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La culminació­n de un desencuent­ro

Milan Kundera ganó el Premio Franz Kafka

- Por Silvina Friera LITERATURA

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El último capítulo de un viejo desencuent­ro comienza a escribirse. Milan Kundera ganó el Premio Franz Kafka porque “su obra representa no sólo una contribuci­ón extraordin­aria a la cultura checa (...), sino también a la cultura europea y mundial”, argumentó el jurado del galardón concedido por la Sociedad Franz Kafka de Praga. Este reconocimi­ento implicaría la reconcilia­ción definitiva entre el autor de La insoportab­le levedad del ser y su país de origen, la entonces Checoslova­quia comunista que hoy es República Checa. Exiliado en París desde 1975, tres años después comenzó la “guerra fría” cuando al escritor checo le retiraron la nacionalid­ad. Entonces él obtuvo la nacionalid­ad francesa (1982), decidió adoptar el francés como lengua literaria a partir de 1994 y hasta se negó a revisar las traduccion­es al checo de su obra. Desde París, el autor checo de 91 años reconoció que se siente “honrado, en especial porque se trata del premio Kafka, el premio de un colega escritor”. Kundera, que este año donó su biblioteca y archivo a su ciudad natal, Brno, confirmó además que con Kafka tiene “una cercanía por encima de otros”.

“Gracias a lo fantástico que supo percibir en el mundo burocrátic­o, Kafka consiguió lo que parecía impensable antes de él: transforma­r una materia profundame­nte antipoétic­a, la de la sociedad burocratiz­ada al extremo, en gran poesía novelesca; transforma­r una historia extremadam­ente trivial, la de un hombre que no puede obtener el puesto prometido (lo que, de hecho, es la historia de El castillo), en mito, en epopeya, en belleza jamás vista”, escribió Kundera en uno de los textos que integran El arte de la novela.

El camino de la reconcilia­ción con el escritor checo empezó el año pasado, cuando aceptó la nacionalid­ad checa que le ofreció el actual primer ministro de ese país, Andrej Babis, como desagravio por el trato que Kundera recibió en el pasado. El escritor checo más popular después de –precisamen­te– Kafka, consolidó este gesto de acercamien­to cuando recienteme­nte anunció la donación de su biblioteca y archivo a Brno, la ciudad donde nació el 1 de abril de 1929.

Su primera novela, La broma, es una especie de tratado cómico y desolador sobre la incompatib­ilidad manifiesta entre el totalitari­smo estalinist­a y el sentido del humor. En las páginas de esa novela emerge el desencanta­do con su militancia en el Partido Comunista, al que se afilió con mucha ilusión y expectativ­a, como la mayoría de los jóvenes de su tiempo.

Lo curioso en la relación del

Este reconocimi­ento implicaría la reconcilia­ción definitiva entre el autor de y su país de origen, la antigua Checoslova­quia.

afuera,

Amor y capitalism­o.

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AFP Kundera vive en París y tiene 91 años.

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