Las colonias de verano en la mira
Denuncian que el gobierno porteño oculta los contagios
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“Con la capacidad de todas las sedes completas, 22 mil niños y niñas ya disfrutan del verano en polideportivos y clubes de la ciudad”, anuncia el Gobierno de la Ciudad en su página web, junto a fotos como la que ilustra esta nota. “Abrimos más de cien escuelas de verano y no se registraron contagios en ningún caso”, afirmó la ministra de educación, Soledad Acuña. Sin embargo, quienes forman parte de la comunidad educativa aseguran que los casos de coronavirus aumentan y no se cumplen los protocolos para evitarlos. En diálogo con PáginaI12 docentes y trabajadores de las escuelas enumeraron las irregularidades: profes con fiebre a quienes obligan a ir igual; auxiliares que presentan resultados positivos de coronavirus y autoridades que no aíslan las burbujas ni avisan a los padres; termómetros que no funcionan y faltante de alcohol y agua.
“Es un foco de infección total: no tenemos la cantidad necesaria de rociadores con alcohol para desinfectar, las burbujas que tendrían que ser de 11 chicos son de 27 y en los micros viajan todos juntos durante más de media hora”, denunció una de las docentes que prefirió reservar su identidad por miedo a las represalias por parte del gobierno porteño. A días de comenzar las clases presenciales en el distrito, los problemas en las escuelas de verano se multiplican.
Los chicos son trasladados tres veces por semana desde las escuelas a distintos predios –como el Parque de la Ciudad o el Indoamericano– en colectivos escolares que, según denunciaron desde el sindicato de docentes porteños UTE, “van repletos de niños sin ningún distanciamiento”. Además, agregaron que “en las piletas de los polideportivos, donde van varias escuelas, más de 300 docentes y estudiantes que ingresan al mismo tiempo. Las actividades en aulas se dan sin la ventilación adecuada, sin respetar las burbujas, sin la obligatoriedad del uso de barbijo, e incumpliendo todos los protocolos”.
“En los transportes estamos cerca de media hora, viajamos entre cuatro y cinco burbujas. A veces hastra sentamos a más de un nene por asiento. Hoy, por ejemplo, los docentes fuimos y volvimos parados porque no había lugar”, subrayó una auxiliar que también prefirió no dar su nombre. Contó que una niña que asiste a su institución dio positivo de coronavirus y, si bien aislaron por unos días a su burbuja, los días anteriores la nena había viajado en micros repletos y su hermanito iba a otra burbuja que no fue aislada. Otro trabajador consultado por este diario, que también prefirió no dar su
Docentes relatan que no se cumplen los protocolos de distanciamiento y burbujas, y que ante la aparición de síntomas no son aislados a tiempo.
nombre, se desempeña como “agente de inclusión”. Ese equipo cuenta con 24 psicólogos y psicopedagogos que trabajan en 120 escuelas. El asiste a cinco sedes distintas donde trabaja con chicos de todas las burbujas. “No es adecuado para un contexto de pandemia, puedo ser un puente contagio para las cinco instituciones”, explicó.
“Al cerrar el Club Comunicaciones, que funcionaba como una sede, todos los que iban ahí ahora van al Parque de la Ciudad. La pileta está repleta. Las burbujas están una al lado de la otra y la división es una soga que los chicos pasan por abajo todo el tiempo”, contó una de las docentes. La auxiliar, en tanto, indicó que “hubo muchos casos de covid en auxiliares de pileta porque nos metemos sin barbijo y es muy difícil mantener la distancia. Estamos trabajando en contacto con los chicos todo el tiempo: los ayudamos a cambiarse, les secamos los mocos. El riesgo es constante”. Otro problema es que los guardavidas son pocos y trabajan con todas las burbujas. “Muchos guardavidas estaban con síntomas y cuando llegábamos a la pileta al otro día veíamos que cambiaba el plantel. Cuando preguntamos qué había pasado, nos decían que nada, pero después nos enteramos de que habían tenido el virus y los trasladaban para que no hablaran”, aseguró la auxiliar.
“Una docente levantó fiebre y avisó al coordinador. La mandaron a hacerse un hisopado y, en lugar de aislar la burbuja, como indica el protocolo, los chicos siguieron yendo y me pidieron que ocupe su lugar. A la docente no la fue a buscar el SAME, como dice el protocolo; la mandaron a hisoparse a un sitio donde no la quisieron hisopar”, contó a este diario otra trabajadora. Cuando le preguntó a su coordinador si tenía que aislarse o avisar a los padres que la maestra de sus hijos estaba con síntomas, el coordinador le respondió que no porque “eso se hace a partir de que da positivo, en la etapa en que se incuba el virus no contagia”. En esa misma escuela, agregó la docente, “a una persona que trabaja como maestranza le dio positivo el test, pero no aislaron a sus compañeros, siguieron yendo, y compartían salas, baños, trabajaban juntos”.
La auxiliar vivió un caso similar: “Una docente de mi escuela comenzó a sentirse mal. El martes fue con síntomas y el miércoles, cuando salió de la pileta, le tomaron la temperatura y volaba de fiebre. Volvió a la escuela y la coordinadora le dijo que tenía que seguir trabajando y que vaya a buscar al grupo de la tarde”, indicó. “La chica decidió ir a hisoparse a una de las unidades febriles, pero no la atendieron. Logró hacerse el test en otro hospital y el resultado fue positivo. Envió el comprobante a su coordinadora y ella le dijo que ese informe no contaba, que tenía que enviar el que tarda un par de días para activar el protocolo”, contó. “Recién aislaron la burbuja el viernes, cuando la chica tuvo el segundo comprobante. Nos hacen ocultar información, a los padres y a nuestros compañeros”, denunció la auxiliar. “Muchas familias mandan a los chicos porque necesitan ese espacio y es importante que la escuela abra, pero no se puede abrir en estas condiciones. Se tienen que respetar los protocolos y tenemos que tener los recursos necesarios para hacer bien las cosas”, concluyó.
“En el registro de asistencia, las personas del GCBA pusieron más chicos de los que vinieron para que parezca que la escuela de verano fue un éxito”, denunció una de las docentes. Según explicó, al principio había turnos por la mañana y por la tarde, pero como iban pocos chicos decidieron juntarlos a todos y hacer jornadas completas de ocho horas. Las valoraciones grupales y las listas, sin embargo, multiplican los asistentes. Otro tema es la baja remuneración de los trabajadores: “la carga horaria es superior a la de jornada completa, pero el salario es inferior al de la simple”, denunciaron desde UTE.
“Las burbujas que tendrían que ser de 11 chicos son de 27 y en los micros viajan todos juntos más de media hora”, denunció una docente.