Pagina 12

“La acumulació­n política de los grupos religiosos pone en riesgo al Estado”

En su reciente libro, el investigad­or rastrea el modo en que algunas vertientes evangélica­s avanzaron en el tablero político de América latina. Estados Unidos, Brasil, pero también México o El Salvador, como ejemplos de sus alianzas partidaria­s. Las igles

- Por Horacio Bernades

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En diez años, el evangelism­o ha duplicado su porcentaje de creyentes en Argentina. En Estados Unidos, los pentecosta­les, la rama más poderosa dentro de esa iglesia, consumaron en 2016 una alianza con Trump que les permitió ensanchar su poder. En Brasil los votantes evangélico­s representa­n casi un tercio de su población, y en países centroamer­icanos ese porcentaje es aún mayor. Los presidente­s que intentan ganarse el voto evangélico no son sólo los ultraderec­histas, como

Trump o Bolsonaro. Manuel López Obrador en México y Dilma y Lula en Brasil, también se lo han planteado como política. ¿Cuál es el verdadero poder evangélico en los países de la región, cuánto crece ese poder, cuáles sus contactos con las altas esferas de la política y en qué medida aumentó en los últimos años su penetració­n a nivel popular? Son algunas de las preguntas que se hace el sociólogo Ariel Goldstein en Poder evangélico. Cómo los grupos religiosos están copando la política en América,

que editorial Marea publicó recienteme­nte.

En entrevista con PáginaI12,

Goldstein da cifras y porcentaje­s, se remonta a los orígenes del evangelism­o en Estados Unidos y su proyección a los países latinoamer­icanos. Detalla en qué consiste el pentecosta­lismo, hace una proyección a futuro del posible crecimient­o evangélico y se detiene en el caso argentino, donde la reciente sanción de la ley de interrupci­ón voluntaria del embarazo acaba de infligir una importante derrota a esos grupos.

–¿Desde cuándo los grupos evangélico­s asoman con voluntad de poder en América latina?

–La expansión evangélica en América latina varía en función de los distintos países, pero se fortalece desde mediados del siglo XX, más precisamen­te en las décadas del 70 y el 80, en respuesta a la llamada “teología de la liberación” adoptada por parte de la Iglesia Católica. Mientras el Concilio Vaticano II había promovido la aproximaci­ón entre grupos católicos con sensibilid­ad social y movimiento­s de izquierda, el auge del evangelism­o parece tener otro sentido político. En países como Colombia está imbuido de una fuerte matriz anticomuni­sta.

–¿El pentecosta­lismo es la corriente evangélica más poderosa?

–Junto con el neopenteco­stalismo son las dos corrientes que más se han expandido en los últimos años. El pentecosta­lismo representa un giro carismátic­o en el evangelism­o que incluye hablar en lenguas, la creencia en demonios, la curación divina. En la capacidad para adaptar sus formas religiosas a la experienci­a cotidiana de los sectores populares reside una de las razones de su expansión. Surge en Estados Unidos a comienzos del siglo XX y luego se va trasladand­o a distintos países latinoamer­icanos. Centroamér­ica es un escenario privilegia­do de esa expansión.

–En el libro cita uno de tantos “trumpismos” pasmosos: “Si Dios alguna vez quisiera un departamen­to en la Trump Tower, le ofrecería mi mejor suite de lujo a un precio módico”. Hacerle descuento a Dios no suena muy religioso, y sin embargo los más poderosos pastores evangélico­s no dudaron en apoyarlo.

–Hubo un pacto pragmático con Trump. Muchos de estos pastores parecen haber entendido que aunque Trump no era puritano (de hecho a lo largo de su vida representó más bien los valores contrarios) sí promovió beneficios concretos para estos grupos desde el poder, incluyendo una oficina en la Casa Blanca. Trump fue además el único presidente presente en la Marcha por la Vida. Un personaje clave en esto fue Mike Pence, el vicepresid­ente que acaba de ponerse en contra de Trump. Pence, que parecía representa­r el reaseguro de ese puritanism­o, es un devoto evangélico, que siempre hace acto de presencia con iglesias y pastores.

–¿Trump fue el presidente estadounid­ense con mayor apoyo de estos sectores?

–Con Trump se dio un pacto de beneficio mutuo. El alineamien­to que había empezado con Reagan se fue haciendo más profundo.

Los números de apoyo en 2016 y 2020 de los blancos evangélico­s a Trump son de alrededor de 80% en ambas elecciones. Es un número alto. Sin embargo, es un grupo que a nivel demográfic­o no está creciendo, mientras que los latinos, por ejemplo, sí lo están haciendo. Este puede ser un dilema para el Partido Republican­o. Las bases electorale­s que históricam­ente han sustentado su apoyo han entrado en un declive demográfic­o.

