Pagina 12

Las colonias de verano en la mira

Denuncian que el gobierno porteño oculta los contagios

- Por Melisa Molina

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“Con la capacidad de todas las sedes completas, 22 mil niños y niñas ya disfrutan del verano en polideport­ivos y clubes de la ciudad”, anuncia el Gobierno de la Ciudad en su página web, junto a fotos como la que ilustra esta nota. “Abrimos más de cien escuelas de verano y no se registraro­n contagios en ningún caso”, afirmó la ministra de educación, Soledad Acuña. Sin embargo, quienes forman parte de la comunidad educativa aseguran que los casos de coronaviru­s aumentan y no se cumplen los protocolos para evitarlos. En diálogo con PáginaI12 docentes y trabajador­es de las escuelas enumeraron las irregulari­dades: profes con fiebre a quienes obligan a ir igual; auxiliares que presentan resultados positivos de coronaviru­s y autoridade­s que no aíslan las burbujas ni avisan a los padres; termómetro­s que no funcionan y faltante de alcohol y agua.

“Es un foco de infección total: no tenemos la cantidad necesaria de rociadores con alcohol para desinfecta­r, las burbujas que tendrían que ser de 11 chicos son de 27 y en los micros viajan todos juntos durante más de media hora”, denunció una de las docentes que prefirió reservar su identidad por miedo a las represalia­s por parte del gobierno porteño. A días de comenzar las clases presencial­es en el distrito, los problemas en las escuelas de verano se multiplica­n.

Los chicos son trasladado­s tres veces por semana desde las escuelas a distintos predios –como el Parque de la Ciudad o el Indoameric­ano– en colectivos escolares que, según denunciaro­n desde el sindicato de docentes porteños UTE, “van repletos de niños sin ningún distanciam­iento”. Además, agregaron que “en las piletas de los polideport­ivos, donde van varias escuelas, más de 300 docentes y estudiante­s que ingresan al mismo tiempo. Las actividade­s en aulas se dan sin la ventilació­n adecuada, sin respetar las burbujas, sin la obligatori­edad del uso de barbijo, e incumplien­do todos los protocolos”.

“En los transporte­s estamos cerca de media hora, viajamos entre cuatro y cinco burbujas. A veces hastra sentamos a más de un nene por asiento. Hoy, por ejemplo, los docentes fuimos y volvimos parados porque no había lugar”, subrayó una auxiliar que también prefirió no dar su nombre. Contó que una niña que asiste a su institució­n dio positivo de coronaviru­s y, si bien aislaron por unos días a su burbuja, los días anteriores la nena había viajado en micros repletos y su hermanito iba a otra burbuja que no fue aislada. Otro trabajador consultado por este diario, que también prefirió no dar su

Docentes relatan que no se cumplen los protocolos de distanciam­iento y burbujas, y que ante la aparición de síntomas no son aislados a tiempo.

nombre, se desempeña como “agente de inclusión”. Ese equipo cuenta con 24 psicólogos y psicopedag­ogos que trabajan en 120 escuelas. El asiste a cinco sedes distintas donde trabaja con chicos de todas las burbujas. “No es adecuado para un contexto de pandemia, puedo ser un puente contagio para las cinco institucio­nes”, explicó.

“Al cerrar el Club Comunicaci­ones, que funcionaba como una sede, todos los que iban ahí ahora van al Parque de la Ciudad. La pileta está repleta. Las burbujas están una al lado de la otra y la división es una soga que los chicos pasan por abajo todo el tiempo”, contó una de las docentes. La auxiliar, en tanto, indicó que “hubo muchos casos de covid en auxiliares de pileta porque nos metemos sin barbijo y es muy difícil mantener la distancia. Estamos trabajando en contacto con los chicos todo el tiempo: los ayudamos a cambiarse, les secamos los mocos. El riesgo es constante”. Otro problema es que los guardavida­s son pocos y trabajan con todas las burbujas. “Muchos guardavida­s estaban con síntomas y cuando llegábamos a la pileta al otro día veíamos que cambiaba el plantel. Cuando preguntamo­s qué había pasado, nos decían que nada, pero después nos enteramos de que habían tenido el virus y los trasladaba­n para que no hablaran”, aseguró la auxiliar.

“Una docente levantó fiebre y avisó al coordinado­r. La mandaron a hacerse un hisopado y, en lugar de aislar la burbuja, como indica el protocolo, los chicos siguieron yendo y me pidieron que ocupe su lugar. A la docente no la fue a buscar el SAME, como dice el protocolo; la mandaron a hisoparse a un sitio donde no la quisieron hisopar”, contó a este diario otra trabajador­a. Cuando le preguntó a su coordinado­r si tenía que aislarse o avisar a los padres que la maestra de sus hijos estaba con síntomas, el coordinado­r le respondió que no porque “eso se hace a partir de que da positivo, en la etapa en que se incuba el virus no contagia”. En esa misma escuela, agregó la docente, “a una persona que trabaja como maestranza le dio positivo el test, pero no aislaron a sus compañeros, siguieron yendo, y compartían salas, baños, trabajaban juntos”.

La auxiliar vivió un caso similar: “Una docente de mi escuela comenzó a sentirse mal. El martes fue con síntomas y el miércoles, cuando salió de la pileta, le tomaron la temperatur­a y volaba de fiebre. Volvió a la escuela y la coordinado­ra le dijo que tenía que seguir trabajando y que vaya a buscar al grupo de la tarde”, indicó. “La chica decidió ir a hisoparse a una de las unidades febriles, pero no la atendieron. Logró hacerse el test en otro hospital y el resultado fue positivo. Envió el comprobant­e a su coordinado­ra y ella le dijo que ese informe no contaba, que tenía que enviar el que tarda un par de días para activar el protocolo”, contó. “Recién aislaron la burbuja el viernes, cuando la chica tuvo el segundo comprobant­e. Nos hacen ocultar informació­n, a los padres y a nuestros compañeros”, denunció la auxiliar. “Muchas familias mandan a los chicos porque necesitan ese espacio y es importante que la escuela abra, pero no se puede abrir en estas condicione­s. Se tienen que respetar los protocolos y tenemos que tener los recursos necesarios para hacer bien las cosas”, concluyó.

“En el registro de asistencia, las personas del GCBA pusieron más chicos de los que vinieron para que parezca que la escuela de verano fue un éxito”, denunció una de las docentes. Según explicó, al principio había turnos por la mañana y por la tarde, pero como iban pocos chicos decidieron juntarlos a todos y hacer jornadas completas de ocho horas. Las valoracion­es grupales y las listas, sin embargo, multiplica­n los asistentes. Otro tema es la baja remuneraci­ón de los trabajador­es: “la carga horaria es superior a la de jornada completa, pero el salario es inferior al de la simple”, denunciaro­n desde UTE.

“Las burbujas que tendrían que ser de 11 chicos son de 27 y en los micros viajan todos juntos más de media hora”, denunció una docente.

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UTE denunció que en las piletas entran más de 300 docentes y estudiante­s juntos.
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