Almas en busca de la redención
En el film que se presenta en Apple TV+, el realizador traza una historia humana en la que se advierten paralelismos políticos.
Cuando Eddie Palmer es detenido por la policía y el pequeño Sam corre detrás del patrullero, gritando y llorando ante la inminente ausencia de su padre putativo, el recuerdo de El pibe –el film de Charles Chaplin que cumple por estos días cien años– vuelve a la memoria como un tótem cinematográfico. Allí se acaban las similitudes, ya que el film de Fisher Stevens, actor devenido realizador hace ya años, no adhiere a la comedia, optando por lo que el cine independiente estadounidense explora desde hace décadas: el drama psicológico con protagonistas en busca de redención. Palmer,
que tendrá su estreno global en Apple TV+ este viernes, está protagonizada por el músico e histrión Justin Timberlake, en la piel de un expresidiario que, a poco de salir de prisión, regresa al pueblo sureño que lo vio crecer para reencontrarse con su abuela paterna y, quizás, iniciar una nueva vida. Algo que, desde luego, no será tarea sencilla.
“Cuando leí el guion de Cheryl Guerriero me di cuenta de que era una película que podía producir con mi equipo y tener control artístico”, afirma Stevens en comunicación con PáginaI12 desde Los Ángeles. Palmer es el primer largo de ficción de Stevens en siete años luego de Tres tipos duros, policial con Al Pacino y Christopher Walken. Su carrera ante cámaras comenzó en los 80 en films como The Brother from Another Planet, del “papá” del indie americano moderno, John Sayles,y Cortocircuito, de John Badham. La actuación continuó siendo su oficio hasta que, en 2002, debutó en la realización con Sólo un beso, punto de partida de una filmografía que alterna ficción con documentales de alto perfil, entre ellos Before the Flood, producido y narrado por Leonardo DiCaprio. Colaborador frecuente de Wes Anderson, los aficionados a las series reconocerán su rostro por la interpretación de Hugo Baker en Succession.
“Trump acababa de ser elegido presidente cuando leí el guion y me pregunté cómo era posible”, reflexiona Steven. “Esta es una historia sobre gente que termina acercándose, en una región ‘roja’ de nuestro país, como llamamos a zonas que votaron por Trump”. Palmer termina haciéndose cargo de un pequeño de siete años cuya madre –la británica Juno Temple– insiste en abandonar, a veces durante semanas. Así comienza la improbable relación entre un hombre rudo y un niño que gusta vestirse como princesa y usar hebillas en el cabello, y cuyos gustos y preferencias están a años luz de sus compañeros. El acoso estudiantil, la caída en desgracia de una promesa del fútbol americano, la posibilidad de redimir pecados son algunos temas que Palmer pone en el centro de su relato.
–¿Hubo algún otro elemento del guion que le resultó atractivo?
–A los siete años, mi sobrino era parecido a Sam: usaba vestidos y le gustaba jugar con muñecas. Todos sus amigos eran niñas. Mi hermana y su marido fueron muy comprensivos y le dieron su apoyo, nunca le dijeron ‘dejá de hacer eso’. Ellos viven en una parte liberal del país, en
Chicago, pero era interesante imaginar qué ocurriría si la situación era transportada a otra parte de nuestro país, cuyas ideas, en general, suelen ser las opuestas. Llevó bastante tiempo. Palmer fue filmada en 2019 y la intención fue que se presentara en festivales y tuviera estreno en salas, pero la pandemia no lo permitió.
–¿Cuándo y cómo se decidió que el papel central lo interpretara Timberlake?
–Parte de la tesis era trasladarse a un mundo nuevo. Fue un desafío elegir a Justin porque es una súper estrella y su imagen es diferente a la del papel. Un año antes de la filmación, cuando el actor aún no estaba decidido, hubo problemas de financiamiento, así que tuvimos que volver a comenzar. Fue algo casual: el representante de DiCaprio tenía en su agenda a Justin, y le pareció que era ideal.
Creo que decidió aceptar porque lo veía como un desafío, un papel distinto a los que había encarado antes. Esa idea de las segundas oportunidades lo atrajo: vidas arruinadas en busca de una suerte de redención. Y lo que hizo fue notable, es un gran actor.
