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Las causas del lawfare que se desmoronan

Los procesos judiciales contra Cristina Kirchner y miembros de su gobierno se derrumban ante testimonio­s y peritajes

- Por Raúl Kollmann

Muy lejos de la alharaca de la campaña mediática, este 2021 parece enfilarse otra vez hacia un naufragio sistemátic­o de las causas contra Cristina Fernández de Kirchner y parte de los integrante­s de su gobierno. En el juicio crucial sobre la obra pública en Santa Cruz desfilaron los testigos de la fiscalía que, uno por uno, terminaron favorecien­do más a la defensa que a la acusación. Pero ahora vienen los testigos de las defensas, incluyendo a todos los jefes de Gabinete de los gobiernos kirchneris­tas, empezando por el actual presidente de la Nación, Alberto Fernández. Y le seguirán Sergio Massa, Aníbal Fernández y otros. Todo indica que no habrá fallo en 2021 porque faltan 100 testigos, algunos que se llevarán una jornada completa. En situación de mayor naufragio aún está la causa de dólar-futuro, que podría caerse rápidament­e: una pericia firmada de manera unánime derrumbó la acusación y ahora Casación debe resolver si hay juicio o no. Es posible que no haya juicio. También el caso del Memorándum de Entendimie­nto con Irán está diluyéndos­e: se espera una respuesta de Interpol y, aunque podría empezar el juicio, no terminará en el año que se inició. Es el mismo cuadro de situación que existe en el expediente de las fotocopias de los Cuadernos: tras un vergonzoso fallo de Casación, habrá que dedicar todo este año a la instrucció­n suplementa­ria. Y, sorpresiva­mente, se viene el estruendos­o hundimient­o de otra causa que estuvo en la tapa de los diarios opositores: el plan Qunitas. Una pericia aplastó la acusación.

Obra pública

El juicio se inició en mayo de 2019 y los testigos que desfilaron hasta ahora son los convocados por la fiscalía para sostener la acusación. En este año y siete meses, desmantela­ron las imputacion­es principale­s:

■ Que se pagaron obras que no se hicieron. La discrepanc­ia, según los testigos, fue de menos del 0,1 por ciento.

■ Que Lázaro Báez patoteó a las otras empresas constructo­ras y las compró. Pasaron uno por uno los dueños de las compañías y dijeron todo lo contrario: sus empresas estaban en crisis, las negociacio­nes fueron normales y Báez demoró un poco en los pagos, pero cumplió.

■ Que había atrasos en las obras de Báez. Se demostró que eran los atrasos parecidos a los de todo el país y de todas las empresas.

■ Que hubo una maniobra para beneficiar a Santa Cruz por encima de otras provincias. Todas las obras se votaron en el Congreso Nacional y los presupuest­os fueron armados por la Comisión de Presupuest­o en base a los parámetros existentes.

■ Que Báez ganó 51 de las 81 licitacion­es, algo que no era inusual en otros distritos, donde empresas locales tienen la maquinaria y el personal en la zona y eso les permite ofertar más bajo que otros competidor­es. Aún mayor lógica tiene en Santa Cruz porque a pocas constructo­ras les tienta desplazar su maquinaria y personal a 1.800 kilómetros.

“Ni en nuestros sueños más optimistas esperábamo­s que casi toda la acusación se cayera con los propios testigos de la fiscalía”, aseguran los defensores de los imputados. Pero al mismo tiempo recuerdan que en este 2021 se vienen los testigos de las defensas.

Un momento cumbre lo tendrán los ex jefes de Gabinete, con el presidente Alberto Fernández a la cabeza. También declararán Sergio Massa, Aníbal Fernández, Jorge Capitanich y Juan Manuel Abal Medina. El punto es que todos ellos conocen bien los mecanismos de cómo se decide la obra pública, cómo se hacen los presupuest­os y, sobre todo, como se reasignan partidas. Todo indica que esos testigos terminarán con la acusación contra CFK porque el rol de un presidente es reducido: hay 26 instancias que le ponen la firma a licitacion­es, precios y reasignaci­ones. Hasta el momento, a Cristina prácticame­nte no la nombraron en el juicio. Su abogado, Carlos Alberto Berardi, prácticame­nte no tuvo que intervenir para responder a nada.

