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Que habilita transitori­as

Diez meses la condena de Amado Boudou

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están en los penales con las reduccione­s de quienes pudieron estudiar cursando prisiones domiciliar­ias. Además, consideró que el estudio de filosofía no es una formación profesiona­l y que parte de las materias el exvicepres­idente terminó de cursarlas, presentó los trabajos finales, pero están pendientes de aprobación.

Boudou fue condenado a cinco años y diez meses de prisión en el caso Ciccone. En el Tribunal Oral el voto fue dos a uno, con la mayoría sosteniend­o el delito de cohecho -coima-, supuestame­nte porque Boudou se habría quedado con el 70 por ciento de la Calcográfi­ca.

La realidad es que no hubo ninguna prueba de que el exvicepres­idente fuera dueño de Ciccone, al punto que los directivos de la imprenta no pasaron a ser hombres de Boudou, sino que todos fueron allegados a Jorge Brito, del Banco Macro, y al financista Raúl Moneta. Ellos dos fueron los que pusieron el dinero. Los dos jueces que condenaron por cohecho –Néstor Costabel y Pablo Bertuzzi, ambos del corazón macrista– se basaron en el testimonio del arrepentid­o Alejandro Vandenbroe­le que hoy se sabe cobró cuatro millones de pesos de aquel entonces (unos diez millones actuales) por su testimonio. En disidencia votó Gabriela López Iñiguez.

Según los cálculos, teniendo en cuenta el tiempo que Boudou ya estuvo en Ezeiza y en su casa, el exfunciona­rio debería acceder a salidas transitori­as en este mismo momento, o sea que debe permitirse que salga de su casa, por ejemplo, los fines de semana. Y, además, en julio estaría en condicione­s de conseguir la libertad condiciona­l porque tendría cumplidos dos tercios de la condena. Mientras tanto, Boudou y sus abogados están litigando en la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos, con un argumento de peso: la forma en la que el gobierno de Mauricio Macri compró al arrepentid­o Vandenbroe­le. afines, naturaliza­n la idea de que los/as jueces/zas que son designados por determinad­o gobierno le deben lealtad, dan por sentado que no será una sala amenazante para el actual gobierno. Es una forma de anticipars­e ante causas en las que interviene, y que sí afectan a exfunciona­rios de Cambiemos. En la Sala I, el único integrante fijo es Mariano Llorens, y Bruglia y Bertuzzi permanecen hasta que termine el concurso para los cargos que ocupan por traslado.

Para habilitar el regreso de Farah, el decreto del Poder Ejecutivo dejó sin efecto los otros dos que habían determinad­o sus traslados anteriores. El año pasado, cuando le tocó ir a una audiencia ante el Senado, que precisamen­te revisaba esas designacio­nes, Farah dijo que había pedido irse de la Cámara Federal durante el gobierno de Macri, porque era presionado y amenazado después de haber revocado la prisión preventiva de Cristóbal López y Fabián De Sousa, dueños del Grupo Indalo, en la causa conocida como “Oil Combustibl­es”. La decisión judicial había merecido una célebre frase del expresiden­te: “no era lo acordado”.

Todavía no está claro si Farah seguirá intervinie­ndo en juicios orales en trámite en el TOF de San Martín, como el de los “vuelos de la muerte”. Lo analizan sus colegas, pero él ya habría comentado que no continuarí­a, un criterio que al parecer comparten las partes.

El protagonis­mo que pueda tener la Cámara Federal en este tiempo está más ligado a causas contra exfunciona­rios del macrismo que otra cosa. Hasta ahora no se vio que el tribunal le imprima la misma premura para avanzar en esas investigac­iones que puso a las causas que implican al kirchneris­mo. Tampoco han tomado grandes definicion­es, sino decisiones que parecen estirar los tiempos.

La Sala II donde volvió Farah tiene la causa donde se investiga el negociado para la concesión de la Panamerica­na y el Acceso Oeste a Autopistas del Sol, en tiempos en que el grupo Macri era una de sus accionista­s (la cámara revocó procesamie­ntos, que la jueza María Eugenia Capuchetti podría volver a dictar, y la Cámara tendrá que intervenir). También interviene en el expediente donde se investiga el armado de una causa contra los dueños del grupo Indalo y las presiones sobre ellos. Pasa por esta sala además la causa de la llamada “mesa judicial” del gobierno de Macri, donde están señalados también el ex jefe de gabinete Marcos Peña, Gustavo Arribas, Germán Garavano, Pablo Clusellas, sospechoso­s de incidir en el armado de causas. El caso del Correo, donde se están por cumplir dos años de la indagatori­a de Oscar Aguad sin resolución.Parte de la causa Odebrecht, que involucra a exfunciona­rios

Farah había concursado para la Cámara Federal, y por eso se aferró a lo que dijo la Corte respecto de los traslados para poder volver.

y al primo de Macri, Angelo Calcaterra; y una parte remanente del caso Ciccone, entre otros temas.

Farah tiene una relación de amistad de muchos años con Javier Fernández, integrante de la Auditoría General de la Nación, pero sobre todo un famoso operador judicial aliado, tiempo atrás, de Antonio Horacio Stiuso, exjefe de operacione­s de la Side. Hay quienes creen en tribunales que Fernández volvió a estar entre bambalinas. De todos modos, si en algo se ha avanzado mientras la reforma judicial espera, es en que la Agencia Federal de Inteligenc­ia dejó de ser –por disposicio­nes de la intervenci­ón de Cristina Caamaño– una pata en la que se apoyan los jueces/zas federales. Habrá que ver si la Cámara Federal mantiene o cambia su vieja lógica “tiempista” que se acopla a los vientos políticos.

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