–¿Fue difícil hallar al niño que interpreta a Sam?
–El personaje tiene siete años pero, desde un primer momento, pensé que el actor debía ser un poco mayor. Luego de varias lecturas con otros chicos, resultó evidente que Ryder Allen era el indicado, a pesar de su corta edad y de no haber actuado previamente. Palmer es una película de presupuesto bajo e hicimos muchos ensayos, porque el rodaje sería breve. Y hay algo esencial: tanto Justin como yo somos padres de hijos pequeños, y estamos de acuerdo en que esta es una película que no hubiéramos podido hacer antes de transformarnos en padres. Hay un tipo de sabiduría que sólo puede darte la vida.
–¿Cree que hay un componente político en la historia?
–Lo más importante sigue siendo la relación entre Palmer y Sam. Pero es interesante hablar con periodistas extranjeros: estuvieron viendo desde afuera el hecho de que casi nos transformamos, de alguna forma, en una dictadura. La voluntad de los ciudadanos casi deja de estar por delante de todo. Desgraciadamente, aún hay 35 millones de personas que creen que las elecciones no fueron claras. Pero más allá de a quién haya votado cada espectador, Palmer gira alrededor de la idea de poder acercarnos, de la unidad. Espero que sea el momento apropiado para su estreno. @
Una bandada de buitres revolotea por encima de Plaza de Mayo. Así comienza Buitres, el documental dirigido por Mariano Mucci, que Cine.Ar estrena este jueves. La película dirigida por el realizador de las revulsivas Pernicioso vegetal (2002) y El boquete
(2006) rastrea vida y milagros de los fondos que amenazaron con volver incobrable la deuda externa argentina. Con guion del periodista estadounidense Joe Goldman, que a mediados de los 80 vino a cubrir la realidad argentina y terminó estableciéndose aquí, Buitres tiene por protagonista al propio Goldman, ex corresponsal de UPI y ABC News y actual columnista de PáginaI12. Micrófono en mano, Goldman entrevista, aquí y en Estados Unidos, a especialistas locales y extranjeros, para descular los intereses de estos fondos alojados en países fiscales. Entre los entrevistados figuran el periodista de este diario Alfredo Zaiat, el matemático Adrián Paenza, el por entonces Ministro de Economía Axel Kicillof y un muchacho a quien en ese momento el economista Joseph Stiglitz definió como “la persona más indicada para hablar de la situación de la deuda argentina”: Martín Guzmán.
–Alfredo Zaiat historiza en Buitres que todo esto empezó con el Plan Brady, en tiempos de Ronald Reagan, cuando parte de la deuda pública argentina se pasó a bonos de tenedores privados.
–Por supuesto, como cuenta Zaiat, el Plan Brady cambió todo. Se puede decir que la cura fue peor que la enfermedad, porque el nuevo programa –que supuestamente intentó apagar el incendio de la deuda externa– de hecho creó un monstruo liderado por los bancos de inversiones y Wall Street, con una fiesta de bonos en un mercado totalmente desregulado a lo Reagan/Thatcher. También desdibujó la definición hasta entonces muy lúcida entre bonos de empresas y bonos soberanos.
“Fue un desafío elegir a Justin Timberlake, porque es una súper estrella y su imagen es bastante diferente a la del papel.”
–Adrián Paenza explica en detalle, con tiza y pizarrón, la propuesta de reestructuración de la deuda que hizo Néstor Kirchner en 2005, y en qué clase de demanda reconvirtieron los fondos esa propuesta.
–Trabajamos mucho con Adrián. Es un genio. Pasó mucho tiempo en el pizarrón explicando los números de la deuda, de la reestructuración y las exageradas demandas de los buitres. Grabamos a Paenza mucho antes de que Macri torciera toda la matemática para darles a los buitres incluso más de lo que ellos creyeron posible, eso incluyó casi 300 millones de dólares para pagar a los estudios de abogados de Singer y otros buitres.
–¿Quién es Paul Singer, cómo opera, qué intereses defiende?
–Paul Singer es un tipo casi ermitaño, que opera empresas de in