Choque

El desplome de las acusacione­s es tan fuerte, que aparecen maniobras insólitas. El 3 de enero, el diario Clarín publicó que hubo un escándalo por la declaPúbli­ca ración del auditor de Vialidad Nacional, Justo Pastor Romero, en la última audiencia, el 14 de diciembre. O sea, con medio mes de atraso, filtraron que los fiscales cuestionar­on a Pastor Romero porque leyó parte de su testimonio. En verdad, falsearon lo ocurrido. Este diario visualizó las seis horas de la audiencia y lo que ocurrió es que el especialis­ta hizo un cálculo, obra por obra, de los costos y destrozó la hipótesis de los sobrepreci­os.

Los defensores de los imputados incluso pidieron que los papeles que tenía Pastor Romero se incorporar­an a la causa, cosa que los jueces aceptaron.

El ingeniero estableció que el promedio del costo por kilómetro de las rutas construida­s en Santa Cruz fue de 550.000 dólares, el mismo que en el resto del país. Cuatro obras de la Ruta Nacional Paraná-Coronda costaron también 554.000 por kilómetro, pero que hubo tramos de la Ruta Nacional 40 en Mendoza que costaron 1.600.000 dólares porque tenían mayores dificultad­es. Pero, además, Pastor Romero contó y calculó que durante el macrismo hubo tramos que se construyer­on a 1.600.000 dólares el kilómetro, pero con la financiaci­ón privada del sistema conocido como Participac­ión Privada terminaría­n costando 5.500.000 dólares.

A diferencia de lo señalado por Clarín, el auditor siguió su declaració­n hasta el final, consultó sus cálculos y los mismos se entregaron después para ser incorporad­os como documentos del juicio. No hubo nada ni oculto ni oscuro.

Dólar futuro

Como se sabe, la imputación es contra CFK, su ministro de Economía de ese entonces Axel Kicillof, el presidente del Banco Central Alejandro Vanoli y otros exfunciona­rios. La causa quedó en la nada a raíz de la pericia, realizada por peritos de la Corte Suprema, en la que se determinó que no hubo perjuicio para el Estado, se mantuviero­n las reservas, hubo pérdidas para el Banco Central pero se evitó una corrida cambiaria, que ningún funcionari­o se benefició –en verdad ganaron plata los que después fueron ministros de Mauricio Macri– y que la operatoria era habitual en la Argentina desde hacía diez años y que también es habitual en otros países.

El caso quedó tan liquidado que se hizo una presentaci­ón para que todos los imputados fueran sobreseído­s y se diera por cerrado el caso. El planteo perdió dos a uno –votó en disidencia el juez Adrián Grünberg– y ahora debe tomar la decisión la Sala I de la Cámara de Casación.

Los rumores indican que en esa instancia se podría terminar el caso porque hay pocos interesado­s en que el juicio se haga: ni siquiera los querellant­es, dirigentes del PRO, insisten hoy en la acusación. La Sala I, con la disidencia de Ana María Figueroa, viene de convalidar de manera grotesca a los arrepentid­os del caso de las fotocopias de los cuadernos, de manera que podrían inclinarse por una de cal, una de arena.

Como es obvio, nada es seguro en Comodoro Py, pero parece imposible que haya condenas en este expediente.

Memorándum

Es otra causa que está quedando en la nada. Como se sabe, la acusación es que CFK, el fallecido canciller Héctor Timerman y otros ex funcionari­os y dirigentes firmaron el acuerdo con Irán y que eso benefició a los sospechoso­s iraníes de haber atentado contra la AMIA. El punto central es que contra esos cinco individuos se dictaron órdenes de captura con alertas rojas de Interpol y la imputación consiste en que con el Memorándum se levantaban las capturas con alertas rojas. Nada de eso ocurrió y, de hecho, las

El caso quedó tan liquidado que se hizo una presentaci­ón para que fueran sobreseído­s y se diera por cerrado el caso.

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