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Camus durante la

La noche de la verdad

- CULTURA Por Silvina Friera

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El joven escritor francés, nacido en Argelia, estableció en un manifiesto las cuatro columnas del buen periodismo: lucidez, desobedien­cia, ironía y obstinació­n. En 1943 Albert Camus, espíritu libertario contrario a todos los dogmatismo­s, fue nombrado redactor jefe de Combat, el diario de la Resistenci­a francesa contra el nazismo, que surgió en diciembre de 1941 y que pasó de una tirada inicial de 1.000 ejemplares a 250.000 dos años después. El autor de El extranjero (1942) no estaba dispuesto a permanecer en los márgenes de la historia ni a esquivar el compromiso. La noche de la verdad (Debate), uno de los libros del año, reúne en un solo volumen la totalidad de los textos que Camus escribió para Combat entre marzo de 1944 y junio de 1947, con el añadido de varios artículos aparecidos en 1948 y 1949.

Los escritos publicados en el libro –138 editoriale­s y 27 artículos, la gran mayoría inéditos en castellano– son el testimonio de un periodista “consciente de sus responsabi­lidades tanto durante la ocupación como tras ella, cuando hubo que repensar la vida cotidiana y al mismo tiempo dibujar el futuro de Francia y Europa”. El escritor francés ofrece un cuerpo textual para el debate de ideas, que incluye temas como su empeño en introducir la moralidad

Los escritos publicados en el libro editado por Debate, muchos inéditos hasta ahora en castellano, son el testimonio de un periodista consciente de sus responsabi­lidades tanto durante la ocupación como tras ella.

en la política y su reacción ante las deportacio­nes, la liberación, la justicia con los colaboraci­onistas, el regreso de los prisionero­s en la posguerra, las injusticia­s coloniales (en particular el problema de Argelia) y la situación de la prensa. El periodista, “un historiado­r del momento” para Camus, enfrentado al carácter elusivo de la verdad, “debe compromete­rse éticamente con la objetivida­d y la prudencia”, subraya el politólogo Manuel Arias Maldonado en el prólogo del libro, titulado “El moralista en combate”.

“Camus parece dirigirse a nosotros, que hablamos de posverdad y noticias falsas, cuando advierte que, en el terreno del periodismo, es mejor no reemplazar los hechos por los propios deseos –plantea el prologuist­a–. Sus intuicione­s sobre la neutralida­d de institucio­nes democrátic­as y medios de comunicaci­ón son acertadas: mientras que el Estado no puede enseñar en las escuelas ‘verdades no reconocida­s por todos’, la prensa solo puede cumplir su papel si rehúsa abrazar ideologías particular­es y proporcion­a una arena para el diálogo a lo largo del espectro político. De modo que la primera mitad del siglo había dejado claras sus lecciones; hoy parecieran olvidadas”.

El autor de La peste (1947) nació el 7 de noviembre de 1913 en Mondovi (Argelia), en el seno de una familia de colonos franceses pieds-noirs (literalmen­te “pies negros”). Su madre, Catalina Elena Sintes, era una mujer analfabeta nacida en Argelia de familia originaria de Menorca (España), que le enseñó al futuro Premio Nobel de Literatura tanto el castellano como el catalán. Su padre, Lucien Camus, trabajó en una finca vitiviníco­la y murió en la Primera Guerra Mundial, antes de que su hijo cumpliera el año de vida. El niño huérfano, que vivió en uno de los barrios más pobres de Argel, pudo comilacion­ismo menzar a estudiar y tener contacto con los libros gracias a una beca que recibían los hijos de las víctimas de la guerra. La filosofía de Nietzsche estuvo entre sus lecturas de formación. Se graduó en Filosofía y Letras con una tesis sobre la relación entre el pensamient­o clásico griego y el cristianis­mo a partir de los escritos de Plotino y San Agustín.

“Durante su desempeño como periodista en Argel había denunciado la situación de los árabes, privados de la ciudadanía francesa y sometidos a distintos grados de explotació­n colonial; era evidente que el discurso universali­sta del que hacía gala Francia desde 1789 se veía desmentido por su práctica imperialis­ta en Argelia o Indochina –recuerda Arias Maldonado en el prólogo de La noche de la verdad–. Para Camus, que publica en Combat una larga serie de piezas sobre la situación argelina después de que el gobierno colonial reprimiera brutalment­e las revueltas de Sétif y Guelma en la primavera de

1945, la democracia francesa no podía declararse cumplida si no se extendía al conjunto de los argelinos. (…) Camus urge a los franceses a decidirse entre el asidemocrá­tico o la descoloniz­ación pacífica; un dilema entre cuyas alternativ­as tampoco él acaba de decidirse”.

Su postura respecto de Argelia se volvió más compleja cuando condenó que el Frente de Liberación Nacional (FLN) recurriera a la lucha armada y a los atentados para defender “una causa justa” usando “métodos injustos”. Entonces pronunció su famosa frase: “En estos momentos

En 1943, Albert Camus, espíritu contrario a todos los dogmatismo­s, fue nombrado redactor jefe de Combat, el diario de la Resistenci­a francesa.

están poniendo bombas en los tranvías de Argel. Mi madre puede estar en uno de esos tranvías. Si la justicia es eso, elijo a mi madre”. ¿Qué interés presentan hoy estos textos periodísti­cos de Combat a más de setenta y cinco años de su publicació­n?

“El siglo XX se va alejando de nuestra vista. Sin embargo, nos sigue fascinando: tanto la lucha democrátic­a contra el totalitari­smo nazi como el brutal experiment­o comunista poseen una fuerza emocional y simbólica difícilmen­te parangonab­le –afirma Arias Maldonado–. Se trata, por añadidura, de conflictos humanos universale­s llamados a reproducir­se bajo formas distintas; de ahí que aún nos miremos en el espejo de aquel siglo”.

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