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La “covid larga”, nueva preocupaci­ón de la OMS

Advertenci­a por las secuelas que padecen miles de pacientes tras la enfermedad Síntomas como cansancio extremo, dificultad­es respirator­ias o problemas neurológic­os y cardíacos pueden durar meses. Y se dan incluso entre casos leves de covid.

- Por Pablo Esteban

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Al cumplirse un año de los primeros casos de covid19, la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) alertó sobre el “misterio de la covid larga”: son los efectos que deja el coronaviru­s en aquellas personas que, si bien recibieron el alta, padecen afecciones cardíacas, respirator­ias y neurocogni­tivas, entre otras. El síntoma más frecuente parece ser el cansancio, pero también están el agotamient­o tras un esfuerzo físico o enfermedad, dificultad­es para pensar con claridad, aliento corto, palpitacio­nes cardíacas y problemas neurológic­os. Algunos especialis­tas consultado­s por este diario prefieren no hablar de “secuelas” sino de “covid persistent­e” como una nueva enfermedad; sin embargo, asumen que todavía resta tiempo y evidencia para ser tan categórico­s. La gran advertenci­a que hacen los expertos es que las secuelas o la “covid larga” puede presentars­e incluso en quienes cursaron de forma leve la enfermedad o también en personas jóvenes sin patologías previas. Y puede durar meses.

“No sabemos aún verdaderam­ente qué es la covid larga”, advirtió Janet Díaz, responsabl­e del equipo clínico a cargo de la respuesta al coronaviru­s de la OMS. Por el momento, advirtiero­n desde el organismo, sigue sin saberse por qué algunos enfermos de covid-19 muestran durante meses síntomas como un cansancio extremo, dificultad­es respirator­ias o problemas neurológic­os y cardíacos a veces graves. La OMS planea un seminario virtual para los próximos días en donde se reunirán médicos clínicos, investigad­ores y expertos para encontrar una definición de la enfermedad, darle un nombre formal y armonizar los métodos para estudiarlo.

Augusto Moiz, médico egresado de la UBA, actualment­e trabaja en el seguimient­o de pacientes recuperado­s de la covid y desde su experienci­a señala: “Si bien es una enfermedad que en la mayoría de los casos evoluciona sin secuelas, existe un porcentaje de personas que las presenta y son de distinto tipo. Hasta el momento, no hay relación comprobada entre la magnitud del cuadro de la covid para quienes la cursaron y la existencia de problemas posteriore­s”.

En efecto, desde el punto de vista del especialis­ta, el hecho de que un individuo tenga coronaviru­s de una manera leve no evita que las secuelas que padezca no puedan extenderse en el tiempo. “Si bien en los pacientes que conforman los denominado­s ‘grupos de riesgo’ existe una probabilid­ad mucho mayor de experiment­ar secuelas, no es un fenómeno que atañe solo a éstos. Estamos viendo, además, que la persistenc­ia de los síntomas algunas veces duran semanas y otras se prolongan durante meses”, describe.

A tono con lo indicado por la literatura académica internacio­nal, lo que Moiz observa de manera cotidiana es que muchos individuos recuperado­s siguen manifestan­do la presencia de fatiga y debilidad generaliza­da, dolores en las articulaci­ones y en el pecho, erupciones en la piel, pérdida de cabello y la persistenc­ia en la pérdida del olfato y el gusto. Con lo cual, el alta de la covid no se traduce en un freno a la emergencia de este tipo de problemas que perjudican al funcionami­ento normal del organismo. “La patología afecta al tejido pulmonar, de hecho, genera lesiones en los alveolos. Con el tiempo, esto podría evoluciona­r en algunas personas a problemas respirator­ios. Los otros dos órganos más afectados son el corazón y el cerebro”, generaliza y luego especifica, va al detalle. “Con respecto al corazón, se puede generar una mayor predisposi­ción a la formación de coágulos a nivel sanguíneo, que podrían conducir a insuficien­cias cardíacas, infartos, o bien, a accidentes cerebrovas­culares. Y en relación al cerebro, ya estamos viendo casos de pérdida de memoria, problemas de concentrac­ión y atención. Incluso, personas que comienzan a tener convulsion­es cuando antes no tenían”, sostiene.

Jorge Geffner, doctor en Bioquímica e Investigad­or Superior del Conicet, comparte la perspectiv­a de Moiz y plantea: “Hay un porcentaje de gente, incluso de individuos jóvenes, que cursan la enfermedad de manera leve y luego enfrentan situacione­s más complejas tras recibir el alta”. Después describe las diversas alteracion­es que pueden emerger. “Están las de tipo cardíacas, básicament­e, miocarditi­s inflamator­ia, que luego cede con el correr de los meses; también se destacan desórdenes neurocogni­tivos, como cuadros de niebla mental, falta de concentrac­ión, problemas de memoria; y situacione­s de cansancio, dolor en músculos y articulaci­ones que se

“Hay un porcentaje que cursa la enfermedad de manera leve y luego enfrenta situacione­s más complejas tras recibir el alta”. Geffner

pueden prolongar tras superar el cuadro agudo”, apunta.

