Cómo volver al aula y no fallar en el intento
PáginaI12 consultó a docentes, sindicalistas, funcionarios y especialistas sobre los pros y los contras de volver a las clases presenciales cuando la pandemia aún no finalizó.
Con marzo todavía lejos, los contagios en aumento y las vacunas para los docentes cada vez más cerca, el debate sobre la modalidad con la que se llevará a cabo el inicio del ciclo lectivo se volvió inevitable, tanto en la sociedad como dentro de la política. Por eso, el vicejefe de Gobierno de la Ciudad, Diego Santilli, y el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, fijaron postura sobre el tema. La Ciudad decidió aferrarse a su promesa y sostener que el regreso a clases será en febrero y de manera presencial. En tanto, el jefe de los ministros condicionó la modalidad del regreso a la evolución epidemiológica de la pandemia. Por sur parte, el ministro de Educación, Nicolás Trotta, destacó que la presencialidad será “el ordenador del sistema educativo” pero también advirtió que el escenario respecto del coronavirus es dinámico. Ante este horizonte, los diferentes actores sociales, políticos y académicos del país debaten sobre las consecuencias sanitarias y pedagógicas de que los chicos y chicas vuelvan al aula. Para profundizar sobre esta discusión, PáginaI12 conversó con docentes, especialistas y referentes gremiales sobre el escenario que se abre en este nuevo ciclo lectivo.
“Desconfío de cualquiera que tenga respuestas categóricas respecto a este tema. En todos los países se fue probando a partir de ensayo y error, no hay evidencia categórica ni existe consenso científico respecto a cómo circula el virus, y hay muchas variables a tener en cuenta”, comienza diciendo el docente secundario y de formación docente, Manuel Becerra. “Nadie está conforme con la escuela remota, ni la familia, ni los chicos, ni los docentes. Los docentes no somos animales de zoom, somos animales de aula. Pedagógicamente, la potencia de la presencialidad es irreemplazable por la virtualidad. Además de que la escuela no es sólo un lugar donde se garantiza el derecho a la Educación, sino que también es un lugar en donde se garantizan otros derechos de niños, niñas y adolescentes. Es un espacio receptor de denuncias de violencia familiar, por ejemplo”, desarrolla Becerra, que además de especialista en temas de Educación da clases en Ciudad Buenos Aires. Aunque, finalmente, determina: “Pero frente a una escenario inédito como fue el de la pandemia, la modalidad virtual que se adoptó en el 2020 fue una forma posible, no óptima pero posible”.
A pesar del aumento de casos de coronavirus en gran parte del territorio nacional, el ministro Nicolás Trotta aseguró que las políticas restrictivas que puedan adoptar los distintos gobiernos provinciales o municipales “pueden convivir con el inicio de cla
ses presenciales”. Si bien se mostró preocupado ante el rebrote, Trotta ratificó que la “presencialidad cuidada” será el “eje ordenador” del ciclo lectivo 2021 . Frente a esta mirada, surgieron opiniones contrapuestas por parte de gremios y organizaciones sociales que reclaman que los niños y niñas vuelvan a clase. “Hay decisiones pedagógicas a tomar y este debate no pudo desarrollarse correctamente porque aparecen discursos muy duros que o sostienen que los gremios y los docentes no queremos volver a las aulas o, por el otro lado, que sostienen que si abrimos las escuelas ponemos en riesgo todo el sistema sanitario. Es posible explorar soluciones intermedias”, acota Becerra. año pasado con el objetivo reclamarle al gobierno que habilitase el regreso de los chicos y chicas a las aulas. Baratta enumera datos con rapidez y furia, como si quisiera adelantarse a las críticas y recriminaciones que masiado alto. Las consecuencias negativas de la falta de presencialidad que Baratta enumera son, en resumidas cuentas, las siguientes: acentúa las brechas educativas ya existentes, así como el el ciclo intergeneracional de la pobreza, ya que un gran porcentaje de niñes en Argentina no tiene acceso a computadoras y conectividad; implica un severo déficit de aprendizaje, llegando a la pérdida de habilidades adquiridas, incluso para aquellos y aquellas que tienen garantizada la virtualidad; aumenta la brecha laboral de género, en el caso de las madres; genera graves problemas en la salud mental y física, en el caso de les niñes. Y, por último, destaca que cerca de un millón y medio de alumnos y alumnas abandonaron la escuela durante la pandemia.
“Los costos son demasiado altos. La educación tiene que ser esencial, los docentes tenemos que ser trabajadores esenciales. Que los docentes de riesgo tomen licencia, pero que el resto de nosotros trabajemos como esenciales, como la cajera del supermercado o el taxista”, reclama Baratta.
Sindicatos docentes
“Es prematuro hablar de presencialidad, más aún teniendo en cuenta el fracaso de la experiencia de escuelas burbujas escolares que se organizaron en la Ciudad a partir de octubre”, indicó Eduardo López, secretario adjunto de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE) y dirigente de Ctera. “Es apresurado sostener que estamos en condiciones de volver a la presencialidad. En primer lugar porque siguen aumentando los casos y la situación sanitaria nos preocupa. Y, en segundo lugar, porque falta la inversión necesaria en obras de infraestructura, falta personal docente y de limpieza, faltan elementos de higiene”, coincidió, por su parte, la secretaria general de Ademys, Mariana Scayola.
“Hace meses que venimos trabajando