La canción del adiós
César Isella, referente de la canción folklórica, murió ayer a los 82 años
Arranca César Isella señalando a Armando Tejada Gómez como “un gran militante de la vida”. Sella así el destino de un trabajo registrado en septiembre de 2018 por Limbo Music, antes que empezaran los problemas de salud que determinaron su fallecimiento. A cada pieza corresponde una introducción hablada, y en el caso de la que origina el reconocimiento al poeta mendocino (“Resurrección de la alegría”) el dato fuerte es que era la más amada y cantada por Joan Manuel Serrat, amigo de Isella-Tejada. Así empieza Autor, trabajo en plataformas que tiene entre sus intenciones las de contar y cantar. A aquella gema le sucede la recuperación de otro tema seminal: “Levantate y canta”, un texto en el que su creador Héctor Negro narra lo que pasaba en el país, en 1977. Que se pregunta “por qué caerse, y entregar las alas…”, en medio del horror.
Y así, a cruda voz, algunas risas, y guitarras no siempre afinadas pero cálidas, Isella repasa temas emblemáticos. Sus historias. A la etapa solista refiere Autor, ya que ninguna de las canciones que el salteño entregó en tiempo y forma a Los Fronterizos figura en el disco. Sí de su devenir tras 1965, cuando dejó la agrupación. Es el caso de las citadas al principio y de “Canción con todos” que concibió con Tejada en 1969. Y cuya historia, vuelve a recordar, con Tlatelolco y Cordobazo como contexto. “Yo andaba pululando siempre por Córdoba, con mi guitarra y organizando festivales en el Estadio Atenas, junto a Mercedes Sosa, a Víctor Heredia, al Quinteto Tiempo, a Chany Suárez... poníamos plata para eso”, se escucha reír al César en pleno trance evocativo, hasta que luego se pone serio. Se nota en su voz.
“Murieron muchos jóvenes tanto en Corrientes como en Rosario y en Córdoba. Eso ocurrió el 29 de mayo de 1969... yo el 3 de junio tenía una por República Dominicana, y hacia allí partí. Hurgueteando mi guitarra fue saliendo una breve melodía que tenía que ver con mi pensamiento de unificarnos en Latinoamérica, fundamentalmente por las luchas cotidianas que había en nuestro continente. Me salió una melodía muy simple y, cuando llegué a Buenos Aires, la escuchó Tejada, le gustó y dijo que yendo a su casa le salió la primera frase... el desgraciado me despertó a las 7 de la mañana con su poesía... así nació la canción,
que después Mercedes convirtió en un himno continental”, cuenta el guitarrista, sobre ese himno continental con estribillo de galopa. La versión no tiene la lucidez ni la solidez ni la afinación de la “Negra”, claro. Sí porta el sentimiento del tipo que la parió, y que la vuelve a visitar con la nostalgia y la pasión que arrastran los años. Al mismo período corresponde “Canción de lejos”, otra letra de Tejada interpretada por Mercedes que atravesó fronteras. Isella, autor de esa música en clave de zamba y tonada, la ejecuta al modo austero de guitarra y voz pelada, con Facundo Rodriguez tras las consolas del estudio Quark. No falta la intro histórica.
Así ocurre, a marcha de tono cálido y familiar, con el resto de las piezas. Con “Canción de la partida” –otra de Tejada– vinculada al exilio y sus encuentros con Inti Illimani y Quilapayún, con quienes convivió en Francia e Itadurante los turbios ’70. También con “Soneto 93”, canción que escribió Neruda para su mujer Matilde, y la profundísima “Mama angustia”, que grabó en 1972, cuando dedicó un disco entero a su autor José Pedroni. Con “Te recuerdo Amanda”, de Víctor Jara –la única que sale sin relato–, y “Padre del Carnaval”, festiva oda en clave de zamba al “Cuchi” Leguizamón. También con “Un amigo, una flor y una estrella”, “La Mamancy” –que dedicó a su madre Ulda–, la conmovedora “Noticia para viajeros”, y “Canción de las simples cosas” –tal vez la mejor ejecutada– que incluye otra evocación a la cantora. “Mercedes universalizó nuestras canciones, grabó catorce, pero probablemente éste sea el himno de su garganta”, dispara Isella, con generosidad.
Se lo va a extrañar, claro.