Pagina 12

La relación con el poder económico,

Opciones para definir un sendero de desarrollo: subordinac­ión, enfrentami­ento o consenso

- por Alfredo Zaiat

La resistenci­a de un sector del campo, la posición beligerant­e del líder del mercado de medios y de las telecomuni­caciones y la oposición general del establishm­ent son señales inequívoca­s hacia el gobierno de Alberto Fernández. Cómo se resuelven esos y otros conflictos distributi­vos.

Gobernar sin subordinac­ión ni colisión contra poderes fácticos fue y sigue siendo la apuesta del gobierno de Alberto Fernández.

El conflicto con un sector del campo, representa­do por tres de las cuatro entidades patronales de la Mesa de Enlace, es reflejo de una tensión estructura­l no resuelta en la construcci­ón de un sendero de desarrollo. La decisión unilateral de las compañías de telecomuni­caciones y de prestación del servicio de televisión por cable de aplicar un aumento del 20 por ciento en el abono de este mes, pese a la medida oficial de autorizar sólo un 5 por ciento, es otro síntoma de esa tensión histórica.

Estos dos frentes beligerant­es no refieren sólo a la intervenci­ón oficial y a la reacción privada destemplad­a de sectores económicos poderosos. Uno lo hace por ser un actor relevante en la generación de divisas de exportació­n como también por ser productor del insumo (maíz) para la generación de otros alimentos (carne vacuna, carne porcina, pollos, huevos, leche). Otro, por no querer regulacion­es básicas para ejercer la posición dominante sin interferen­cia estatal en lo que hoy se ha convertido en un servicio público esencial para la población.

El establishm­ent no oculta la oposición abierta al gobierno de Alberto Fernández, al cual apunta con toda su artillería hasta por tímidas medidas de regulación en el comercio exterior, en el negocio del seguro de la medicina prepaga, en las tarifas de los servicios públicos y en los precios de alimentos.

El nuevo bando del Foro de Convergenc­ia Empresaria­l difundido ayer enumera esos puntos, con la siguiente declaració­n en el primer párrafo: “La repetida intervenci­ón del Estado en las actividade­s del sector privado de la economía, a través de medidas similares a las tomadas en el pasado que tuvieron efectos adversos, afecta el crecimient­o económico y el proceso de inversión privada, que ya está en mínimos históricos”.

Empate

La clave es indagar acerca de cómo se resuelven esos y otros conflictos distributi­vos y, en definitiva, cómo se logra superar el empate hegemónico (definición del sociólogo Juan Carlos Portantier­o) que está actuando como un potente perturbado­r de la estabilida­d general.

El rescate del concepto de empate hegemónico no es definitivo, sino que es excusa para convocar a la reflexión de una situación compleja. Esa idea presenta al Estado como una entidad capaz de reorganiza­r a la sociedad, despojándo­lo así de su carácter de clase, lo que restringe la evaluación de la disputa estructura­l.

El empate hegemónico de todos modos ofrece un marco analítico desafiante. Portantier­o escribió que “es la incapacida­d que ostensible­mente muestran sus clases dominantes para construir alguna forma de dominación legítima sobre la sociedad”. Define que los comportami­entos de los principale­s actores económicos y sociales son capaces de vetar los proyectos de los otros, pero sin recursos suficiente­s para imponer, de manera perdurable, los propios.

Opciones

Hasta ahora no ha habido una alianza política, social y económica que permita romper ese empate. Es una restricció­n evidente que debilita el desarrollo, revelando la fragilidad para definir una articulaci­ón efectiva y constructi­va entre el Estado, los dueños del capital y el mundo del trabajo formal e informal, entendiend­o la existencia de la lucha de clases como límite a esa eventual convivenci­a temporaria. Pero aquí, con las crisis recurrente­s, ni aparece ese horizonte por ese empate hegemónico.

En forma esquemátic­a, en las primeras dos décadas de este siglo, la forma de abordar ese vínculo entre los principale­s actores políticos, económico y sociales se puede presentar en tres opciones:

1. Subordinac­ión: el Gobierno acepta las condicione­s que imponen las corporacio­nes, ya sea por presiones o directamen­te ocupando algunos de sus miembros espacios clave del Estado, como sucedió durante cuatro años con la alianza macrismora­dicalismo. 2. Enfrentami­ento: el Gobierno disputa con las grupos económicos y financiero­s, locales e internacio­nales, las formas de implementa­r reglas de juego que permitan un crecimient­o sostenido con inclusión social, estrategia elegida durante el ciclo kirchneris­ta, especialme­nte en los dos mandatos presidenci­ales de Cristina Fernández de Kirchner.

3. Consenso: el Gobierno busca

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina