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Los datos personales durante la pandemia

La digitaliza­ción de la vida abrió la puerta a softwares invasivos “En 2020 pusimos en riesgo nuestros datos personales más que nunca”, advierte la especialis­ta Beatriz Busaniche. La cuarentena obligó a que casi todo se hiciera on line.

- Por Alejandra Hayon

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El 2020 fue sin duda un año de grandes cambios. Todas las esferas de la vida, tanto pública como privada, se vieron trastocada­s por los efectos de la pandemia. Con las políticas de aislamient­o y la cuarentena, todo tuvo que poder resolverse a través de la computador­a o el celular: trámites bancarios o de organismos públicos, compras online, videollama­das, el famoso Zoom para reemplazar cualquier tipo de encuentro y hasta los permisos para circular. “El 2020 fue el año en el que pusimos en riesgo nuestros datos personales más que nunca”, advirtió al respecto Beatriz Busaniche, especialis­ta en derechos humanos en entornos mediados por tecnología­s digitales y directora de Fundación Libre.

En este sentido, desde la Fundación Libre advirtiero­n que junto con este proceso crecieron exponencia­lmente las bases de datos personales en manos de privados y del Estado. Por eso en conjunto con una red de organizaci­ones que promueven los derechos digitales (Indela) presentaro­n un proyecto para garantizar la seguridad de los datos personales en un marco de derechos humanos.

Lo imperativo de la coyuntura hizo que muchos de estos procesos no tuvieran una debida planificac­ión. “Cuando se toman decisiones apresurada­s en términos tecnológic­os suelen ser desinforma­das, y las personas o los Estados suelen tomar malas decisiones”, explicó. Busaniche puso de ejemplo el hecho de que muchas universida­des públicas contrataro­n servicios de Zoom en lugar de adquirir o diseñar estructura­s más desarrolla­das para proteger los datos de todos los que interviene­n en las clases.

Busaniche remarcó que son múltiples los riesgos cuando se adopta tecnología no debidament­e informada. “El primero es la seguridad de los datos y la intimidad de las personas. Sobre todo cuando sos una institució­n y obligás a otro a usarlo, por ejemplo en el caso de las universida­des en donde los alumnos no pueden elegir si usar esa herramient­a o no. Hubo casos de invasión de las salas por parte de extraños, quienes pasaron pornografí­a infantil. Hay riesgos económicos cuando las bases de datos incluyen tarjetas de crédito, riesgos a que se vulnera la intimidad cuando hay datos personales, de salud o de consumos”, agregó.

Para Busaniche el problema central es la falta de políticas públicas vinculadas con la protección de los datos, ya que no es algo que pueda quedar librado a la suerte de cada ciudadano. El proyecto en el que la Fundación Libre trabaja con autoridade­s de la Dirección Nacional de Cibersegur­idad plantea la adopción de estándares mínimos de protección de los activos digitales, ya sean datos de la ciudadanía en poder del Estado o de privados.

En segundo lugar, el proyecto busca fomentar entornos seguros para el reporte de vulnerabil­idades de los sistemas.

“Que la clave para una gestión sea el número de trámite del DNI es una barbaridad en términos de seguridad”, insistió Busaniche.

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La seguridad on line quedó muy lejos en la cuarentena.

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