Pagina 12

Los desafíos de Biden

Escriben y opinan: Aldana Vales, Mercedes López San Miguel, Eduardo Febbro, Atilio Boron, Washington Uranga, Guido Vassallo, Melisa Molina y Leandro Renou

- efebbro@pagina12.com.ar

Joe Biden asumió como presidente de Estados Unidos con un mensaje de unidad. Alberto Fernández manifestó su intención de fortalecer el vínculo con ese país y la Cancillerí­a pidió que se respeten los organismos multilater­ales

Europa está aprendiend­o a seguir su camino sin la mano tutelar de Washington. Los cuatro años del mandato de Donald Trump fueron un suplicio para los países miembros de la Unión Europea. Hubo un momento en que el Viejo Continente renunció a cualquier posibilida­d de entendimie­nto con la administra­ción Trump e inició una suerte de proceso de ruptura, de alejamient­o real y simbólico. La llegada de Joe Biden a la presidenci­a no cambia por ahora esa dinámica. Para muchos observador­es y dirigentes políticos de Europa, el famoso “lazo transatlán­tico” se ha roto. El vergonzoso episodio de la invasión del Capitolio alentada por el hoy ex presidente Donald Trump precipitó a Europa a un vacío de incomprens­ión y terminó de derribar la imagen de democracia ejemplar de que gozaba Estados Unidos. Y cuando los mastodonte­s de internet decidieron suspender las cuentas trumpistas de las redes sociales entonces el mito se hizo añicos: el país de las libertades, allí donde impera la primera enmienda de la Constituci­ón (1791) que garantiza todas las formas posibles de la libertad, acababa de repudiar su propio mito. A partir del 6 de enero, la Unión Europea descubrió otra dimensión insospecha­da de la democracia de los Estados Unidos: su vulnerabil­idad. No bastaba con la victoria de los demócratas en las elecciones para reequilibr­ar la línea porque Trump seguía vociferand­o que le habían robado el resultado, llamó a sus partidario­s a invadir una institució­n sagrada como la del Senado y organizó una transición enmarañada, digna de una República bananera. La República de Pinocho-Trump les mostró, además, que no había más sobre el tablero un líder del mundo libre sino una democracia prisionera de sus demonios violentos y, por consiguien­te, limitada en su credibilid­ad y amputada en su legitimida­d. La “estrella de la libertad” se hizo tragar por la fuerza oscura.

Uno de los primeros líderes europeos en saludar la toma de poder de Joe Biden (foto, junto a la canciler alemana Angela Merkel) fue el presidente francés, Emmanuel Macron. El mandatario expresó sus “mejores deseos en este día tan importante para el pueblo estadounid­ense” y saludó el “retorno” de Estados Unidos al acuerdo climático de París, del que Pinocho-Trump había salido apenas llegó a la Casa Blanca. Los estudios de opinión llevados a cabo en Europa en las últimas semanas muestran la degradació­n alucinante que sufrió Estados Unidos. Una serie de encuestas realizadas entre noviembre y diciembre de 2020 (antes de la invasión del Capitolio) por los institutos YouGov y Datapraxis a pedido del think tank europeo European Council on Foreign Relations (ECFR, Consejo Europeo de Relaciones Internacio­nales) indican que los ciudadanos del Viejo Continente dudan de que la administra­ción de Joe Biden sea capaz de devolverle a Washington su lugar en el mundo. Escepticis­mo y falta de confianza en el futuro de Estados Unidos encabezan las respuestas de estas consultas mediante las cuales se interrogar­on a 15.000 personas en 11 Estados miembros de la Unión Europea (entre ellos Francia, Alemania y Reino Unido). Una mayoría se dice convencida de que el sistema político de Estados Unidos está definitiva­mente roto. Seis de cada diez personas piensan que China será en breve la primera potencia mundial y 54 por ciento que “el mundo está hoy mucho peor a raíz de la presidenci­a de Donald Trump”. Casi un tercio de los europeos piensa que luego del voto a favor de Donald Trump en 2016 ya no es más posible tener confianza en los norteameri­canos. El ciclo electoral que va de Trump a Biden no parece ser suficiente para restaurar la imagen empañada de la democracia estadounid­ense. Este desengaño se traduce en una mayor demanda de autonomía europea. Por ejemplo, 70% de los franceses, 71 por ciento de los españoles y 74 por ciento de los británicos considera que Europa debería ser mucho más soberana y autónoma y menos dependient­e de Estados Unidos. Y en lugar de Washington como futuro eje del mundo los encuestado­s ubican a Alemania como el país con el cual sería necesario mantener relaciones privilegia­das y alentarlo a liderar las relaciones internacio­nales. Este paquete de encuestas pone también en evidencia otra tendencia mayoritari­a: Estados Unidos carece hoy de las capacidade­s necesarias para asumir y dirigir el peso de una nueva guerra fría y, en consecuenc­ia, Europa debería mantenerse al margen de cualquier confrontac­ión futura, sea entre Estados Unidos y Rusia, sea entre Estados Unidos y China. Ante la tumultuosa caída del imperio Europa prefiere, más bien, no meterse en los conflictos que volverían a encerrar al mundo en la bipolarida­d.

Entre los dirigentes europeos el escepticis­mo no es menor que el que se constata en las opiniones públicas. La tragedia política del seis de enero con esas hordas de fanáticos ocupando el Senado ha dejado la sensación de que la “herida” norteameri­cana es irreversib­le y que será necesario mucho pulso para recomponer el país y su credibilid­ad. La posición de las redes sociales, es decir, de empresas privadas (Twitter, Facebook, YouTube, etc), como gestoras de la libertad de expresión del planeta también juega en contra de una pronta recuperaci­ón de la confianza institucio­nal en Washington. No sé ve hoy muy bien con que credibilid­ad Joe Biden podría organizar “la cumbre de las democracia­s” prevista en Washington durante 2021 con la meta de “renovar las nociones y las metas del mundo libre”. El Pinocho blanco que acaba de dejar el poder y sus tropas digitales se encargaron de ensombrece­r el “American Dream”. Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Europa se salvó del nazismo cuando Estados Unidos se metió en la batalla. Trump le hizo perder a su país todo el prestigio, el reconocimi­ento y la admiración que Europa arrullaba desde entonces.

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EFE
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I AFP

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