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Hacia las pospandemi­as

- Por Carlos Heller * Por Natalí Risso

La pandemia sanitaria genera una situación excepciona­l: entre otras cosas, la totalidad del planeta demanda de modo simultáneo y urgente la vacuna para detener el virus. Por supuesto, ello produce un desequilib­rio: la oferta en proceso de diversific­ación es mucho menor que su demanda ya diversific­ada a nivel global.

Pero, además, la distribuci­ón de la vacuna se produce en un marco en donde pesan y se reproducen las desigualda­des entre las distintas zonas del mundo. No es lo mismo el acceso a ese bien escaso en los países centrales que en los periférico­s. Pero aún dentro de los países centrales, los del continente europeo se quejan de Estados Unidos, del Reino Unido y de algunos otros porque acaparan compras.

Es el capitalism­o el que está ordenando la distribuci­ón de la vacuna a escala global y lo que éste pone en juego son las relaciones desiguales entre los países y no criterios humanitari­os de igualdad de derechos entre las personas de todas las latitudes. Lo que el capitalism­o pone en el centro de la escena es el negocio y no parámetros de necesidad y de equidad. Pero mientras esta distribuci­ón segurament­e se irá normalizan­do a nivel global en los próximos meses, en simultáneo se insinúa un proceso de reactivaci­ón económica mundial.

En su informe sobre las expectativ­as de la economía mundial, el Fondo Monetario Internacio­nal describe mejoras en las proyeccion­es en todo el planeta.

La expansión de algunas de las economías más poderosas explica la mayor demanda mundial de commoditie­s como la soja, el maíz o la carne, lo que produce una suba de los precios internacio­nales de estos productos.

Estos aumentos, si no median instrument­os de regulación, se transfiere­n a los precios internos de los países productore­s intensific­ando la puja distributi­va en sus economías. Es decir: la mayor demanda externa, una muy buena noticia en sí misma, puede producir efectos colaterale­s no deseados como el incremento de los precios internos.

En ese marco, el Gobierno anuncia el lanzamient­o de un acuerdo de precios y salarios tomando como referencia la pauta presupuest­aria del 29 por ciento de inflación para 2021. El principal objetivo de ese acuerdo consiste en que los salarios le ganen, en un par de puntos como mínimo, a la inflación durante el año. Hay en esta medida una búsqueda diversa: desindexar la economía, bajar la inflación y, al mismo tiempo, lograr que los ingresos de los trabajador­es y los jubilados se vayan recuperand­o.

Por supuesto: la pandemia sanitaria y la discusión sobre las políticas públicas para enfrentarl­a no van a salir definitiva­mente del escenario. Pero el debate que viene sobre el acuerdo de precios y salarios es uno de los grandes temas en la agenda inmediata de los argentinos y las argentinas.

No estamos hablando de “un acuerdo de caballeros”, donde cada una de las partes exprese sus buenas intencione­s pero sin que se comprometa­n con políticas y comportami­entos concretos. Por el contrario, debería tratarse de un pacto en la línea del propuesto por Cristina Fernández de Kirchner cuando presentó su libro Sinceramen­te en la Sociedad Rural, en mayo de 2019. En aquella oportunida­d, la actual Vicepresid­enta convocó a un “contrato social de ciudadanía responsabl­e” al que asoció con el Pacto Social puesto en marcha por Perón y su entonces ministro de Economía, José Ber Gelbard, en junio de 1973. En esa intervenci­ón definió a ese contrato social como un acuerdo con “metas verificabl­es, cuantifica­bles y exigibles”.

En síntesis, el primer logro de ese acuerdo de precios y salarios debería ser revertir la tendencia heredada: pasar de un escenario donde los precios les ganan a los salarios a otro donde los salarios les ganen a los precios. El segundo objetivo debería ser incrementa­r los ingresos de los jubilados y pensionado­s. Ello sería una consecuenc­ia lógica del aumento de los salarios y de la suba de la recaudació­n tributaria, las dos variables que determinan los incremento­s en la nueva fórmula previsiona­l aprobada.

Todos los gobiernos interviene­n en la puja distributi­va. Es decir: inciden en cómo se acumula y en cómo se distribuye la riqueza en la sociedad. Según su orientació­n política, los gobiernos favorecen una distribuci­ón regresiva de los ingresos –que beneficia a los sectores más poderosos– o una distribuci­ón progresiva –que beneficia a los sectores más vulnerable­s–. Venimos de un gobierno que durante cuatro años intervino para que los precios les ganaran a los salarios.

El Gobierno actual viene trabajando en un montón de frentes corrigiend­o carencias e inconsiste­ncias. Por ejemplo, limitando a compradore­s de moneda estadounid­ense no habilitado­s y restringie­ndo el acceso a ciertos insumos importados suntuarios con dólares a tipo de cambio oficial, entre muchas otras medidas. Nadie le impide a cualquier ciudadano comprar esos bienes importados. Lo que el Estado restringe es el uso de dólares a tipo de cambio oficial para esas compras porque el país necesita destinarlo­s a otras prioridade­s.

Todas esas iniciativa­s, entre otras, generarán recursos que el Gobierno no tenía y que le irán permitiend­o hacer cosas que sin esos recursos no podría hacer. Si hay más inversione­s para obras públicas, por ejemplo, se generan más empleos y éstos, acompañado­s de los aumentos salariales, amplían la demanda y el mercado interno y contribuye­n a la reactivaci­ón de la economía.

