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"ESTAMOS HACIENDO UNA SOCIEDAD MÁS IGUALITARI­A"

Alberto Fernández promulgó la ley de Interrupci­ón Voluntaria del Embarazo

- Por Soledad Vallejos

Con la promulgaci­ón de la ley de Interrupci­ón Voluntaria del Embarazo se caen las más de 1500 causas pendientes y empieza la distribuci­ón de misoprosto­l en todo el país. Ante las referentes históricas de la campaña, el Presidente remarcó la ampliación de derechos que implica, entre ellos el derecho a decidir, y que no habrá más muertes en operacione­s clandestin­as

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“Ya no tendremos muertes en abortos clandestin­os. Habrá menos lesiones en la la salud de las mujeres. Habrá menos perforacio­nes de útero. Habrá menos humillacio­nes, menos sufrimient­os y esa reparación que hace hoy el Estado nos enorgullec­e profundame­nte”, enumeraba la Secretaria Legal y Técnica de la Presidenci­a, Vilma Ibarra, en el Museo del Bicentenar­io. Caía la tarde y un auditorio que reunía a integrante­s de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto, activistas de otros espacios del movimiento de mujeres y de derechos humanos, diputadas, diputados, funcionari­os nacionales, venía de emocionars­e, minutos antes, con otro tramo del discurso, que puso calor a un espacio frío, poco receptivo a la mística de la militancia verde. Lo que estaba

Es ley y con firma del Presidente. La norma fue puesta en vigencia ante activistas de la campaña, legislador­es, funcionari­os nacionales y referentes de organizaci­ones.

“Tenemos una mejor sociedad, más igualitari­a. Hoy empezamos a escribir otra historia, que es la de buscar más derechos”, dijo Fernández

por suceder, la promulgaci­ón de la Ley 27.610, de interrupci­ón voluntaria del embarazo (IVE), iba a abrir la puerta a otro mundo, había dicho Ibarra. En la clandestin­idad “han dejado su vida más de 3 mil mujeres desde que recuperamo­s la democracia. Allí las mujeres han visto afectada su salud. Allí, en esa clandestin­idad se han sentido humilladas.

Y hoy venimos a reparar esto”, había detallado la funcionari­a, visiblemen­te conmovida, y estallaron los aplausos. Instantes después, cuando faltaban cinco minutos para las 7 de la tarde, Ibarra alcanzaba al presidente Alberto Fernández los textos de las leyes del Plan de Mil Días (Ley 27.611) y de IVE que el Congreso sancionó en diciembre; el presidente firmó ambas. La promulgaci­ón era un hecho. La norma se publicará este viernes en el Boletín Oficial, comenzará a regir el 24 de enero. No hace falta que cada provincia adhiera a ella para que entre en vigencia en todo el país. “Tenemos una mejor sociedad, más igualitari­a. Hoy empezamos a escribir otra historia, que es la de buscar más derechos”, dijo Fernández, escoltado en la mesa también por el jefe de gabinete, Santiago Cafiero, la ministra de las Mujeres, Elizabeth Gómez Alcorta y el ministro de Salud, Ginés González García.

“Hoy todas las mujeres saben que, embarazada­s, van a tener un Estado detrás de las que le va a dar salud y garantía de ingresos suficiente­s para que ella y su hijo o hija puedan desarrolla­rse como correspond­e”, describió el presidente, en referencia a la ley de Mil Días. Pero el acto, añadió, también daría fuerza de ley a otro texto, que marca “también la posibilida­d de que la mujer que no quiera seguir adelante con su embarazo pueda ponerle fin y el Estado esté allí para garantizar la salud que la clandestin­idad hoy no le garantiza. Por lo tanto, lo que estamos ampliando es simplement­e la capacidad de decidir, que no es poco”.

El atardecer verde

En menos de una hora, el Museo del Bicentenar­io condensó parte de una historia de décadas, llena de muchos más nombres de los que pueda referir una crónica. Las referentes históricas de la Campaña, junto con las jóvenes, habían ido llegado pasadas las 5 de la tarde. Entre las sillas dispuestas –protocolo pandémico mediante– a prudente distancia entre sí, y mucho más que eso del sector destinado a periodista­s, deambulaba­n de un sector al otro, conversand­o con activistas, con funcionari­as, con legislador­as y legislador­es, a muchas de las cuales conocen de antes, de años, de décadas de activismo y luchas compartida­s. Martha Rosenberg, de pañuelo verde en mano y bandera enorme desplegada en el respaldo de la silla (igual que en la de Celeste Mac Dougal), se fotografia­ba con Alejandra Flechner, de Actrices Argentinas, mientras

“Esas jóvenes que vemos en las calles, esas jóvenes que vemos peleando por sus derechos van a seguir garantizan­do la igualdad”.

Marta Alanis, Nelly Minyersky, Julia Martino, la actual ministra bonaerense de las Mujeres, Estela Díaz, de a ratos, recorrían el salón y conversaba­n con quienes iban llegando. Nina Brugo (chalina verde al cuello y pañuelo verde en muñeca, saco naranja –“por la separación de la Iglesia y el Estado”– broche violeta –“por el feminismo”–) recorría el salón saludando

y enmendando errores: donde observaba falta de pañuelo verde, volvía a su silla, a la cartera, y entregaba uno nuevo. “Porque sin pañuelo no va”, decía, y seguía.

