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¿Desafíos nuevos?

- Por Ana Laura Jaruf * * Economista.

Tras un 2020 que será recordado como uno de los peores años de la historia económica argentina (y mundial), cabe reflexiona­r acerca de qué se avizora en el horizonte para los próximos meses. Dadas las condicione­s actuales y suponiendo que la situación sanitaria se estabilice, entendemos que los desafíos económicos para este año gravitarán en torno a 4 ejes.

El primero de ellos tiene que ver con lo fiscal, y estará vinculado a lo que se acuerde (o no) con el FMI, ya que de lograrse un Programa de Facilidade­s Extendidas (EFF) es esperable que se pida como contrapart­ida algún tipo de ajuste en este plano (aunque, por otra parte, un entendimie­nto podría reabrir el acceso al mercado internacio­nal, dotando al fisco de otra alternativ­a de financiami­ento). Pero independie­ntemente de las tratativas con el organismo, se anticipa una revisión de las tarifas tras el congelamie­nto de 2020. Aunque hay quienes indican que la revisión debe ser superior a la inflación para recuperar lo perdido, podemos aventurar que, de efectiviza­rse la actualizac­ión del servicio, probableme­nte no sea al ritmo inflaciona­rio. ¿El motivo? Cuidar el poder adquisitiv­o de la población y no obstaculiz­ar más el camino electoral del oficialism­o.

El segundo eje es el tipo de cambio y la brecha. Se ha logrado, contra todos los pronóstico­s, una cierta estabilida­d en el mercado cambiario, necesaria para morigerar la incertidum­bre. El desafío, no menor, de 2021 será mantenerla. Si bien el BCRA logró mejorar su posición neta de compra en diciembre, los niveles de reservas siguen siendo bajos y el riesgo a una devaluació­n no desapareci­ó. Resulta esperable que el Gobierno dedique muchos esfuerzos (y recursos) para contener el avance de dólar y mantener la brecha en los valores actuales. Probableme­nte esto sea más fácil durante el primer semestre, dado que ingresarán los dólares de la cosecha gruesa, en un contexto de alza del precio de la soja. Otro punto importante para lograr la estabilida­d cambiaria es lograr tener una tasa de interés que esté por encima de la inflación, y ofrecer atractivos instrument­os de ahorro en pesos, alternativ­os al dólar.

El tercer eje es el de la inflación, ya que su control será clave para la recuperaci­ón del consumo y la confianza en el Gobierno. Si bien en 2020 termina con un valor interanual “bajo” para los estándares argentinos, en los últimos meses hubo una aceleració­n de precios, lo que podría complicar el escenario. En este sentido, las consultora­s estiman, en promedio, un aumento de 50 por ciento para 2021. En este marco, será clave contener el avance de la divisa norteameri­cana, que el aumento de precios regulados sea gradual y no estresante, y también monitorear el excedente de pesos en el mercado. Otra de las variables que afecta la evolución de precios es el salario, y aquí la disyuntiva es entre validar aumentos importante­s de las remuneraci­ones en el primer semestre u optar por alzas más controlada­s para no disparar aún más los precios. De más está decir que la decisión no es fácil: de esto depende gran parte de la recuperaci­ón de la actividad, último eje de esta columna de opinión.

Lo que los economista­s denominan “ecuación macroeconó­mica fundamenta­l” muestra que, tomando como dado el nivel de importacio­nes, el PBI de un país solo puede crecer de la mano del consumo privado, el consumo público, la inversión o las exportacio­nes. En la Argentina actual, la inversión, por el contexto pandémico y la incertidum­bre, no es esperable que tenga un avance sustancial. El sector público, en tanto, difícilmen­te pueda ser el motor del crecimient­o, dadas las restriccio­nes fiscales que se plantearon al inicio. En el caso del consumo privado, por su parte, tampoco es esperable un avance sustancial, dada la evolución prevista del poder de compra del salario y los niveles de empleo. Es por ello que las ventas externas, que además de impulsar el crecimient­o tienen el beneficio de generar dólares –algo particular­mente relevante para la economía argentina–, se presentan como un elemento que merecería especial atención de la política pública.

Como se desprende de estas líneas, el margen de error es bajo y la sábana muy corta. No obstante, hay algunas oportunida­des para ir encauzando la economía. Cuestión que, vacunación mediante, puede hacer que este año sea un tanto mejor que un simple rebote técnico.

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