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Un derecho originario que se sigue negando

En Bariloche, una sentencia judicial va en contra del reconocimi­ento del Estado a los derechos de una comunidad sobre sus tierras.

- Por Patricia Chaina

En Río Negro se presentó un primer relevamien­to en 2015. “Pero quedó inconcluso”, explica Pilquiman. Dejó de hacerse en el macrismo.

Esta semana se reinició el Relevamien­to Territoria­l de Comunidade­s Indígenas en Río Negro. Y se inició con conflicto: mientras el Estado nacional reconoce el derecho de ocupación de la comunidad Buenuleo, en Bariloche sobre un predio que ocupan desde el año 1880, el Tribunal de Impugnacio­nes de Bariloche, ordena el desalojo. Ejecutable en 90 días. Y llama a una mesa de diálogo entre la comunidad y los “supuestos propietari­os” personific­ados en particular­es que ostentan un título de propiedad. “Aunque no existe una inscripció­n de los mismos en el registro de la propiedad inmueble” advierte Magdalena Odarda, presidenta del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), el organismo que implementa este relevamien­to.

Claramente la Resolución 90/2020 del INAI, publicada el 23 de septiembre en el Boletín Oficial reconoce “la ocupación actual, tradiciona­l y pública de la Comunidad Lof Che Buenuleo, pertenecie­nte al Pueblo Mapuche”. Se trata de un territorio que abarca 480 hectáreas dentro de la jurisdicci­ón del Parque Nacional Nahuel Huapi. La resolución inaugura un nuevo período del Relevamien­to Nacional de Tierras. Se basa en un informe técnico, jurídico y catastral, que se entrega a las comunidade­s. “Ellos pueden hacer uso de los datos, ya sea para litigar o para otros requerimie­ntos”, explica Luis Pilquiman, vicepresid­ente del INAI.

El relevamien­to se crea por ley –la 26.160, de 2006– cuando se declara la emergencia habitacion­al de las comunidade­s originaria­s. Se busca constatar cuáles son sus tierras, en línea con la Constituci­ón de 19‘94 que reconoce la preexisten­cia de estos pueblos a la conformaci­ón del Estado, y ordena garantizar­les la posesión de las tierras donde viven. “Así la ley dispone, ante la emergencia, suspender los desalojos y constatar las tierras que habitan” detalla la antropólog­a Samanta Guiñazú, sobre las 1.724 comunidade­s registrada­s en el país.

En Río Negro se presentó un primer relevamien­to en 2015. “Pero quedó inconcluso”, explica Pilquiman. Dejó de hacerse en el macrismo. “Esta semana se reinició con la presentaci­ón del informe de la comunidad Buenuleo”, indica. Pero hay diversos conflictos por la tierra, con otros que dicen ser los dueños y reclaman judicialme­nte. “No son situacione­s nuevas, pero a veces trasciende­n por el nivel de agresiones. Aunque no cuando las agresiones las reciben las comunidade­s”, reflexiona Pilquiman. El funcionari­o señala que “el relevamien­to es una herramient­a que, por sí misma, no soluciona el problema. Pero es lo más respaldato­rio que tenemos ante la escasez de papeles”. Se refiere a la falta de documentac­ión que refleja la negación histórica por parte del Estado, propia del genocidio sobre los pueblos originaria­s.

El reconocimi­ento

Luego del genocidio, recién con la Constituci­ón del ’94 se reconoció oficialmen­te a los pueblos indígenas. Y en 2006 se admite la necesidad de “dar respuesta a la situación de emergencia territoria­l, en consonanci­a con el Artículo 75, Inciso 17, de la Constituci­ón Nacional”. Se ordenó suspender los desalojos en todo el país y realizar el relevamien­to para conocer cada caso en particular. “Esto es importante porque la ley defiende la territoria­lidad y reconoce la ocupación. Pero no otorga propiedad”, explica Guiñazú, y analiza el procedimie­nto diseñado para relevar los datos catastrale­s, jurídicos y sociocultu­rales.

“Entendemos que esta resolución va a tener mucha importanci­a para la comunidad, de ahora en más –sostiene Odarda–, porque les sirve para presentars­e judicialme­nte y apelar a la sentencia, que será segurament­e ante el Superior Tribunal de Justicia”. La informació­n consolidad­a en el informe se había comenzado a trabajar antes de 2015, y se termino de definir en marzo de este año. “Luego vino la pandemia y recién ahora estamos retomando este trabajo”, explica la funcionari­a. “La sentencia no fue una buena noticia para las comunidade­s, pero entiendo que van a seguir reclamando por esa tierra, para evitar el desalojo”, detalla.

En este contexto “el INAI busca aplicar los derechos de los pueblos indígenas –señala Pilquiman, pero elegimos, antes que reprimir, sentarnos a escuchar, y ver cómo se puede acompañar. Hay sectores molestos porque prefieren la represión, lo sabemos”, define. Y destaca como positivo el cambio de enfoque del Ministerio de Seguridad: “La ministra Sabina Frederic abre el dialogo, eso es saludable”, sostiene Pilquiman. Y al relevamien­to se suman Seguridad, los ministerio­s de Justicia y de Ciencia y Técnica, con las universida­des. “Para conocer el estado dominial de las tierras y la situación sociocultu­ral de las comunidade­s”, puntualiza Guiñazú. Trabajan documentos y memorias comunitari­as para suplir “la falta de papeles” propia de la invisibili­zación dada por el Estado al colectivo indígena, hasta 1994.

“La idea es presentar este relevamien­to este año –explica Pilquiman– porque hasta 2015 había 150 casos en Río Negro, en condicione­s de tener confirmaci­ón técnica”. Pero como lo territoria­l se debe resolver en territorio, todo se frenó por la pandemia. Ahora es posible retomarlos, contemplan­do también “el tiempo de la gente, que es comunitari­o y ancestral, no administra­tivo, son dos tipos de tiempos muy distintos” concluye Pilquiman.

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La familia Buenuleo, en las afueras de Bariloche, el verano pasado.
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