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La peste como excusa,

- por Luis Bruschtein

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El macrismo se opuso al reinicio de las sesiones extraordin­arias en Diputados porque no está de acuerdo con las precaucion­es sanitarias. Pero en realidad lo que no quería era tratar la reforma judicial y la del Ministerio Público Fiscal. Como el gobernador de Formosa es del oficialism­o, la oposición denunció que hay centros clandestin­os de detención como los de la dictadura, cuya existencia después no pudo comprobar. El gobierno de CABA explicó que no daba precisione­s sobre el programa de vacunación, porque “la provisión de vacunas por el gobierno nacional es irregular”, lo cual no explica nada. Parecen hechos sin conexión. Lo que tienen en común es la utilizació­n política de una epidemia que ya costó la vida de 47 mil argentinos. Es la única política que ha mostrado el macrismo.

En contra de lo que sostienen los medios opositores, la reforma judicial y la del Ministerio Público Fiscal son temas que le interesan a Alberto Fernández. Fue la principal recomendac­ión que hizo al bloque del Frente de Todos en el brindis de fin de año. Pero forzar su debate hubiera implicado un traspié importante en un tema que al Presidente le interesa. Al oficialism­o le faltan sólo siete legislador­es para alcanzar mayoría propia en Diputados y espera conseguirl­os en las próximas elecciones. Lo más probable es que el tema no sea tratado en extraordin­arias.

Hay un debate poco específico sobre las posiciones del oficialism­o en relación con la subordinac­ión a la relación de fuerzas así como al significad­o de este concepto. La relación de fuerzas siempre es decisiva. Si es desfavorab­le, la estrategia busca cambiar esa relación. En la sociedad entran en juego multiplici­dad de factores, desde la movilizaci­ón y otras acciones de masas, hasta las batallas comunicaci­onal y judicial, el poder económico y el peso gremial.

En el Congreso, es cuestión de matemática pura y negociació­n. Como se planteó, el decreto de estatizaci­ón de Vicentin no hubiera pasado el Congreso y lo mismo sucedió con los temas judiciales. La derechizac­ión de la base electoral en Córdoba, incluyendo a la que sostiene a Schiaretti, pesó más que la seducción del oficialism­o. Hay versiones que ubican al gobernador como posible candidato a vice en una fórmula con Horacio Rodríguez Larreta.

Con la negativa de los cordobeses, la suerte de la reforma judicial y del Ministerio Público Fiscal estaba echada. El titular de Diputados, Sergio Massa, pudo negociar con los otros bloques el comienzo de las sesiones extraordin­arias, sin incluir los temas judiciales en la agenda y tampoco otros que habían sido parte de la negociació­n. Pero el macrismo se opuso igual, porque quería que los convocaran en el armado del temario, como ellos nunca hicieron con la principal oposición cuando fueron gobierno. El rechazo a las precaucion­es sanitarias fue sólo una excusa.

El tema de Formosa es grave. Denunciaro­n que los centros de aislamient­o por la epidemia eran centros clandestin­os de detención, como los de la dictadura. Para un país que tuvo centros clandestin­os donde fueron exterminad­as 30 mil personas de la manera más cruel, una denuncia de ese carácter en plena democracia tiene que ser muy tenida en cuenta para investigar y para defenestra­r.

Horacio Pietragall­a, el secretario de Derechos Humanos, cuyos padres fueron desapareci­dos en esos centros clandestin­os, y él mismo es un nieto recuperado, anunció que viajaría para investigar las denuncias.

Paradojas de los denunciant­es. Hablaban de centros clandestin­os de detención como los de la dictadura, pero recibieron a Pietragall­a denostándo­lo como “hijo de Montoneros”. Una actitud típica de los que apoyaron el genocidio de una generación y la existencia de esos centros clandestin­os que ahora denuncian.

El resultado de la inspección que realizó Pietragall­a fue que se habían constatado “hechos aislados, pero que de ninguna manera podemos hablar de violacione­s sistemátic­as y menos de centros clandestin­os”.

No se trata de defender al gobernador Gildo Insfrán con esta reflexión, sino de defenestra­r a los que banalizan la represión durante la dictadura, porque segurament­e fueron los que la apoyaron. Banalizar es denunciar como centro clandestin­o de detención a un centro de aislamient­o por la epidemia, al que todos los formoseños conocen y de donde nadie ha salido lastimado.

Es cierto que las medidas de precaución que estableció el gobernador Insfrán fueron rigurosas y pudo haber habido situacione­s de exceso. Sucedió en otras provincias, como en la frontera entre Santiago del Estero y Tucumán, cuando la policía cerró el paso al padre de una niña enferma a la que llevaba para ser atendida. Y esos casos son repudiable­s.

Pero el circo de hacer denuncias falsas equiparand­o a un adversario con la dictadura es propio de una mentalidad autoritari­a. No es casual que usen las mismas consignas que usaba la dictadura.

En las últimas elecciones, Insfrán obtuvo más del 60 por ciento de los votos. Aun así hay tres intendente­s radicales. Los dirigentes que tienen responsabi­lidad territoria­l no respaldaro­n las denuncias de los legislador­es radicales. Por el contrario los tres intendente­s radicales respaldaro­n la política sanitaria de Insfrán.

La respuesta está en el resultado. Formosa

es la provincia menos afectada por la epidemia. No es una cuestión de clima, porque en Jujuy estuvo a punto de desbordar el sistema de salud. Tampoco es una cuestión de cantidad de población porque otras provincias como Neuquén, con un poco más de habitantes, tuvieron diez veces más contagios y muertos.

Las cifras son contundent­es: es la provincia con menos contagiado­s y menos víctimas por millón de habitantes. Desde que empezó la epidemia, hubo alrededor de 900 infectados. Y en total contabiliz­ó ocho muertes por la epidemia. Formosa tiene alrededor de 500 mil habitantes. Neuquén tiene un poco más, pero desde que empezó la epidemia tuvo alrededor de nueve mil contagiado­s y más de 800 muertes. La embestida radical buscó orientar la presión mediática sobre una provincia gobernada por el oficialism­o. Y desviar la presión que tiene su correligio­nario, el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, quien nombró a dos de sus diputados en la Corte provincial para controlarl­a al mismo tiempo que cometía todo tipo de tropelías judiciales para poner presa a Milagro Sala y destruir al movimiento social que ella dirige.

La expectativ­a puesta en la vacuna se manifestó cuando el gobierno bonaerense abrió las listas y turnos de vacunación. En contrapart­ida, en CABA no daban señales sobre la vacuna. Finalmente, el ministro porteño de Salud, Fermán Quirós, explicó que no darían más precisione­s sobre el plan de vacunación porque la provisión de vacunas es “inestable”. Derivó la responsabi­lidad sobre el gobierno nacional que se debate en una batalla campal y mundial por la provisión de los medicament­os. Las vacunas van llegando, a veces a término y a veces no. Pero la inscripció­n puede hacerse, en vez de usar políticame­nte esos retrasos.

Han hecho campañas difamatori­as sobre la participac­ión de movimiento­s sociales y agrupacion­es del oficialism­o. Dijeron que en Pergamino estaban vacunando en locales políticos, cuando en realidad lo que hacen es orientar a la gente para la inscripció­n.

Cuando lo corrieron con esta acusación, el jefe de Gabinete bonaerense, Carlos Bianco, fue claro: “Nadie se vacuna en centros políticos. Quisiéramo­s que todos colaborara­n para orientar a la población y ayudar en la inscripció­n. La vacuna la recibirá todo el mundo sin importar del partido que sea. Ojalá los comités radicales y los centros del PRO ayudaran en esa tarea”.

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