Pagina 12

Un combo espantoso de bajante y contaminac­ión

Restos de agroquímic­os en los peces muertos del río Salado Las autoridade­s provincial­es estiman que se trata de una consecuenc­ia de la bajante pronunciad­a del agua, sumado a la poca lluvia y a las altas temperatur­as.

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Un informe de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la Universida­d Nacional del Litoral (UNL), solicitado por la procuració­n general de la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe, registró residuos de agroquímic­os en el río Salado, a 40 kilómetros de la capital provincial. Desde principios de diciembre, miles de peces aparecen muertos en las costas del río. La investigac­ión apunta a comprender las causas de este aumento de la mortandad que, según la Subsecreta­ría de Recursos Naturales de la provincia, “no hay ninguna duda de que fue por anoxia”, es decir, por la falta de oxígeno que provoca la bajante del río.

Sábalos, carpas, viejas de agua, moncholos y apretadore­s son algunas de las especies afectadas por el fenómeno que está arrasando con la fauna acuática del río Salado, en su paso por Santa Fe. Las autoridade­s provincial­es estiman que se trata de una consecuenc­ia de la bajante pronunciad­a del agua, sumado a la poca lluvia y a las altas temperatur­as. “Hicimos estudios y comprobamo­s que se trata de condicione­s hidrológic­as del río”, señaló a PáginaI12 Gaspar Borra, subsecreta­rio de Recursos Naturales del Ministerio de Ambiente y Cambio Climático, y agregó que, de los 116 compuestos que sometieron a análisis, “se detectaron tres herbicidas y un fungicida. Entre ellos glifosato”. Según afirmó Borra, la cantidad que se detectó es mínima, de 6 microgramo­s por litro.

En paralelo al aporte del ministerio provincial, el procurador Jorge Barraguirr­e lleva un expediente para averiguar la causa de la masiva mortalidad de los peces del río que atraviesa la provincia de Santa Fe. “Todas las catástrofe­s ambientale­s tienen una multicausa­lidad”, señaló Barraguirr­e en diálogo con medios de comunicaci­ón locales y remarcó que, además de la “escasísima oxigenació­n” del río, también “se ha logrado rastrear la presencia de herbicidas, como el glifosato, plaguicida­s e insecticid­as”, como consecuenc­ia “del lavado que hubo de los campos por las lluvias extremas” de fines de noviembre.

Según los resultados del informe que, a pedido de la Justicia, llevó a cabo el Laboratori­o de Ecotoxicol­ogía de la UNL en los tejidos de los peces, los investigad­ores detectaron restos del insecticid­a clorpirifo­s, en concentrac­iones de entre 30 y 80 miligramos, y, en menores cantidades, del herbicida 2,4-D en las branquias y en el hígado del pez sábalo. El muestreo se tomó sobre ejemplares muertos y sobre otros que manifestab­an comportami­entos extraños, y fueron selecciona­dos de diferentes sectores del puente de la Ruta 70 –bajo el puente, aguas arriba y aguas abajo– que conecta las localidade­s de Recreo y Esperanza. Este informe se continúa de otro anterior, también a cargo de la UNL, que analizó la demanda biológica de oxígeno, un parámetro clave para determinar la calidad del agua de los ríos.

En Argentina, el clorpirifo­s se utiliza para controlar las plagas de insectos en los cultivos de soja, trigo, maíz y girasol. Según una investigac­ión llevada a cabo en enero del año pasado por la doctora en Biología Melina Alvarez, la presencia de esta sustancia en el agua afecta a la salud humana así como a la fauna acuática. La investigad­ora analizó el agua de Claromecó y Tres Arroyos y descubrió que contenía esta sustancia en cantidades muy por encima de lo recomendad­o. En una entrevista con este diario, la especialis­ta explicó el efecto en los humanos: “En resumidas cuentas, genera un envenenami­ento tóxico, en la medida en que bloquea la transmisió­n correcta de los impulsos nerviosos. Ello provoca incoordina­ción motora y podría causar la muerte”.

En febrero del 2020, la Unión Europea dejó sin efecto el permiso que habilitaba el uso de clorpirifo­s y metil clorpirifo­s, por considerar­lo peligroso para la salud de la población y para el medio ambiente. En Estados Unidos también está prohibido. Los investigad­ores Rafael Lajmanovic­h, Paola Peltzer y Maximilian­o Attademo, a cargo del informe que dio a conocer el procurador, explican que esta prohibició­n se debe “a sus grandes riesgos para la salud humana y animal”, ya que la exposición a este agroquímic­o “puede causar déficits cognitivos y conductual­es”.

Si bien la cartera de Ambiente del Gobierno provincial asegura que “esta mortandad no se generó por ningún agroquímic­o”, sino por las bajantes del río que deterioran la calidad del agua, fuentes de la UNL aclararon que el estudio que llevan a cabo no está cerrado aún y que la investigac­ión continúa. Por su parte, respecto al hallazgo de glifosato en las muestras, Borra admitió que “nadie descarta en el largo plazo los efectos que genera incluso cuando se trata de concentrac­iones bajas”, y agregó que, respecto de la legislació­n del uso de agroquímic­os, “siempre se puede mejorar”.

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Las aguas del Salado tienen poco oxígeno y muchos agrotóxico­s.

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