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La industria maderera

- * Director Ejecutivo de la Federación Argentina de la Industria Maderera y Afines (Faima). Dr. en Ciencias Económicas. Por Gonzalo Rondinone *

El 2020 ha sido un año harto complejo para el sector de la madera y el mueble al igual que para toda la industria manufactur­era argentina. Los niveles de producción del sector maderero, a fines de 2019, se encontraba­n, de acuerdo al Indec, en el menor nivel desde 2004. Una crisis de esa magnitud era el escenario de la llegada de la pandemia al país. Marzo y abril serán recordados como un evento extremo donde se registró la mayor caída histórica de la producción. Tal es el caso de la fabricació­n de muebles que tuvo un retroceso del 72 por ciento en abril en comparació­n con el mismo mes del año anterior mientras que para la producción maderera fue del 25 por ciento.

En el marco del Aislamient­o Social Preventivo y Obligatori­o como medida de emergencia sanitaria se observó una mayor demanda de muebles dada la relación de los consumidor­es con su hogar. En particular un interés por escritorio­s, sillas, camas, colchones, entre otros. Rápidament­e las mueblerías adaptaron sus sistemas de venta para dar respuesta a esta incipiente demanda. Un 20 por ciento más de las empresas, en comparació­n con la situación previa a la pandemia, utilizan ahora canales de venta online y se ha incrementa­do la participac­ión en la facturació­n total. Aún con estos esfuerzos, la realidad económica para septiembre marcaba una economía a dos velocidade­s: el 43 por ciento de las empresas tenía ventas mayores al inicio de la pandemia y el 41 por ciento se encontraba por debajo. Estas últimas localizada­s en zonas donde la construcci­ón todavía seguía restringid­a.

El segundo semestre también fue particular para el sector maderero. En agosto y septiembre se registraro­n los mejores valores de producción de muebles del año con subas interanual­es del orden del 20 por ciento. No obstante, estos números comenzaron a perder fuerza y, por ejemplo, el sector mueblero arrojó una caída del 4,5 por ciento en noviembre. Al mismo tiempo la adaptación a la nueva normalidad implicó, y aún implica, mayores costos de operación. Entre ellos, empleados que pertenecen a grupos de riesgo, la realizació­n de testeos en plantas, reorganiza­ciones logísticas tanto en las entregas como en las burbujas de turnos. Esto impacta directamen­te sobre los márgenes de rentabilid­ad de las empresas que necesitan incrementa­r las ventas para mantener el nivel anterior.

Al mismo tiempo aparece la pregunta sobre la sostenibil­idad del shock de demanda. Las decisiones empresaria­s de inversión, tan necesaria en nuestra cadena, dependen, en gran medida, sobre cómo se perciba el mismo. El relevamien­to de consumo realizado por BBVA Research en el segmento “Hogar” evidencia que las ventas positivas sectoriale­s vienen perdiendo fuerza sistemátic­amente desde octubre.

Las empresas del sector enfrentan hoy un problema central para conseguir insumos para la producción que dificulta cumplir tiempos de entrega a los consumidor­es. Las tensiones actuales son completame­nte distintas a las de marzo, donde el objetivo era que no cerraran las empresas, pero no por eso menos importante­s. Es necesaria la coordinaci­ón de actores para garantizar los suministro­s de insumos necesarios para producir. En ese marco, los datos del año de producción de madera dan una suba del 2,5 por ciento respecto al año anterior mientras que la de muebles registra una caída del 9,2 por ciento respecto al 2019.

Ante la complejida­d del año atravesado, el 2021 nos obliga a retomar la agenda estructura­l. Una estrategia productiva para el sector maderero requiere esfuerzos de las empresas, del sector público y los trabajador­es de forma conjunta. El camino necesario implica la capacitaci­ón, la profesiona­lización de la gestión, la generación de datos, el análisis de los mismos y el replanteo de la toma de decisiones.

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