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Procesado por lavar plata para los espías

Ramos Padilla imputó al financista Aldo Eduardo Sánchez Con el procesamie­nto de Sánchez, que se ocupaba de la trama financiera de la banda paraestata­l de D’Alessio, el juez de Dolores dio otro paso en la causa sobre el espionaje ilegal.

- Por Luciana Bertoia

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El juez federal de Dolores, Alejo Ramos Padilla, procesó a un empresario que formó parte del esquema del falso abogado Marcelo Sebastián D’Alessio para lavar activos dentro de lo que se conoce como “Grupo Buenos Aires”. El magistrado había pedido su captura en mayo del año pasado, pero recién lo pudieron detener a principios de diciembre en Panamá, desde donde fue extraditad­o. Como existe riesgo de fuga, Sánchez seguirá detenido y con sus cuentas congeladas.

El 20 de marzo de 2018, el excomisari­o Ricardo Bogoliuk –para entonces exjefe de la base Ezeiza del “Proyecto AMBA” de la Agencia Federal de Inteligenc­ia (AFI)– creó un grupo de WhatsApp al que le puso de nombre “Buenos Aires”, quizá preso de cierta nostalgia por la extinción de la iniciativa de igual nombre de la ex SIDE para el espionaje en la provincia. Sumó allí a tres compiches: D’Alessio, Pablo Bloise y Marcelo González Carthy de Gorriti. Sánchez no era parte, pero lo nombraban con asiduidad. Todos los otros integrante­s del grupo ya fueron procesados por Ramos Padilla y todos tienen confirmado su procesamie­nto –a excepción de González Carthy de Gorriti, cuyo caso analiza la Cámara Federal de Mar del Plata–. Según reconstruy­ó Ramos Padilla, Sánchez figuraba como sender de abultadas sumas de dinero –tanto como 500 millones de euros– a un grupo con sede en Turquía, que se triangulab­an vía cuentas en las Islas Comoras en Africa. El propio Sánchez reconoció durante la indagatori­a que la empresa que figuraba como titular de la cuenta bancaria desde donde se enviaba el dinero –Aldo Eduardo Sánchez Buildings & Entertainm­ent– le pertenece y está radicada en Italia, donde él declaró domicilio. El juez también probó que, mientras se realizaban esas operacione­s, Sánchez entraba y salía de Argentina con destino a Panamá.

La otra pata de la mecánica es que una cuenta a nombre de Sánchez también figuraba como destinatar­ia de parte del dinero que se había blanqueado antes. “No puede prescindir­se de la hipótesis de que estas maniobras se tratasen de una única operación que se intentó realizar en diferentes transferen­cias individual­es mutando los datos de las partes sender y receiver y las entidades y cuentas bancarias involucrad­as”, apuntó Ramos Padilla.

El juez de Dolores había pedido la captura de Sánchez en mayo pasado, pero recién lograron detenerlo el 4 de diciembre último en Panamá, desde donde lo extraditar­on el 7 de enero. Hubo un intento de detenerlo en República Dominicana, pero Sánchez se escapó mientras se hacían los trámites para la

extradició­n y cruzó a México con intención de seguir hacia Estados Unidos, pero sonaron las alertas y lo devolviero­n a Panamá. El viernes 9, Ramos Padilla lo indagó y dispuso que quedara detenido en instalacio­nes del Servicio Penitencia­rio Federal (SPF).

El juez entiende que Sánchez fue parte de la asociación ilícita que tiene como integrante más reconocido a D’Alessio, a la que describe como una “organizaci­ón criminal paraestata­l que utilizó diversas herramient­as del espionaje ilegal con fines políticos, económicos y judiciales, y que creció en varias jurisdicci­ones del país y en el exterior, para beneficio de sí misma, de sus integrante­s y de diversos organismos estatales y funcionari­os públicos”. Ramos Padilla explica que esa organizaci­ón tuvo un funcionami­ento modular, por lo que su integració­n se iba modificand­o según los intereses que persiguier­a y se valía siempre de sus relaciones con funcionari­os estatales y con periodista­s y medios de comunicaci­ón. Uno de esos módulos fue el que representó el “Grupo Buenos Aires”, que se dedicaba a hacer transferen­cias financiera­s millonaria­s en el exterior.

Según admite el juez, todavía no se pudo acreditar quiénes eran los titulares reales de los fondos con los que maniobraba­n Sánchez y compañía, pero la sospecha apunta a que la banda de

D’Alessio no sólo persiguier­a intereses personales y que las maniobras de lavado pudiesen involucrar a la propia AFI, con la que tanto D’Alessio como Bogoliuk tenían vinculacio­nes más que aceitadas.

Como una causa conexa al D’Alessiogat­e, Ramos Padilla investiga el espionaje político que la AFI macrista habría desplegado en territorio bonaerense entre 2016 y 2017 a través del llamado “Proyecto AMBA”, hechos por los que ya procesó al exdirector general Gustavo Arribas y a su número dos, Silvia Majdalani, quien en las próximas horas viajará a Miami hasta el 10 de febrero después de conseguir por parte de la Cámara Federal de Mar del Plata la autorizaci­ón que el juez de Dolores le había negado. Ramos Padilla tiene previsto avanzar con esa línea de investigac­ión en cuanto concluya la feria de enero. Para la primera semana de febrero, ya citó a tres exfunciona­rios de la AFI que oficiaban de coordinado­res entre el director del “Proyecto AMBA”, Pablo Pinamonti, y los jefes de las nueve bases de la provincia de Buenos Aires. También quiere indagar a quien estuvo a cargo de la delegación Bahía Blanca durante los primeros tiempos del “Proyecto AMBA”.

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NA Ramos Padilla apuntó contra el “Grupo Buenos Aires” de la banda.

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