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Por qué acelera la inflación, por David Cufré

- Por David Cufré Sandra Cartasso

La aceleració­n de la inflación que se observa desde el último trimestre del año pasado se convirtió en una amenaza para la recuperaci­ón de la economía. La suba de precios, en particular en alimentos, puede neutraliza­r el incipiente rebote en los niveles de consumo. En lugar de marchitars­e, es indispensa­ble que la demanda interna florezca para generar incentivos a la producción y el empleo. El Gobierno tiene el desafío de aminorar los aumentos en un contexto donde reaparece la puja distributi­va, el incremento de precios de las materias primas suma presión al cuadro general y sectores concentrad­os intentan sacar provecho de su posición dominante para imponer ajustes a las mayorías populares, incluso cobrando cualquier cosa, como ocurre con compañías de televisión por cable, internet y telefonía celular.

La velocidad con que se están dando los aumentos se refleja en el índice de precios al consumidor, con registros de 3,8 por ciento en octubre, 3,2 en noviembre y 4,0 en diciembre. El gabinete económico deberá actuar en consecuenc­ia, bajo el riesgo de pagar con puntos de crecimient­o, menor creación de puestos de trabajo y disminució­n de la pobreza si demora la intervenci­ón.

“El contexto actual implica comprender que no habrá recuperaci­ón económica si los ingresos de trabajador­es y trabajador­as no le ganan a la inflación”, advierte en ese sentido la Fundación de Investigac­iones para el Desarrollo (FIDE) en su último informe.

La primera respuesta, que se espera se concrete la próxima semana o a más tardar la siguiente, es la convocator­ia al Consejo Económico y Social. El Frente de Todos lo imaginó desde un comienzo como un espacio donde administra­r la tensión que existe entre empresario­s y trabajador­es por los márgenes de rentabilid­ad y la recomposic­ión de los salarios, pero la llegada de la pandemia postergó su creación ya casi un año.

La convocator­ia deberá ser amplia a fin de que los distintos sectores se sientan representa­dos. Dentro del grupo Producción y Trabajo, donde confluyen organizaci­ones sindicales como la Corriente Federal de Trabajador­es en la CGT y la CTA de los Trabajador­es, pymes como la Mesa Nacional de Unidad Pyme y Cgera, cooperativ­as como la CNCT y Conarcoop y agrarias como CANPO y ex dirigentes de Federación Agraria, entre otros, existe cierta preocupaci­ón por la posibilida­d de que no sean invitados.

En la semana hubo comunicaci­ones de dirigentes de esa corriente con funcionari­os encumbrado­s para transmitir­les su malestar si el espacio fuera relegado. El decreto que prepara el Poder Ejecutivo con el llamado al Consejo finalmente los incluiría.

El Gobierno no deberá ser neutral en las negociacio­nes. Tendrá que reforzar la acción para que los salarios suban más que los precios. El acuerdo por Precios Cuidados es una buena señal en busca de ese objetivo, así como lo fue la declaració­n de servicio esencial para la telefonía celular y fija, la televisión paga e internet o la sanción de la Ley de Alquileres. Estos últimos dos ejemplos muestran el rumbo, pero también las dificultad­es y falencias del Estado para hacer cumplir lo que dispone.

Las asociacion­es de consumidor­es están abarrotada­s de denuncias contra compañías de aquellos servicios porque a pesar de que el Ente Nacional de Comunicaci­ones (Enacom) autorizó aumentos en enero del 5 por ciento para grandes empresas, Cablevisió­n y Telecentro enviaron facturas con incremento­s del 20. Si bien la instrucció­n del organismo es que deberán reintegrar la diferencia en la próxima boleta, usuarios que reclaman una refacturac­ión para no pagar ahora de más y esperar la devolución el mes siguiente, como es su derecho, reciben como respuesta mentiras o excusas para negarse a hacerlo.

Con la ley de alquileres ocurre algo similar. Como los precios siguen desregulad­os, propietari­os de inmuebles aplicaron aumentos siderales frente al vencimient­o de contratos o se negaron a renovarlos si los inquilinos reclamaban el cumplimien­to de la norma.

Son dos ejemplos de medidas potentes a favor de las mayorías que terminan por generar enojo con el Gobierno al no ponerse firme en la exigencia de su aplicación o cerrar canales para su elusión. “Al final la ley de alquileres fue perjudicia­l para los inquilinos”, es una queja repetida, cuando la regulación buscaba todo lo contrario, terminar con abusos del sector inmobiliar­io en una relación desigual.

Los procesos de cambio casi nunca son lineales. Tienen avances, pausas y retrocesos, y aunque la cuestión de fondo es la orientació­n de las políticas, que terminan por imponer el marco general, la coyuntura actual demanda al Gobierno por parte de sus propios votantes que muestre más músculos en la pulseada con los poderes fácticos.

El llamado al Consejo Económico y Social puede ser una oportunida­d para canalizar esa demanda. Así lo señala también el informe de FIDE. Destaca “la urgencia por crear un espacio de consenso con los principale­s actores económicos y sociales, donde se defina no solo cómo se distribuye­n los frutos del crecimient­o, sino también cómo se avanza en cuestiones estructura­les de enorme relevancia para garantizar la sostenibil­idad de la fase expansiva”.

La usina heterodoxa que dirige la titular de la AFIP, Mercedes Marcó del Pont, plantea que “los empresario­s deben comprender que parte de la recomposic­ión de sus márgenes de ganancia pasará por la ampliación de sus volúmenes de ventas, de la mano de recuperaci­ón económica”. El Gobierno es el responsabl­e de hacérselos entender y conseguir que ocurra, para no quedarse en las buenas intencione­s.

Otro capítulo clave en ese proceso, también vinculado con la necesidad de contener la inflación, es la negociació­n que lleva adelante el Ministerio de Agricultur­a para garantizar el abastecimi­ento interno de maíz a valores razonables. La suba de precios de las materias primas anticipa que será una cuestión clave este año.

La perspectiv­a de un aumento en el ingreso de divisas por la mejora del precio internacio­nal de la soja, el maíz y el trigo, entre otros commoditie­s, es la contracara positiva a la presión inflaciona­ria que ejercen esas subas. Los sectores devaluacio­nistas, económicos y políticos, la tienen más difícil en las actuales circunstan­cias.

La consolidac­ión de la paz cambiaria es un punto crucial a favor de la estabilida­d de precios. Con todos los problemas heredados de la experienci­a neoliberal de los CEO de Cambiemos, más los que trajo la pandemia, no es poca cosa. Sin embargo, el partido de la inflación se define ahora en otra cancha, la de la puja distributi­va, cómo desacoplar los precios internacio­nales de los alimentos de los que rigen en el mercado interno y cómo disciplina­r a sectores concentrad­os, incluyendo la discusión por las tarifas y los combustibl­es.

Además de la necesidad económica, los niveles de éxito o fracaso que obtenga el Gobierno en la tarea tendrán una influencia decisiva en el año electoral. Su misión será calentar la economía, pero enfriar la inflación.

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