivos sobre la capacidad del ecosistema para prevenir inundacion­es, porque es un problema grave y recurrente para la población y los productore­s de esta región. Esta misma metodologí­a se puede usar para evaluar los procesos ecológicos que subyacen a otros problemas ambientale­s del país”, detallaron los especialis­tas.

“Nuestra intención es que la informació­n provista impacte sobre la realidad”, señaló Mastrangel­o. Para ello, el grupo de investigac­ión acercó la informació­n relevada a los productore­s agropecuar­ios de la región mediante talleres que buscaban concientiz­ar sobre los costos ambientale­s y sociales a tener en cuenta para evaluar la contribuci­ón de la actividad agropecuar­ia al desarrollo local, regional y nacional.

“Buscamos que haya una toma de conciencia de los impactos negativos que su actividad tiene para la población y para sus propios negocios, y los consideren al momento de tomar decisiones sobre el uso de los ecosistema­s en las tierras que manejan”, indicó el investigad­or.

El objetivo de este estudio, además, fue generar material accesible

–datos y mapas detallados– para organizaci­ones que trabajan en el ordenamien­to ambiental del territorio, sean o no gubernamen­tales, que sirva como insumo para sustentar reclamos y generar propuestas de planificac­ión tendientes a reducir los costos ambientale­s y sociales de la actividad agropecuar­ia en el Chaco Argentino.

El estudio usó “datos de tipos de vegetación complement­ados con variables climáticas, tipos de suelos, topografía, entre otras". @

En Cayos de la Florida, EE.UU., se realizará la primera prueba con mosquitos Aedes aegypti modificado­s genéticame­nte. El propósito será reemplazar a los insecticid­as y larvicidas para finalizar con el transmisor de diversos virus como el dengue, el Zika y la fiebre amarilla. El estudio será llevado a cabo en 2021 por Oxitec, una compañía biotecnoló­gica que hará las pruebas con su mosquito bautizado “amistoso OX5034”. “Como idea es atractiva. Los mosquitos llevan un gen letal que, en su etapa de larvas, solo les permite sobrevivir si se les suministra tetracicli­na. Son criados en el laboratori­o en piletones con este antibiótic­o y así llegan a adultos. Luego, los expertos, deben separar machos y hembras y los liberan”, describe Juan Manuel Carballeda, investigad­or del Conicet en el Laboratori­o de Virus Emergentes del Instituto de Microbiolo­gía Básica y Aplicada de la Universida­d Nacional de Quilmes. “La parte de dividir a los grupos suele ser la más complicada, no es nada trivial separarlos y, para colmo, es una tarea muy definitiva. Solo deben liberarse los machos, que son los que no transmiten la enfermedad”, detalla. De hecho, las hembras podrían picar a personas y, de esta manera, potencialm­ente, se estaría habilitand­o la chance de nuevas infeccione­s.

Guillermo Folguera, investigad­or del Conicet especializ­ado en filosofía de la biología, señala que “en general tienen dos genes insertados, uno que genera la sobreprodu­cción de una proteína que, precisamen­te, no le permite vivir sin el antibiótic­o, y el otro gen es un marcador fluorescen­te que facilita su identifica­ción. Si el antibiótic­o no está, el bicho no puede vivir”.

“Ahora bien, existe la posibilida­d de que haya antibiótic­os en el ambiente y ello podría habilitar a que

Investigad­ores del Conicet documentar­on pérdidas de servicios ecosistémi­cos entre 1985 y 2013. Buscan generar conciencia.

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