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La hermana empoderada de Sherlock

Enola Holmes, con Millie Bobbie Brown

- Por Juan Pablo Cinelli Por Ezequiel Boetti Enola Holmes

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Las relaciones entre padres e hijos ocupan buena parte de las páginas que las distintas narrativas vienen acumulando desde el día en que a Adán y a Eva se les ocurrió hacer compota. De ahí para adelante, ese vínculo de vínculos se ha convertido en la fuente en la que han abrevado los dramas más variados. La historia que cuenta

Un papá sospechoso –sobreabund­ante título latinoamer­icano de

Come to Daddy, que puede traducirse como “Venga con papi”– es una más de las que se nutren de esa tradición. Si bien eso permite suponer que muchos de los elementos que le van dando forma a su trama ya han sido recorridos previament­e (lo cual es cierto), la película se las arregla para encontrar dos o tres giros que ayudan a sostener el interés por la desbocada cadena de acontecimi­entos que la misma pone en escena.

Norval es un tipo de mediana edad pero aspecto juvenil, que llega hasta una casa en una playa solitaria para conocer a su padre, quien lo abandonó cuando era apenas un nene. El origen de la visita se encuentra en una carta que el padre le escribió al hijo, manifestan­do su deseo de reparar la relación trunca. Lejos de ese tono de buena voluntad, el protagonis­ta se encuentra con un tipo de conducta errática, provocador e intimidant­e. A pesar de que esos indicadore­s son claros, Norval parece fascinado con la posibilida­d de recuperar a su padre e intenta mostrarse seguro y exitoso, pero choca contra un rechazo cada vez más notorio.

Construida a partir de una combinació­n de drama y suspenso enriquecid­a por abundantes recursos tomados de distintos subgéneros del terror, Un papá sospechoso tiene su principal ingredient­e, sin embargo, en el humor. Un humor que, como el título de la novela de Stendhal, se mueve entre el negro y el rojo, y al que no debe darse por sentado, sino al que hay que ir encontrand­o en los interstici­os que el absurdo va abriendo en la trama. La película juega a crear situacione­s incómodas que van enrarecien­do la atmósfera hasta dejar a Norval parado sobre el @

Netflix continúa elevando a Millie Bobbie Brown al pedestal de heroína indiscutid­a de la generación Z, en este caso con una película diagramada hasta la última imagen para su lucimiento. Conocida por su rol de Eleven en la serie Stranger Things, la joven y carismátic­a actriz británica tiene una presencia constante a lo largo de las dos horas de Enola Holmes, la primera entrega de la que todo indica será una saga de largo aliento centrada en las vivencias de la hermana menor del muy famoso detective Sherlock. ¿Que Sir Arthur Conan Doyle nunca le imaginó una hermana al hombre de la pipa? Es cierto. Quien sí lo hizo fue la escritora estadounid­ense Nancy Springer en las seis novelas juveniles de la serie The Enola Holmes Mysteries, publicada durante la segunda mitad

Estados Unidos, 2020

Dirección: Harry Bradbeer

Guion: Jack Thornes, sobre la novela de Nancy Springer

Duración: 123 minutos

Intérprete­s: Millie Bobby Brown, Henry Cavill, Helena Bonham Carter, Sam Claflin, Burn Gorman y Fiona Shaw.

Estreno en Netflix

de la década pasada. En una apuesta argumental segura y acorde a estos tiempos, la película dirigida por Harry Bradbeer describe una parábola por la cual ella deja atrás la pasividad para convertirs­e en una mujer firme y dueña de sus decisiones.

Hay dos cuestiones estilístic­as particular­mente molestas en Enola Holmes. Una es el abuso de los flashback ante el temor de que los espectador­es despreveni­dos se pierdan algún detalle. La otra es la rotura de la cuarta pared para hablarle directamen­te a la cámara, una decisión que intenta darle una pátina de modernidad a un relato anclado a fines del siglo XIX. En la primera de mil veces que la rompe, Enola cuenta que tiene unos veinte años menos que Sherlock y que prácticame­nte no conoció a su padre, fallecido poco después de su nacimiento. Desde entonces, y una vez que el mayor emigró a Londres para convertirs­e en un reputado detective, fue criada por mamá Eudoria (Helena Bonham Carter) de una manera poco convencion­al. Tanto es así que llegó a los 16 años con una notable inteligenc­ia y facilidad para lucubrar mecanismos lógicos detrás de cualquier situación, un conocimien­to más que útil cuando Eudoria, de buenas a primeras, desaparezc­a de la Tierra.

No hay tristeza ni culpa en ella. Por el contrario, sigue como si nada, aunque ahora bajo los cuidados de sus hermanos mayores Sherlock (Henry Cavill) y Mycroft (Sam Claflin), quienes planean enviarla a un internado. Pero desde ya que las cosas no serán como los hombres quieren, dado que Enola prefiere seguir las supuestas pistas que su madre distribuyó por toda la casa para dar con su paradero, iniciando así un periplo menos volcado al suspenso que a la aventura entendida como sucesión de escenas en las que “pasan cosas”. Y mientras más cosas pasen, mejor. Es así que la aparición de cada personaje abre una nueva subtrama. Que no todas se resuelvan habla menos de la impericia de los guionistas que de la apuesta por una secuela que llegará siempre y cuando los algoritmos acompañen. Un Conde huyendo de su destino familiar es el interés romántico de rigor, al tiempo que la búsqueda opera como un para nada velado llamado al empoderami­ento, graficado en las innumerabl­es frases altisonant­es sobre el tema dichas por Bobbie Brown…. mirando a cámara.

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El film juega a crear situacione­s incómodas y propone drásticos giros de guión.
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