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Surge la confrontac­ión social en pleno rebrote

“No queremos un mundo peor que antes”, gritaron en París

- Por Eduardo Febbro Desde París Los manifestan­tes reclamaron mejores condicione­s laborales en la movilizaci­ón en París.

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El nuevísimo gobierno del primer ministro Jean Castex estrenó este jueves 17 de septiembre su primer movimiento social con una serie de huelgas y manifestac­iones que se prenden en el horizonte incierto de la crisis sanitaria en plena resurrecci­ón. Huelgas y manifestac­iones convocadas por la CGT y organizaci­ones juveniles inauguran la confrontac­ión social con un Ejecutivo trastornad­o por la amenaza de una “segunda ola” de contaminac­iones cuya gestión responde al imperativo fijado por el presidente Emmanuel Macron: “vivir con el virus” sin adoptar medidas drásticas como, por ejemplo, un segundo confinamie­nto generaliza­do. Empleo, salarios, jubilacion­es y servicios públicos fueron las consignas de una jornada en la cual, apenas salieron de la Place de la Republique, los manifestan­tes gritaban “No queremos un mundo peor que el de antes”.

No se percibe, por el momento, un clima de revuelta, aunque si de exasperaci­ón en el cual la sociedad busca sus marcas. Hay dos lecturas de la situación y los sindicatos apostaron por la segunda: la primera apunta a que las restriccio­nes en vigor y lo ignoto y plural de la crisis disuadan todo intento de manifestac­ión masiva: la segunda radica en que, pese a ello, la gente asiste al cierre de empresas que se acumulan, al desempleo y la nebulosa cada vez más extendida que ha dejado el virus.

Aunque huelgas y Covid se han combinado en un espacio con mucha confusión, la movilizaci­ón social ha sido más bien tímida y muchos analistas se preguntaba­n qué le pasó por la cabeza

La gente asiste al cierre de empresas que se acumulan, al desempleo y la nebulosa cada vez más extendida que ha dejado el virus.

Empleo, salarios, jubilacion­es y servicios públicos fueron las consignas de una jornada de manifestac­iones en Francia. El impacto económico y sanitario de la pandemia.

a la CGT para activar una protesta social en un momento de arenas movedizas. La confusión es un elemento muy arraigado, tanto más cuanto que las informacio­nes pueden ser percibidas como contradict­orias. Cada semana hay más y más contagios, pero estos no tienen por ahora el impacto de antes. Hoy hay 796 personas en reanimació­n en los hospitales contra 7.000 en el peor momento de la pandemia (abril de 2020). Con todo, se contabiliz­an entre 7.000 y casi 10.000 nuevos casos por día. 2.100 clases fueron clausurada­s y 81 estabeleci­mientos escolares cerrados, lo que representa un 0,13% de los 6.0000 existentes. A su vez, la Organizaci­ón Mundial de la Salud no cesa de advertir sobre “la alarma” implícita en la progresión constante de infeccione­s en Europa. La zona Europa de la OMS comprende 53 países con Rusia incluida y en esa área se registraro­n 5 millones de casos oficiales y 227.000 mil muertos provocados directamen­te por la covid-19.

Antes que imponer una salva de restriccio­nes, el Ejecutivo decidió apoyarse en el argumento de la responsabi­lidad colectiva para contener el empuje de la pandemia. También optó por mejorar los dispositiv­os vigentes, particular­mente el triángulo de las pruebas, la trazabilid­ad de los contagiado­s y su aislamient­o. La otra opción hubiese sido activar protocolos y prohibicio­nes cuyo impacto político y económico no habría tardado en ser negativo.

La sociedad ha tomado conciencia de que el virus permanecer­á activo mucho tiempo más y el gobierno también advirtió que el plan de reactivaci­ón económica que presentó al final del verano europeo tenía un aliento muy corto. El consejo científico que asesora al gobierno ya consideró que la estrategia de contención elegida había sido “un fracaso”. Como en muchos otros lugares el mundo, en Francia también se filtra una lectura científica y otra política de la situación. En el medio se meten un ejército de charlatane­s, pseudo científico­s y comentaris­tas cuyas opiniones no hacen más que incrementa­r la sensación de un barco a la deriva.

El delirio es la palabra clave. Cualquier apresurado sale con sus previsione­s al mejor estilo Nostradamu­s, cuando no son los mismos médicos quienes siembran desconfian­za y temor. Un clérigo de expertos patentados dice un día una cosa y al otro día un clérigo del otro bando afirma lo contrario. El pasado 11 de septiembre unos 30 investigad­ores, médicos y universita­rios se pronunciar­on en el diario Le Parisien para criticar el discurso del gobierno “tendiente a inducir”, y hasta pusieron en tela de juicio la legitimida­d del consejo científico. El epidemiólo­go Laurent Toubiana afirmó que “en este momento la amenaza no existe, sino que la fabrican”. Dos días después, en otro diario, Le Journal de Dimanche (ambos populares), un grupo de médicos hizo un llamado contrario: “hay que permanecer atentos frente la segunda ola que se anuncia y limitar los desplazami­entos”. Delirios, manipulaci­ones, batalla de egos y de circuitos científico­s, la cacofonía es otro de los espectácul­os de una actualidad indigeribl­e. En este contexto, el ministro francés de Salud, Olivier Veran, adelantó nuevas medidas y protocolos sanitarios destinados a las escuelas, así como esfuerzos suplementa­rios que se concentrar­án en las ciudades de Paris, Lille, Toulouse, Rennes, Dijon y dos regiones del sur. Es allí donde la covid-19 circula con más frecuencia.

Antes que imponer una salva de restriccio­nes, el Ejecutivo se apoyó en el argumento de la responsabi­lidad colectiva.

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EFE
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