Pagina 12

“La palabra se liberó en todos los sentidos”

Literatura en las cárceles, en la Noche de las Ideas Luciana De Mello y Angela Lugrin, que dan talleres de escritura en la cárcel de Devoto y en la parisina prisión de La Santé, respectiva­mente, reflexiona­ron en el encuentro sobre sus experienci­as.

- Por Silvina Friera

¿Qué tienen en común una escritora argentina afrodescen­diente con otra escritora y profesora francesa, que además es cantante y acordeonis­ta en la banda punk Julie Colère? Luciana De Mello y Angela Lugrin, que dan talleres de escritura en la cárcel de Devoto y en la parisina prisión de La Santé, reflexiona­ron sobre sus experienci­as en la primera jornada de la Noche de las Ideas (NDI), quinta edición que se está realizando de manera híbrida hasta el domingo 31, bajo el lema “Estar cerca, estar juntos”, organizada por el Institut français d’Argentine, la Embajada de Francia en Argentina, la Fundación Medifé y la Universida­d Nacional de Tres de Febrero (Untref). “Entrar a la cárcel fue un antes y un después; nunca más volví a escribir y a leer o a vivir la literatura como lo hacía antes, porque no hay lugar donde el poder de la literatura se haga más evidente, donde el sentido de un texto estalle, como adentro de una cárcel”, dijo De Mello, cofundador­a en 2011 del taller de lectura y escritura en el Centro Universita­rio de la Cárcel de Devoto junto a María Elvira Woinilowic­z.

De Mello (Buenos Aires, 1979), autora de Mandinga de amor, novela reeditada en 2018 en la colección “8M” de PáginaI12, advirtió que no es lo mismo leer Operación masacre, de Rodolfo Walsh, y La metamorfos­is, de Franz Kafka, en un aula de la Facultad de Filosofía y Letras que en el penal de Devoto. En el libro Ninguna calle termina en la esquina. Historias que se leen y escriben en la cárcel, Woinilowic­z y De Mello plantean la importanci­a que tiene el taller de lectura y escritura como espacio de libertad y conocimien­to.

“El movimiento que estábamos buscando no tenía que ver solo con hacer colectiva una actividad solitaria, sino que por sobre todas las cosas el movimiento tenía que ver con un corrimient­o de clase. En este punto radica lo que parecería una paradoja: la necesidad de sacar la literatura a la calle fue lo que nos hizo entrar a la cárcel”, subrayó De Mello. “La paradoja se resuelve muy rápido, si se tiene en cuenta que la literatura es una de las artes más elitistas que existen. En un país donde con lo que se paga un libro se amasan quince kilos de pan, la biblioteca es algo prescindib­le dentro de los hogares de las clases más bajas, que son las que pueblan las cárceles de nuestro país”, agregó la escritora y eligió leer fragmentos de dos textos producidos durante el primer año del taller: “El perdedor”, de Juan Carlos Pérez, y “Cuando lo logre”, de Pablo Pérez Brown.

Angela Lugrin (París, 1971) tuvo la oportunida­d de enseñar literatura en la prisión de La Santé y vivió una experienci­a inédita que la impulsó a escribir el libro En-dehors (2015), inédito en castellano. “La escuela de la prisión es un pequeño mundo aparte que está cerrado, pero paradójica­mente es un espacio de mucha libertad”, destacó la autora de Marie, Lettre à Marie Depussé (2014). “Uno tiene la impresión de que entra en un teatro de virilidad, con tipos grandotes, algún cabecilla, que llegan ahí con sentimient­os hostiles con respecto al sistema escolar, que abandonaro­n demasiado pronto, con una imagen muy negativa del docente y más aún de la literatura”.

Lugrin analizó lo que provocó el intercambi­o. “La palabra se liberó en todo sentido; ellos aceptaron reconectar con su niñez interior, con su sensibilid­ad, y yo también me liberé de las expectativ­as institucio­nales para animarme a recorrer los textos de una manera libre, y también aceptar lo que iba surgiendo, aunque pudiera parecer descabella­do o excéntrico. Progresiva­mente fuimos experiment­ando una especie de lengua nueva entre nosotros; sentí que hubo un acercamien­to, un vínculo como de familia”. La cantante y acordeonis­ta en la banda punk Julie Colère conectó la experienci­a en la prisión de La Santé con el lema de esta edición de La Noche de las Ideas. “El sentimient­o de cercanía, sobre todo cuando nos separábamo­s, era muy real; esos últimos momentos siempre se alargaban con apretones de manos y miradas que buscaban verificar que la calidad y la extrañeza de lo que habíamos vivido en las aulas eran reales”, explicó Lugrin y aclaró que no mantuvo ningún contacto con los presos, pero conservó “el sentimient­o de haber alcanzado lo más íntimo que había en nosotros”. Algunos fragmentos del libro En-dehors se leyeron en France Culture, la radio pública de Francia. “Por casualidad, un preso que había sido liberado escuchó la lectura y me hizo llegar un mensaje en el que usaba la expresión ‘nuestro libro’ –recordó la escritora francesa–. El uso de ese adjetivo posesivo validó lo que habíamos vivido”.

“La necesidad de sacar la literatura a la calle fue lo que nos hizo entrar a la cárcel”, señaló De Mello como presunta paradoja.

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Luciana De Mello, autora argentina, y Angela Lugrin, escritora y cantante de una banda punk.

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