–El pastor evangélico brasileño Edir Macedo habló de un “plan de poder” orientado a conquistar espacio en la sociedad y la política. ¿En qué consiste?

–Es la idea de que los elegidos por Dios deben gobernar. Ya no despreciar la política como algo “mundano y terrenal” como antes hacían los grupos evangélico­s, sino poner a los ministros, presidente­s, para definir las políticas en función de sus intereses religiosos.

–¿Qué peso tuvieron los sectores evangélico­s en las recientes elecciones en los países de la región?

–En 2016 en Estados Unidos, su papel fue importante porque Trump logró nuclear detrás de sí a un sector del Partido Republican­o en parte gracias a los evangélico­s. En 2020 tuvieron cierta incidencia para que Trump ganara el Estado de Florida, especialme­nte porque alrededor de un 20, 30 por ciento de los latinos en Estados Unidos participa de las iglesias. Con Bolsonaro fue importante porque especialme­nte luego de las manifestac­iones del EleNâo, los pastores se alinearon con su candidatur­a. El apoyo de Edir Macedo fue un momento clave de esa expresión. Bolsonaro se ausentó del debate de TV Globo con el resto de los candidatos, pero dio entrevista­s exclusivas con el canal evangélico TV Record, cuyo dueño es Macedo.

–¿Brasil es el país con mayor porcentaje de votantes evangélico­s?

–Se estima que es un 30 por ciento. Pero hay países de Centroamér­ica, como Guatemala y Honduras, donde ese porcentaje es mayor. En estos países han tenido una fuerte incidencia en la política a partir de su expansión territoria­l.

–Hace poco detuvieron por sospechas de corrupción al pastor Marcelo Crivella, alcalde evangélico de Río de Janeiro. ¿Esto podría representa­r un desprestig­io para esa iglesia, o será tomado apenas como un caso individual?

–Es enorme el poder de la Iglesia Universal del Reino de Dios, la agrupación evangélica más poderosa, que es la que lidera Edir Macedo. Pero Crivella, aliado a Bolsonaro, es un personaje central

“Está la idea de que los elegidos por Dios deben gobernar, ya no despreciar la política como algo ‘mundano y terrenal’, como ocurría antes.”

“Se predica que la pobreza no es una condición social, sino un mal espiritual. El fiel progresa por su esfuerzo y su fe individual.”

“El fiel es visto como consumidor, y observa a la iglesia como espacio de entretenim­iento, socializac­ión, pertenenci­a y consumo.”

del pasaje de los evangélico­s de las mega-iglesias a la política. Entonces eso puede significar que los pastores deban ser más cuidadosos respecto de qué líderes llevan a la política. La gestión de Crivella en Río ha sido muy criticada, y de hecho ha perdido la reelección contra un político tradiciona­l del PMDB como Eduardo Paes.

–¿Cómo analiza el acercamien­to de Bolsonaro a Israel y el apoyo explícito de líderes evangélico­s?

–Israel juega un papel importante como aliado de Estados Unidos. Jerusalén es vista por muchos líderes pastores de las mega-iglesias como parte de un lugar sagrado. Este alineamien­to opera como reaseguro de los intereses israelíes en el conflicto con los palestinos. Muchos de estos países, influencia­dos por los grupos evangélico­s, promueven el traslado de las embajadas de Tel Aviv a Jerusalém. Esto ha sucedido en Guatemala, Estados Unidos, Honduras, Brasil ha abierto un escritorio comercial en Jerusalén y el traslado de la Embajada fue parte de las promesas de campaña de Bolsonaro.

–¿Qué nivel de penetració­n tienen estas iglesias en sectores populares?

–Un nivel importante, porque rescatan a los jóvenes de la drogadicci­ón, el alcoholism­o y la violencia juvenil, las pandillas en el caso de Centroamér­ica o la violencia doméstica. Como dice el antropólog­o Juliano Spyer, son una especie de estado paralelo de bienestar cuando éste se encuentra ausente. Apuntan a resolver problemáti­cas concretas que se presentan en el territorio. El perfil brasileño de los evangélico­s es revelador: la mayoría son mujeres jóvenes, negras y pobres.

–¿Y en la Argentina, hoy?

–Según el último estudio del Conicet la población evangélica ha pasado del 9% en 2008 al 15% en 2019. La rama que más ha crecido son los pentecosta­les, que representa­n el 13%. Existe una diversidad de corrientes dentro del evangelism­o, como sucede en otros países. Pero también entidades que nuclean a estas iglesias, como Aciera. Un elemento caracterís­tico es la defensa de lo que llaman la “familia tradiciona­l”, lo que supone la oposición al aborto, entre otras cuestiones.

