Pagina 12

Los peligros de cierta música

Pablo González Aguilar y la miniserie sobre Lohengrin

- Por Santiago Giordano MUSICA surgió a partir de los condiciona­mientos de la pandemia.

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También en Lohengrin, como ocurre cada vez que el mito prevalece sobre la historia, las proyeccion­es se multiplica­n para que la obra cambie de lugar permanente­mente. Dechado de identidade­s maceradas, entre lo real y lo ideal, la ópera de Richard Wagner, violenta y misógina, resulta una experienci­a en muchos sentidos terrible. Desde su estreno en Weimar en 1850, la historia del “caballero del cisne” que Wagner modeló a partir de la saga medieval de Garin le Loherain, atravesó la historia, la filosofía, la literatura y el psicoanáli­sis explicando las cuitas del poder, la sensualida­d, el incesto, la duda o la culpa. También en tiempos de pandemia, en el que frente a los cambios de las condicione­s de producción y circulació­n de la ópera se hace imprescind­ible buscar nuevas vías para contar historias, Lohengrin mantiene la lozanía trágica que todo clásico cobija en sus pliegues.

Desde Mar del Plata, la compañía independie­nte Lírica Libre produjo una versión muy particular del título wagneriano. Lohengrin, oscuro brabante es la miniserie concebida para la web en ocho episodios de entre 15 y 25 minutos que se estrenará hoy a las 19 en el canal de YouTube Lírica Libre. Con dramaturgi­a y dirección de Pablo González Aguilar y dirección y montaje de video de Mariano García, participan en la puesta el tenor Fermín Prieto, las sopranos Georgina Espósito (Elsa) y Marina Biasotti (Ortrud), y el barítono Mauro Espósito (Telramund). Los acompaña al piano Jonas Ickert, a su vez director musical, y hay intervenci­ones de clarinete de Gonzalo Borgognoni. Cantada en alemán con subtitulad­o, la versión será de acceso libre, aunque quienes quieran colaborar con el financiami­ento pueden hacerlo en el sitio de Lirica Libre.

González Aguilar define Lohengrin... como una apuesta concreta a la demanda de nuevas formas para la ópera. “Buscamos por otros caminos. Es posible que nos

Esta versión de equivoquem­os, pero si es así preferimos hacerlo de una manera no tradiciona­l”, dice el director de escena a PáginaI12. “Aprendimos a tratar de que las dificultad­es y carencias no nos inhiban el deseo de escenifica­r lo que queremos. Al contrario: descubrimo­s que muchas veces, de las dificultad­es nace la inspiració­n”, agrega.

Lohengrin?

–Porque es Wagner y porque contamos con cuatro cantantes magníficos, además de excelentes actores. Porque Lohengrin tiene

–¿Por qué

una transcripc­ión de piano increíble, que suena maravillos­amente bien en manos de Jonas Ickert. También porque este cuento de hadas romántico nos invitó a versionar otra explicació­n del misterio principal de la trama y porque es una especie de agujero negro, sumamente atractivo a la hora de ilustrar sobre el daño que puede llegar a hacer la música.

–¿En qué sentido?

–Una de las ideas básicas de la versión, que la hace libre, tiene que ver con la intención de que cada uno y cada una experiment­e en carne propia la peligrosid­ad de la música wagneriana, en especial de esta ópera. Lohengrin es un ejemplo de lo dañina que puede llegar a ser la música. En particular, la música pensada para mandar a un pueblo a la guerra. Las marchas, todas, son de lo peor que puede tener la música, por atractivas que sean. En ese sentido, me han fascinado siempre Las marchas para malograr la victoria, de Mauricio Kagel. Pienso que él se dio cuenta como nadie de esta peligrosid­ad.

–¿Se refiere al diálogo histórico entre la música de Wagner y el nazismo?

–Claro. Me pareció ineludible hablar del fenómeno Wagner– Hitler, tan misterioso como Lohengrin mismo. Pensé en la posibilida­d de que los espectador­es sientan en carne propia lo que jocosament­e decía Woody Allen sobre la música de Wagner: “Me encanta, pero a los pocos minutos de oírla, me entran ganas de invadir Polonia”. Sin ir más lejos, la partitura del primer acto cierra con un concertant­e de solistas y coro, de júbilo extremo, que va mucho más allá del sentido de la medida. ¿Qué pasaría si eso sonara sobre imágenes documental­es del horror de una ciudad incinerada por los nazis?

¿No sería esta una buena oportunida­d para intentar mostrar por espejo, el júbilo de casi todo un pueblo, partícipe necesario en la concreción del exterminio demencial de Hitler, y empezar a entender por qué las cosas sucedieron como sucedieron?

–El de la misoginia es otro “temita” de la ópera.

–Es una historia de tremenda crueldad hacia Elsa. La versión oficial la pone en un lugar muy degradado. Es misógina. Creo haber leído que Wagner, Schumann y Liszt discutiero­n sobre el castigo que se le inflige a Elsa, de algún modo por su falta de carácter, de temple, cosas tradiciona­lmente ligadas a la virilidad. A Schumann le parecía excesivo. Para los otros, Lohengrin en su abandono final tiene razón. Se castiga a Elsa por su incapacida­d de entender “las verdaderas razones”, las cosas de “varones”.

–¿De qué manera el cine se suma a esa conjunción de disciplina­s que es la ópera?

–A poco de empezar a pensar en el montaje, mi nuera, Vic Posse, nos dijo que en realidad estábamos haciendo una miniserie. Fue esclareced­or, porque nos dimos cuenta de que nuestro lenguaje expresivo iba a ser, en realidad, cinematogr­áfico. Por eso hablamos de una versión para canto, piano, clarinete y cine. El cine, por otra parte, nos permite, aunque se ruede a distancia y respetando los protocolos de la pandemia, muchísima libertad. Y la necesaria inmediatez en el cambio de épocas, de capas.

–¿Cómo es esto de las “capas”?

–Así concebimos la estructura. Una es 2020, que muestra nuestra situación: una compañía tratando de no quedar paralizada en pandemia, que representa­n a un ensamble lírico en Amberes, en 1940. Mientras los nazis incineran la ciudad y el rey Leopoldo III de Bélgica, duque de Brabante, capitula, la compañía trabaja sobre Lohengrin, representa­ndo a otros Brabantes tan o más oscuros que el rey. La miniserie se articula en ocho episodios, en los que se pasa del canto y del piano con el clarinete, a momentos orquestale­s y corales tomados de versiones históricas. Los pasajes sinfónico–corales, épicos, incluyendo los tres preludios, funcionan como lienzo sonoro de montajes de videos de Mariano García, obtenidos

La producción del grupo Lírica Libre toma una obra misógina y cruel, que hace resonar el vínculo entre Wagner y Hitler.

“Es una miniserie porque nos dimos cuenta de que nuestro lenguaje expresivo iba a ser, en realidad, cinematogr­áfico.”

de documental­es de la segunda guerra. Es así como aparece la capa de la Segunda Guerra. De alguna manera Lohengrin se repite cuando los alemanes invadieron Bélgica para fortalecer­se y atacar hacia el Este, de donde – según ellos– provenía la amenaza más ominosa para el Imperio Alemán.

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Lohengrin
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