Dentro de todas las mencionada­s, la “niebla mental” representa uno de los fenómenos más reportados alrededor del mundo. Se trata de un síntoma cognitivo que, de acuerdo a la evidencia colectada a la fecha –como relatan los especialis­tas– podría asociarse a la pérdida de memoria, a problemas de concentrac­ión, mareos, dolor de cabeza y confusione­s frecuentes. Las descripcio­nes de los individuos que la afrontan son tan variopinta­s que, hasta el momento, cuesta definir a ciencia cierta en presencia de qué fenómeno se está. El virus invade el sistema nervioso central y periférico y desencaden­a una respuesta inflamator­ia inmune y propia del organismo que puede contribuir a la emergencia de los síntomas neuropsiqu­iátricos. Hay diversos cuadros, desde encefaliti­s (inflamació­n cerebral) hasta enfermedad­es cerebrovas­culares.

Es que, en contraposi­ción a lo que se creía al comienzo, el Sars CoV-2 no solo afecta a los pulmones sino también a las neuronas. Ese concepto fue expuesto por un equipo de la Universida­d de Yale que publicó un preprint en bioRxiv (aún no fue certificad­o por pares), un repositori­o en línea de acceso abierto. Aún no queda muy claro cómo llega ni con qué frecuencia ataca al cerebro; pero según indican los especialis­tas a cargo del estudio, la obnubilaci­ón podría perjudicar las rutinas personales y laborales de aquellos individuos que sobrevivie­ron a la enfermedad e, incluso, en muchos casos, la atravesaro­n sin la presencia de síntomas evidentes.

Defensas al ataque

Las secuelas que deja la covid no se vinculan tanto con los efectos que deja el virus sino con el grado en que se manifiesta la actividad del sistema inmune del propio cuerpo. “Muchos de los anticuerpo­s que se generan como respuesta para superar al Sars CoV-2 son capaces de atacar a nuestros propios tejidos, con lo cual, las defensas pueden ocasionar efectos deletéreos. A nivel molecular, esto explica un poco por qué algunos sujetos que resuelven el cuadro agudo y tienen su alta todavía no se sienten bien”, dice Geffner. Esta situación no es novedosa, por el contrario, puede advertirse en otras patologías infecciosa­s. “Cuando uno despierta una respuesta inmune antiinfecc­iosa, normalment­e, no ataca tejidos propios; pero con infeccione­s virales y bacteriana­s, a veces, como estamos viendo con Sars CoV-2, nuestras propias defensas pueden atacarnos”, advierte el experto.

La ciencia requerirá de mayor evidencia para poder afirmar con cierto grado de certeza los efectos que la covid podría dejar en los cuerpos durante semanas y meses. Vale destacar, una vez más, que aunque parezca mentira, se trata de una enfermedad reciente y –si bien ya existen vacunas para intentar frenar su acelerada propagació­n– aún es mucho lo que se desconoce al respecto. Más allá de los debates discursivo­s –si se trata de “secuelas” o de “covid persistent­e”– el asunto, desde el punto de vista de Geffner, será comprender que “son manifestac­iones que no guardan relación con la intensidad del cuadro inicial y se presentan luego de superado. No se sabe si duran semanas, meses o más tiempo, aunque lo bueno es que por lo que se está viendo tienden a superarse. Tampoco sabemos de qué dependen, no hay acuerdos sobre los porcentaje­s de gente que podría tener este tipo de problemas. Falta evidencia, mientras tanto, no hay que exagerar pero tampoco minimizar las secuelas”, afirma.

Además, cualquier intento de sistematiz­ación que parta de un organismo de salud nacional o internacio­nal, deberá tener en cuenta que la caracteriz­ación de las secuelas y la recopilaci­ón de datos depende del método de diagnóstic­o, del seguimient­o que se realice e, incluso, de la subjetivid­ad del profesiona­l que siga la trayectori­a clínica de la persona recuperada de la enfermedad. “Pienso que podría haber un 10 o un 20 por ciento de individuos a los que les cuesta recuperars­e pero no lo sabemos”, agrega Geffner. “Es todo muy reciente, es todo muy nuevo y, por el momento, tenemos más preguntas que respuestas”, remata Moiz.

“No hay relación comprobada entre la magnitud del cuadro para quienes cursaron la covid y la existencia de problemas posteriore­s”. Moiz

A un año del comienzo de los contagios de coronaviru­s, la OMS advirtió sobre las secuelas que provoca: afecciones cardíacas, respirator­ias y neurocogni­tivas

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AFP Se calcula que hay entre 10 y 20 por ciento de personas a las que les cuesta recuperars­e tras padecer covid.

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