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El jueves de pelota en continuado

Los cinco participan­tes argentinos se presentaro­n en el mismo día

- Por Juan José Panno

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El 16 de marzo se jugó el ultimo partido de argentinos antes de la pandemia. Pasaron desde entonces 185 días, una eternidad en la que se quebraron todos los records. El mayor espacio en blanco antes de este fue en la huelga del 48-49 que cerró las puertas de las canchas, entre noviembre del 48 y abril del 49.

Y resulta que ahora, después de este insoportab­le ayuno de fútbol te sirven cinco platos calientes en continuado por la Libertador­es, una maratón de ocho horas. No hay manera de resistirse.

El tipo sabe que es espantoso que esta agenda la marque la Conmebol sobre la base de que lo importante es transmitir (y recaudar), pero futbolero incorregib­le, el tipo se planta frente a la tele a las cinco de la tarde, dispuesto a quedarse hundido en el sillón hasta el día del juicio final.

Pero por las dudas tiene a mano el control remoto, porque forma parte de su rutina la búsqueda de informació­n sobre el coronaviru­s, y todo lo que gira en torno de la actualidad nacional. El partido de Racing lo sigue completito. Ve con agrado que uno de los banderines lo sostiene una chica, Mariana De Almeida (después se enterará que en Defensa y Justicia-Delfín hay otra jueza de línea, Daiana Milone).

“Los jueces que no figuran son Bruglia, Bertuzzi y Castelli, que vuelven a sus canchas de origen”, piensa el tipo, enterado de que el hecho se publicó en el Boletín Oficial. Llaman la atención los cantos de la hinchada.

En un momento se oye “La academia, vamo la Academia”. Seguro que Leuco hijo escucharía “La pandemia, vamo la pandemia”. Es difícil acostumbra­rse a esa cosa de tribunas vacías y sonidos de otros tiempos.

El partido, discretito, lo gana el equipo uruguayo, con un gol de penal de Bergessio. “¿No es sintomátic­o que en un partido jugado en pleno coronaviru­s a Racing lo vacune un muchacho al que llaman Lavandina?”, dice el tipo que no puede salirse del contexto.

Final del partido y en el balance quedan casos positivos, casos negativos, y casos en estudio. Positivos: el buen primer tiempo de Garré (el nieto del 3 de Ferro), y el jugadón de Pillud que pudo significar el empate. Negativos: cierta endeblez defensiva, caída anímica en el momento clave del

La actividad tuvo que esperar 185 días para volver a tener acción, y la maratón de fútbol fue en una jornada electrizan­te.

gol, y la expulsión de Solari casi simultáneo­s. En estudio: lo que puede pasar en lo que falta. Hasta ahora Nacional tiene nueve puntos, Racing seis, Estudiante­s de Mérida tres, y Alianza Lima cero. No está tan mal la cosa.

La maratón sigue en el Morumbí. River juega como si nada hubiera pasado. Es el de siempre. Gallardo desestima la idea de cinco volantes y arma un 4-3-3 clásico, el equipo se permite la circulació­n con los medios que le son propios, y mantiene los principios esenciales. Había empezado mal, con un gol en contra de Enzo Pérez en una curiosa carambola, pero River no muestra síntomas de perder el aire y lo empata en una triangulac­ión de potrero.

Lo más extraño del primer período es lo que pasa con un remolino de los 22 futbolista­s, después de un bote a tierra. En torno del árbitro, empujan, se ponen cara a cara, gritan, respiran. Uno imagina que el doctor Perrone, el de la TV Pública, se desmayaría. Pero a esa altura el médico analiza alarmado que en las últimas 24 horas hubo 345 muertes y 12.701 contagios.

Lo más extraño del primer período es lo que pasa con un remolino de los 22 futbolista­s, después de un bote a tierra.

Al tipo se le mezclan todos los números: goles, puntos, porcentaje de posesión, porcentaje de camas ocupadas, datos del AMBA y tiros al arco, cantidad de declaracio­nes golpistas de Duhalde, en el mismo lodo.

Al final de los partidos de las 19 los dos equipos argentinos muestran satisfacci­ón. Buen negocio para River el 2-2 en el Morumbí,

y excelente negocio para Defensa y Justicia con el 3-0 sobre los ecuatorian­os de Delfín, en un partido del que solo vio ráfagas que le alcanzaron para descubrir la fragilidad de los visitantes.

Se verá más adelante si trajeron alguna consecuenc­ia los abrazos de gol, los amontonami­entos en las protestas, y en las jugadas de pelota detenida cerca de las áreas en las que nadie mantuvo la distancia ni mamado.

El tipo sigue firme frente a la tele cundo llega el turno de Libertad-Boca, con los relatos de Mariano Closs y los comentario­s de Diego Latorre. Los paraguayos tienen mucho más rodaje que Boca, pero mucho menos jerarquía. Y se nota en un partido que después del gol de Salvio a los seis minutos, se va a amesetando hasta que Salvio recibe un pase de Cardona, engancha y define.

Queda el partido de Tigre, pero a esa altura el tipo, empachado de fútbol, busca una serie en Netflix. @

Boca tardó cinco minutos en llegar al arco de Libertad y convertir el primer gol en la noche guaraní. Este equipo que estuvo cinco meses y 25 días sin jugar oficialmen­te salió a presionar al conjunto local, que venía con muchísimo más rodaje al tener 11 encuentros desde julio.

Eduardo Salvio quebró la cintura, dejó desparrama­do a un defensor y definió cruzado. Martín Silva puso los guantes y Maroni tomó el rebote. Su remate pegó en el palo y el nuevo rebote fue aprovechad­o por el ex Lanús para pegar un nuevo grito.

Cuando se especulaba que el equipo de Miguel Angel Russo, que se quedó en Buenos Aires y por eso dirigió Leandro Somoza, iba a plantarse en un cómodo y confiable 4-4-2, sorprendió con un novedoso dibujo táctico: 4-13-2. No se quedó esperando y buscó de movida. Y hasta tuvo inmediatas situacione­s después del gol. Tevez se perdió una chance, y Maroni desperdici­ó otra buena oportunida­d disparando al medio.

Las dudas en las que se encontraba envuelto el conjunto visitante se disiparon a la hora del juego. El caso de Boca acarreaba como extra el brote de coronaviru­s que debió superar en su plantel.

Unos 20 casos frenaron su preparació­n por varios días y pusieron un gran signo de interrogac­ión sobre el equipo. A todo esto se le sumó el ida y vuelta antes de viajar por la polémica de los test positivos, y si estaban o no habilitado­s para viajar pese a lo que disponía la Organizaci­ón Mundial de la Salud. De todos modos, la delegación que aterrizó en Asunción partió con todos negativos, para evitar mayores conflictos.

Inclusive, bajaron a último momento a Lisandro López. En la defensa, el único titular habitual fue Izquierdoz. Sin Buffarini (lesionado), los laterales fueron Jara y Mas, quien fue uno de los pocos que no

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Dos escenas de los encuentros que jugaron los argentinos.

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