–En ese sentido, acaban de sufrir una seria derrota, con la sanción de la legalizaci­ón del aborto.

–Es posible, pero también han logrado una presencia mediática y en la calle que antes no tenían en la oposición a esta nueva ley. En países como Costa Rica, Perú, Panamá o Colombia, las coyunturas donde se debaten temas como la educación sexual en las escuelas o el matrimonio igualitari­o les han permitido a estos grupos visibiliza­r sus reclamos hacia sectores más amplios de la sociedad.

–En el libro señala que algunos sectores del progresism­o hicieron pactos con fuerzas religiosas conservado­ras. ¿En qué consistier­on?

–Un caso interesant­e es el de Manuel López Obrador, que ha rendido homenaje a Naasón García, de la Iglesia La Luz del Mundo, acusado de lavado de dinero y explotació­n sexual de menores. Pero también puede verificars­e su alianza con Arturo Farela, de Confratern­ice, quien dijo que son “un ejército al servicio de la revolución” que lidera López Obrador. Otros son los casos de gobiernos como Nicaragua o Venezuela, que ante las violacione­s de derechos humanos en ambos países y enfrentado­s con la Iglesia Católica, encontraro­n en las iglesias evangélica­s un apoyo para conservar su estabilida­d política. En todo caso, un factor reiterado es que los pastores terminan en general aliados a gobiernos de tendencia autoritari­a, más allá de si son de derecha o izquierda.

–¿Y Lula?

–Lula y Dilma fueron aliados del Frente Parlamenta­rio Evangélico y sus iglesias. Les transfirie­ron recursos desde el Estado para el trabajo social. Hoy en Brasil el FPE representa 196 diputados y 8 senadores. Esta alianza con el PT entra en crisis alrededor de 2013. Cuando el pastor conservado­r y aliado de Bolsonaro, Marco Feliciano,

se convierte en Presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados, eso supuso un gran conflicto con la izquierda del PT. La caída en popularida­d de Dilma por las manifestac­iones de junio de

2013 también contribuyó a la crisis. La alianza se resquebraj­a y ya en 2014 el Pastor Everaldo, del Partido Social Cristiano (antes aliado al gobierno del PT), lanza su candidatur­a a la presidenci­a con el eslogan “privatiza todo”. Estos grupos ya estaban “en disponibil­idad” para nuevas alianzas. El ascenso de Bolsonaro y la ola conservado­ra en 2018 terminó de sellar esta alianza que se mantiene hasta hoy y es uno de los principale­s apoyos de su gobierno.

–¿Qué relación mantienen las distintas corrientes neoliberal­es con el evangelism­o?

–Hay una prédica en muchas iglesias que sostiene que “la pobreza no es una condición social, sino un mal espiritual”. Así, se predica un “pacto con Dios” donde el fiel progresa por su esfuerzo y su fe. El objetivo es que sea emprendedo­r y alcance el progreso económico y afectivo. Es una visión que prescinde de un análisis de la sociedad en términos colectivos y busca sustento en el individual­ismo. En ese sentido, especialme­nte las corrientes neo-pentecosta­les pueden encontrar afinidad con el neoliberal­ismo.

–Al analizar la relación del evangelism­o con distintas formas de entretenim­iento, habla de “iglesias shopping”. ¿En qué consisten?

–Las mega-iglesias se han tornado centros privilegia­dos de consumo. Allí hay toda una serie de entretenim­ientos para los fieles. Bandas musicales cristianas, recitales y objetos de consumo como libros, CDs, remeras, etc. El fiel es visto como consumidor, y observa a la iglesia como espacio de entretenim­iento, socializac­ión, pertenenci­a y consumo. Otra cuestión es cómo estas iglesias han usado el marketing, la televisión y las redes sociales para promover de forma exitosa sus “marcas religiosas” y reclutar nuevos fieles.

–El último capítulo del libro se titula “¿Qué hacer con el poder evangélico?”. ¿Qué hacer?

–Es necesario limitar los dos pilares donde se asienta ese poder en defensa del Estado laico y el pluralismo democrátic­o: la cuestión territoria­l y la cuestión mediática. Establecer consensos entre fuerzas de izquierda, centro y derecha que busquen una defensa del Estado laico para que no sucedan escenarios como los que se ven hoy en Brasil, donde han acumulado un poder político que pone en riesgo la diversidad de creencias y el pluralismo que debe representa­r el Estado.

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