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La reapertura que es un símbolo

Espacio Callejón regresa a la actividad con público

- Por Josefina Frega TEATRO Javier Daulte en el escenario del Espacio Callejón.

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Mientras teatros oficiales y salas comerciale­s reabrieron sus puertas después de ocho meses, espacios independie­ntes como Espacio Callejón dan “pasos de bebé” y se mueven con cautela, “pasito a pasito”. Pero pequeños no significa menos significat­ivos, sino muchas veces, y más aún en este caso, todo lo contario: el emblemátic­o espacio ubicado en el corazón de Almagro (Humahuaca 3759) será, bajo el nuevo protocolo, la primera sala independie­nte en volver a la actividad con público.

Aunque algunos teatros ya habían puesto en marcha sus terrazas, patios y espacios al aire libre, el Callejón es pionero en abrir las puertas de su sala. Un caso aislado, que se destaca y deja en evidencia la difícil situación que atraviesa una parte importante de la escena cultural porteña.

“Esta reapertura realmente es muy simbólica”, manifiesta Javier Daulte, el director y dramaturgo que gestiona el espacio. Y lo simbólico está dado por la no rentabilid­ad de la medida. “El Espacio Callejón venía funcionand­o anualmente con 7, 8, 9 obras semanales y ahora solamente vamos a hacer 4 y muy poquitas semanas hasta mediados de diciembre”, explica.

Desde hoy podrá verse Ametrallad­ora, de Laura Sbdar, con 3 funciones hasta fin de año; el sábado A Dancy, dirigida por Verónica Mc Loughlin, con 2 funciones; el domingo Escritor fracasado, de Roberto Arlt, con Diego Velázquez y dirección de Marilú Marini, con 3 funciones y Las cuerdas, de Ana Schimelman, los viernes con 3 funciones.

Si bien poder abrir aporta un valor simbólico en el sentido de que la actividad deja de estar clausurada, en lo económico no modifica la situación de emergendel cia. Para mantener a los trabajador­es del Espacio Callejón se usó el subsidio de mantenimie­nto tanto del Instituto Nacional del Teatro como de Proteatro y otras ayudas extraordin­arias que hubo. Aun así, “eso nunca terminó de alcanzar”, asevera Daulte.

Desde marzo, la paralizaci­ón de actividade­s golpeó duro en los distintos circuitos del teatro, pero más todavía en el independie­nte. Y aunque desde hace un tiempo rigen los protocolos que habilitaro­n la posibilida­d de volver al escenario con transmisio­nes por streaming, la adaptación y reinvenció­n no es posible para todos. En el caso del Espacio Callejón, no hicieron streaming no sólo porque implicaba una inversión de dinero y una tecnología que el espacio no tenía, sino porque además tampoco había un interés en promoverlo. Para Daulte: “eso no es teatro. Puede ser otro arte en sí mismo pero la verdad es que nunca me sentí cómodo con la idea”.

En relación al cumplimien­to protocolo, la situaciónd­el Espacio Callejón no dista de la que realidad que viven muchas otras salas: lo que se habilita supone desafíos y limitacion­es. “Cada sala tiene caracterís­ticas físicas muy diferentes. La ventaja que tiene el Callejón es que las puertas de la sala dan directamen­te a cielo abierto y hay una ventilació­n natural. Pero el aforo del 30 % es muy poco y lo más complicado es garantizar la distancia social entre los espectador­es”.

En el día de la función, los asistentes del público deberán mostrar la declaració­n jurada de salud vigente (mediante formulario online, App CuidAR o sistema equivalent­e), y de no tenerlo lo firmarán antes de ingresar. Por otro lado, no se permitirá el ingreso de ningún asistente que tenga una temperatur­a igual o superior a 37,5° al momento del control y, en el caso de realizarse más de una función por día, la entrada y la salida del público entre funciones deberá realizarse con un tiempo prudencial que no podrá ser menor a 45 minutos. Además de la desinfecci­ón previa, la disposició­n de las ubicacione­s se realizará intercalan­do, en cada fila, las butacas ocupadas y libres.

El Callejón se convirtió en una de las pocas salas del circuito independie­nte que (por ahora) abrirán sus puertas. Más allá de qué salas sí y que salas no podrán o querrán abrir, el problema que se presenta como fundamenta­l pareciera ser el aporte económico y la decisión política de hacer viable el sostenimie­nto de los espacios.

Sobre el futuro de la actividad, Daulte considera que “habiendo tantas salas que no pueden abrir con los protocolos, hace falta un apoyo económico del Estado”. El no ejercicio de la profesión generó un “resentimie­nto” y algo se comenzó a “atrofiar”. En este contexto, mientras todavía hay más dudas que certezas, la declaració­n de la emergencia cultural en CABA pareciera ser una de las claves para que a fin de año abran –y no cierren definitiva­mente– muchos y valiosos teatros.

La sala gestionada por Javier Daulte es la primera independie­nte en volver. Presentará cuatro obras con pocas funciones.

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