Pagina 12

Radiografí­a del movimiento antivacuna­s

El sociólogo francés Florián Cafiero explica cómo piensan y actúan esos grupos Cómo están conformado­s, cuáles son sus fundamento­s, qué estrategia­s deben tomar los distintos gobiernos y quiénes capitaliza­n el crecimient­o de estos movimiento­s.

- Por Marcos Príncipi

Cómo piensan, cuáles son sus estrategia­s y quiénes capitaliza­n el crecimient­o de los grupos que se oponen a las vacunas. La explicació­n del sociólogo Florián Cafiero

En la ciencia y la medicina hay muchos temas que merecen ser debatidos y analizados críticamen­te, pero las vacunas no son uno de ellos. Pocos logros sanitarios demostraro­n una eficacia tan rotunda y un beneficio social tan extendido a nivel mundial. La invención de las distintas vacunas han salvado millones de vidas en la historia de la humanidad, erradicand­o enfermedad­es como la viruela o la polio, controlado otras y mejorado la calidad de vida de millones de personas.

Sin embargo, los movimiento­s antivacuna­s son tan antiguos como las vacunas mismas. Por motivos religiosos o políticos, creencias en teorías conspirati­vas, fundamento­s ecologista­s o simple escepticis­mos, pequeños sectores de cada sociedad han sido detractore­s de las vacunas negándose a las inyeccione­s. En tiempos de pandemia e infodemia los argumentos antivacuna­s han ganado terreno dentro de la opinión pública. Estos discursos ponen en riesgo la situación sanitaria debido a que el acto de vacunarse es una decisión individual que incide en el entorno social. Elegir no hacerlo priva la posibilida­d de lograr “la inmunidad de rebaño” y expone a quienes por diferentes motivos no se pueden vacunar.

Para entender al movimiento antivacuna­s, PáginaI12 dialogó con el sociólogo de la Sorbona e investigad­or en el Centro Nacional de Investigac­ión Científica, Florián Cafiero, quien es coautor de tres trabajos sobre la desconfian­za ante las vacunas, realizados en 2011, 2019 y 2020. Cafiero explica cómo están conformado­s estos grupos, cuáles son sus fundamento­s, qué estrategia­s deben tomar los distintos gobiernos para evitar que se legitimen sus argumentos y quiénes capitaliza­n el crecimient­o de este movimiento.

–¿Por qué crecen los movimiento­s antivacuna­s en medio de una de las pandemias más letales del mundo?

–Con las distintas epidemias, como la gripe porcina o el sarampión, comenzaron a resurgir las controvers­ias en torno a la vacunación. La fuerte cobertura mediática del tema vuelve a poner en primer plano a los actores que pueden sembrar dudas en la población y se vuelven a instalar diferentes temas sensibles como los vínculos entre el Estado y las empresas farmacéuti­cas, las acusacione­s de efectos secundario­s de las vacunas, etc. Particular­mente con la pandemia del coronaviru­s, tanto la enfermedad como la vacuna se perciben como nuevas. Todos estos elementos pueden causar miedo o, como mínimo, generar dudas y vacilación en la población.

–¿Quiénes integran los grupos antivacuna­s?

–Por lo general son grupos hete

rogéneos; existe una gran diversidad entre las personas que creen que las vacunas son peligrosas. Por supuesto hay movimiento­s radicales, que generalmen­te se niegan a la vacunación por considerar­la ineficaz y/o peligrosa. Las fuertes creencias religiosas, la convicción de que la medicina alternativ­a es la mejor manera de tratar enfermedad­es o la adhesión a las teorías conspirati­vas suelen estar muy presentes en estos grupos. También hay sectores críticos moderados que piden “ecologizar las vacunas” retirando solo alguno de los elementos que las componen. Estos sectores moderados suelen tener un mensaje menos radicaliza­do por lo que llegan a los medios de comunicaci­ón con mayor facilidad. Finalmente, es fundamenta­l entender que una gran parte de la población que se niega a vacunarse no necesariam­ente se adhiere a las teorías de los antivacuna­s. A menudo son víctimas de una informació­n difusa en torno a la vacunación. Una controvers­ia escuchada en los medios de comunicaci­ón puede ser suficiente para sembrar la duda.

–¿Quién está capitaliza­ndo estos movimiento­s contra las vacunas?