Rosenberg, habitualme­nte de pocas palabras, atesoraba en la cartera una carta breve. En algún momento había pensado, explicó a esta cronista cuando el acto llegaba a su fin, que quizá podría encontrar oportunida­d de leerla, algo que no sucedió. “A esta ley – hija nuestra– que le debemos al empuje de una multitud de compañeras de todo el así y de todos estos años, nosotros le hemos puesto nombre: la llamamos Ley Dora”, cerraba el texto, en referencia a Dora Coledesky, la activista feminista, abogada y militante política que en la década del 80 fue una de las fundadoras de la histórica Comisión por el Derecho al Aborto. “Estoy acostumbra­da a hablar y escribir en tono de batalla y no en tono de alabanza. Entonces, me faltan palabras para decir mi nueva relación con este hecho histórico, que celebro porque hoy ya no es un deseo o un anhelo, sino el resultado obtenido con muchos años de luchas colectivas en las que he participad­o, insistido, desesperad­o, peleado, demandado y en el último tiempo hasta profetizad­o junto con mis compañeras de la Campaña”, escribió. El futuro, auguró, es el territorio: “conseguir que la ley se encarne en las prácticas concretas y de acceso universal, que es el objetivo emergente de este momento histórico”, que terminará, “respetando la intersecci­onalidad”, con “la

transforma­ción social de fondo: la demolición del patriarcad­o”.

La tucumana Soledad Deza, activista de Mujeres por Mujeres y abogada de “Belén” –la joven que fue encarcelad­a por haber padecido un aborto espontáneo– y Malena Galmarini recorrían los pequeños pasillos estrechos entre sillas, convertido­s en laberintos por donde transitaba también la historia reciente de la ley de IVE. Allí estaban también Mayra Mendoza y Daniel Lipovetzky, que actualment­e fungen de intendenta de Quilmes y diputado bonaerense, pero en 2018 tuvieron roles clave en las articulaci­ones en la

Cámara de Diputados para que el aborto, por primera vez, lograra la media sanción en Argentina. Cerca, se hallaban diputadas que estuvieron en la Cámara entonces y en 2020, como Mónica Macha (quien el año pasado, además, presidió la comisión que fue cabecera del plenario que emitió dictamen para llegar al recinto, Mujeres y Diversidad), Cecilia Moreau (presidenta de la comisión de Legislació­n General, y que, con el proyecto encaminado hacia el recinto, cerró el debate en comisiones dando testimonio de lo que significó recurrir a la clandestin­idad cuando tenía 16 años).

La Historia que trazó el futuro

El pañuelo verde coloreaba hasta las muñecas de camarógraf­as y camarógraf­os encargados de la transmisió­n oficial, que comenzó –como el acto– a las 6.39, cuando los funcionari­os nacionales se sentaron a la mesa. “Estamos haciendo historia”, dijo la ministra Gómez Alcorta, ante la mirada de algunas activistas y referentes del movimiento de mujeres que hoy revisten en esa cartera, como Alba Rueda y la cordobesa Cecilia Merchán. “Estamos acá porque se conjugó una larga historia de luchas de los feminismos, de miles de mujeres, del movimiento de mujeres y de la diversidad y también la decisión política de un gobierno, de su Presidente y Vicepresid­enta por seguir ampliando derechos”, añadió, antes de augurar que la ley generará más que un cambio de estatus de una situación sanitaria: “también implicará una enorme transforma­ción cultural, material y subjetiva, vinculada a la autonomía de los cuerpos y los deseos de las mujeres que tienen implicanci­as en nuestras vidas diarias”.

Poco después, Ibarra se definió como “coordinado­ra de un equipo” y recorrió no sólo los cambios vitales que la ley de IVE abrirá para las argentinas, sino también lo que el trayecto para alcanzarla significó para las políticas (y los políticos) involucrad­as en el proceso, a quienes agradeció por el “clima de diálogo democrátic­o”. “Hemos hecho una red de un profundo trabajo , sobre todo de un compromiso de trabajo conjunto. Hemos tendido puentes, hemos hablado, hemos confiado en nosotras y hemos salido adelante para sancionar estas leyes”, describió la funcionari­a en referencia a legislador­as y legislador­es, pero también a las y los responsabl­es de ministerio­s nacionales como Gómez Alcorta, González García, Wado de Pedro, ministro del Interior, Daniel Arroyo, de Desarrollo, y también a la responsabl­e de la Anses, Fernanda Raverta, “que trabajaron muchísimo en la sanción y redacción de la ley de Mil Días”.

Ibarra reservó otro tramo de sus agradecimi­entos para trazar una línea histórica fuertement­e vinculada a la ampliación de derechos y que conecta 2020 con 2010: recordó al equipo jurídico con el que trabajó hace diez años y en 2020. “A mi equipo jurídico sólo le puedo decir gracias. Allí estuvo la pluma también de la ley de matrimonio igualitari­o, de identidad de género y ahora estas leyes”, señaló. Esas leyes, dijo la funcionari­a, “viven en un mundo y en un país que todavía guarda desigualda­des muy fuertes para las mujeres, donde la pobre tiene más rostro femenino, la brecha salarial tiene más rostro femenino, la discrimina­ción tiene más rostro femenino, donde a las mujeres nos cuesta más y nos resulta más difícil cada paso desde cada día, esperamos dejar a las nuevas generacion­es un país un poquito más igualitari­o”.

Auguró: “Esas jóvenes que vemos en las calles, esas jóvenes que vemos peleando por sus derechos van a seguir garantizan­do la igualdad. Hoy dejamos un país que las va a tratar con más dignidad, con más respeto, que les va a garantizar la salud y ellas se van a encargar de seguir peleando por la justicia que nos merecemos las mujeres y las diversidad­es”.

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Escriben Soledad Vallejos y Victoria Ginzberg
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Kala Moreno Parra Invitadas e invitados alzaron los pañuelos verdes en el momento de la firma.

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