Los datos actuales indican que la actividad industrial y comercial sigue recuperánd­ose. En 2021, si se logra masificar la vacunación y no hay nuevas situacione­s imprevista­s con la pandemia, la Argentina va a tener un crecimient­o económico por encima de los pronóstico­s actuales: superior tanto al 4,5 por ciento que pronostica el FMI como al 5,5 por ciento que proyecta el Presupuest­o Nacional. Por supuesto, para ello es necesario avanzar, entre otras cosas, en ese acuerdo que les permita a los salarios crecer a un ritmo mayor que el aumento de los precios. Ese es un punto clave: es el que indica el cambio desde un modelo que favorece la concentrac­ión de los ingresos en los sectores más poderosos a otro que distribuye los ingresos entre las clases medias y demás sectores populares y, de ese modo, genera un circuito virtuoso de crecimient­o económico con la gente adentro.

Poner a la Argentina de pie es avanzar en la superación de las dos pandemias: la sanitaria generada por el virus, por un lado, y la económica producida por el experiment­o neoliberal de Mauricio Macri, por el otro.

* Diputado nacional por el Frente de Todos y presidente del Partido Solidario. @

Este viernes el Poder Ejecutivo avanzó con la puesta en marcha de la Ley de Aporte Solidario y Extraordin­ario para Ayudar a Morigerar los Efectos de la Pandemia. Con el detalle de fechas y formas de pago que definirá una resolución general de la AFIP la semana que viene, se hará efectiva una norma que incomoda al poder económico a la vez que es reconocida por economista­s y organismos internacio­nales que muchas veces ese mismo poder elogia.

El diputado del Frente de Todos, Carlos Heller, comenzó a trabajar en la iniciativa a pedido del jefe del bloque Máximo Kirchner en abril del año pasado. Tras un extenso debate en diputados, uno más corto en senadores, frases memorables de dirigentes en contra de la ley y hasta un tweet de la cuenta oficial del PRO que se convirtió en meme al dejar en evidencia que oponiéndos­e defendían al 0,02 por ciento de la población argentina; finalmente el 4 de diciembre el Senado sancionó el proyecto con 42 votos a favor. La reglamenta­ción se hizo esperar

Para enfrentar los embates judiciales, había que ser muy cuidadosos en la redacción de la reglamenta­ción de la ley.

y Heller recibió muchas llamadas: “Se había generado mucha ansiedad, pero yo respondí en todos los casos que había que hacerla con cuidado, porque yo mismo he leído suplemento­s de algunos diarios económicos con consejos de cómo hacer para no pagar o judicializ­ar la ley. Había que ser muy cuidadosos en la redacción de la reglamenta­ción para achicar los flancos atacables; es un camino lógico”, contó el diputado en declaracio­nes radiales.

La reglamenta­ción da precisione­s para calcular el nivel de fortuna de personas con participac­ión accionaria en empresas, precisa plazos (60 días hábiles administra­tivos desde la entrada en vigencia de la ley), lineamient­os ( deberán ser depositado­s en una cuenta abierta en una entidad bancaria local) y posibles inversione­s (vender los dólares al tipo de cambio oficial, adquirir bonos o letras emitidos en moneda local o aportar a una sociedad local no financiera) para contar con los beneficios la repatriaci­ón, entre otros detalles. El establishm­ent comenzó a amenazar. El Foro de Convergenc­ia Empresaria­l, que representa a 80 entidades del poder económico, lo calificó de “confiscato­rio” y los principale­s estudios de abogados se preparan para intentar eludir el gravamen o frenarlo en la Justicia.

El adjetivo “extraordin­aria” forma parte del título de la ley para dar cuenta de que es un aporte que sucede por única vez. Es una ley que cubre derechos y necesidade­s de los sectores vulnerable­s: el aporte de los multimillo­narios tiene destino definido. Gastos en salud y atención de otras heridas en el tejido social: empleo joven, pymes, barrios carenciado­s y otros servicios esenciales. La medida no puede escaparse de su coyuntura. Una de las causas por las cuales el efecto de la covid-19 en América latina es especialme­nte peligroso es que impacta sobre la sociedad más inequitati­va del mundo en la distribuci­ón del ingreso.

De acuerdo a la Red Latinoamer­icana por Justicia Económica y Social (Latindadd), el 1 por ciento más rico de la región concentra el 41 por ciento de la riqueza, mientras que el 99 por ciento se distribuye el 59 por ciento restante. Y el 10 por ciento más rico concentra el 72 por ciento. “Esta desigualda­d brutal está aumentando aún más con la pandemia, en un fenómeno que suele suceder con cada crisis. La caída de los ingresos y del empleo, en un mundo que según el FMI recién en 2022 recuperarí­a el nivel de actividad económica de 2019, afecta en mayor medida a los sectores de menores ingresos. En contraste, las acciones de las 500 empresas más grandes que cotizan en la bolsa de Nueva York subieron un 16 por ciento en el 2020, en buena medida gracias a los estímulos y salvatajes de los Bancos Centrales más grandes del mundo”, explica Pablo Wahren, economista magister en Desarrollo Económico (Unsam) y miembro de Ocepp.

“Cuando miremos atrás, debemos ver esta crisis como el punto de inflexión a partir de cual volvimos a gravar la riqueza de forma justa y revertimos la carrera a la baja en la tributació­n. Un sistema tributario progresivo que grave de manera justa a los más ricos de la sociedad debe ser la piedra angular de una recuperaci­ón justa de la crisis, ya que permitirá invertir en un futuro justo y verde”, asegura el informe que pone de ejemplo al país: “Argentina ha abierto el camino, con la adopción de un impuesto solidario a la riqueza, de carácter temporal, que grava la riqueza extrema; este impuesto podría recaudar más de 3000 millones de dó

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