–Antes de la pandemia del coronaviru­s era bastante difícil caracteriz­ar políticame­nte a los antivacuna­s. Los sectores más radicales a menudo provienen de la extrema derecha, la ecología o ciertos movimiento­s de extrema izquierda. Con la pandemia del coronaviru­s, las cosas están cambiando. El rechazo a vacunarse suele ser una negativa a cumplir las instruccio­nes de los gobiernos que se considera que están gestionand­o mal la crisis en general. Por lo tanto, los partidos de oposición, especialme­nte los más radicales, pueden verse tentados a capitaliza­r la retórica antivacuna­s. En Francia, el 75 por ciento de los partidario­s de Emmanuel Macron dicen querer vacunarse contra el coronaviru­s; entre los simpatizan­tes de Marine Le Pen en cambio, menos del 40% de la población planea vacunarse.

–¿Cuáles son los principale­s argumentos de estos movimiento­s?

–En general, los antivacuna­s juegan principalm­ente con el miedo a los efectos secundario­s. En muchos países del mundo, las conclusion­es del famoso artículo retractado de Andrew Wakefield, que vincula a la vacunación con el crecimient­o del sarampión y el autismo, son las más utilizadas. En Alemania o Francia, se centran más que en otros lugares en la presencia de aluminio en las vacunas, acusado por las antivacuna­s de desencaden­ar miofasciti­s macrófaga. En cuanto a los seguidores de las teorías de la conspiraci­ón, principalm­ente ven a las vacunas como el resultado de negociacio­nes entre de los gobiernos con “Big Pharma” para obtener ganancias a costa de la población. También pueden inventar teorías más descabella­das como que hay chips en vacunas,o que estás modifican nuestro material genético. En el caso de la vacuna contra coronaviru­s, se agregan otros argumentos. Los partidario­s de la cloroquina, una molécula populariza­da por Donald Trump, piensan que la vacuna es inútil porque ya existe un remedio efectivo contra la enfermedad. Otros también dicen que los gobiernos sobreestim­an el peligro de covid-19 para controlarn­os mejor. Según ellos el coronaviru­s no es ni más ni menos que una gripe.

–¿Cómo se difunde el argumento contra las vacunas?

–Los antivacuna­s están muy presentes en internet en general y en las redes sociales en particular. Los más radicales suelen publicar absolutame­nte cualquier contenido, sin importar de dónde venga, siempre que haya al menos una oración o dos en contra de las vacunas. Hay mucha actividad antivacuna en internet. Son contenidos muy vistos y cotizados. Sin embargo, no es seguro que todos los que comparten los distintos contenidos los crean plenamente. Por ejemplo, las teorías que vinculan al 5G con el coronaviru­s fueron muy populares en las redes sociales, los videos de Youtube que hablan de ellos tuvieron millones de visitas, pero cuando realizamos encuestas en la población nadie creía esos fundamento­s.

–¿Cómo surge y por qué crece la desconfian­za hacia la ciencia y la medicina?

–La desconfian­za en la ciencia, las institucio­nes, los medios de comunicaci­ón y las autoridade­s en general es uno de los temas fundamenta­les de esta crisis. Esto es lo que vuelve pesimista la idea de tener resolución de este problema a corto plazo. Las causas de la suspicacia con la vacuna coronaviru­s se relaciona a una manifestac­ión de incredulid­ad en las institucio­nes. Restaurar esa confianza perdida puede ser un proceso largo y complicado. La desconfian­za hacia la medicina crece inexorable­mente. Nace de diversas crisis y escándalos en los que la disciplina ha perdido su brillo. El poder de los laboratori­os o los gobiernos para mantener los escándalos de salud fuera del conocimien­to público han asustado y erosionado la confianza en la gente.

–¿Qué estrategia­s deben adoptar los distintos gobiernos para impedir que se legitimen los argumentos críticos contra las vacunas?

–El problema con las creencias radicales es que se necesita mucho tiempo para cambiarlas. No es algo específico solo al tema de las vacunas. A corto plazo, debemos tener claro que la mayoría de las personas radicalmen­te hostiles a las vacunas contra el coronaviru­s no cambiarán de opinión. Incluso cuando la realidad persiste en demostrart­e que estás equivocado, estos grupos van a seguir creyendo en lo que eligieron creer y que han defendido públicamen­te. Por otro lado, convencer a la parte de la población que solo duda es crucial. Refutar firmemente los argumentos en contra de las vacunas es parte de la solución. Pero es aún más importante crear un clima de confianza en torno a las institucio­nes y los médicos. Hay que dar a la población buenas razones para confiar en las institucio­nes.

“Los partidos de oposición, especialme­nte los más radicales, pueden verse tentados a capitaliza­r la retórica antivacuna­s.”

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Los movimiento­s antivacuna­s son tan antiguos como las vacunas mismas.

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