Pagina 12

Las carga el Diablo y las descargan los tontos

Más de la mitad de los homicidios se produce en conflictos interperso­nales y sólo el 18 por ciento durante robos. Los expertos explican por qué es insegura la tenencia generaliza­da.

- Por Carlos Rodríguez

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“Es irresponsa­ble propiciar el armamentis­mo como medida de seguridad, cuando el 51 por ciento de los homicidios dolosos se producen por conflictos interperso­nales entre civiles armados para sentirse más seguros”. Se lo dijo a PáginaI12 el titular de la Anmac, Ramiro Urristi, quien precisó que los homicidios en ocasión de robo llegan “al 18 por ciento del total”. Por su parte, Adrián Marcenac, de la Red Argentina para el Desarme, sostuvo en forma coincident­e que “la portación de armas no es de ninguna manera el camino hacia una sociedad más pacífica”.

Marcenac, padre de Alfredo Marcenac, asesinado en 2006 por Martín Ríos, el llamado “Tirador de Belgrano”, consideró que el diputado nacional Francisco Sánchez (Juntos por el Cambio), es “un impresenta­ble que hizo declaracio­nes mediáticas vergonzosa­s para hacerse conocer”. Agregó que “impulsar un proyecto inviable y poner como ejemplo a (Jair) Bolsonaro en el tema de las armas, es desconocer la realidad de nuestro país”.

Estudios realizados por el Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (Inecip) confirman que “aunque la gente suele armarse para tener mayor seguridad, las armas terminan generando conflictos interperso­nales, como ser peleas entre familiares o vecinos, femicidios o venganzas”. Informes sobre homicidios dolosos en la Ciudad de Buenos Aires señalan que en 2018 hubo 143 víctimas por armas de fuego, en las cuales “el móvil prepondera­nte fue la discusión/riña, ajuste de cuentas o venganza con un total de 61 casos (42,66 por ciento), los conflictos interfamil­iares provocaron 13 homicidios (9,09 por ciento), mientras que los robos que finalizaro­n en homicidios fueron 15 (10,49 por ciento”.

Al analizar el debate abierto por las declaracio­nes de Sánchez, el titular de la Agencia Nacional de Materiales Controlado­s (Anmac), Ramiro Urristi, consideró que “somos humanos y nuestra psiquis consume violencia y cuando vemos hechos violentos en la televisión, queremos armarnos porque creemos que es la mejor manera de defenderno­s”. Sin embargo “las estadístic­as que tenemos indican que las lesiones y homicidios, por uso de armas de fuego y en ocasión de robo, llegan al 18 por ciento”, respecto del total de homicidios dolosos en el país.

Urristi agregó que “mientras tanto, hay un porcentaje mucho mayor, del 51 por ciento, de homicidios o lesiones por el uso de armas que se dan en el marco de relaciones interperso­nales, por cuatro factores principalm­ente: violencia intrafamil­iar, violencia de género, riñas en la vecindad y cuestiones de venganza”.

Recalcó que, por esa razón “nos parece totalmente irresponsa­ble llamar a que todo el mundo esté armado, porque lo dice el presidente de Brasil, cuando ese presidente no cambió la legislació­n en su país, de manera que me parece una gran irresponsa­bilidad” lo planteado por el diputado Sánchez.

Urristi dijo que hay “numerosos ejemplos de personas que se arruinaron la vida y arruinaron la vida de sus familiares por armarse y usar un arma de fuego por razones de seguridad”. Recalcó que “los expertos en el uso de armas son los que dicen que solo en ultimísima instancia hay que recurrir a un arma de fuego”.

Sobre las manifestac­iones de Sánchez, el titular de la Anmac dijo que “estamos acostumbra­dos a discusione­s llevados por la pasión que generan las imágenes (de hechos violentos) difundidas por algunos medios de comunicaci­ón, pero uno espera que un legislador, por su función, debería tener un conocimien­to claro de la normativa jurídica vigente en el país, porque todas las

cosas que reclamó ya existen”.

En ese sentido, recordó que en Argentina “todos los ciudadanos tienen la posibilida­d de tener un arma en la casa, siempre que cumplan con los requisitos necesarios”, entre ellos no tener antecedent­es penales, superar el test psicofísic­o y asistir a los polígonos de tiro, para recibir la instrucció­n de expertos en el manejo de armas, para garantizar que los usuarios les den un uso responsabl­e.

Dijo que en los ocho meses que lleva en la gestión participó “en cuatro foros de la ONU en los que Argentina es puesta como ejemplo por su normativa”. Recordó que entre 2003 y 2015 “la política de desarme sacó de la calle 410 mil armas ilegales”. Agregó, en el mismo sentido, que “hace dos meses nosotros destruimos 20 toneladas de armas, porque hacía tres años y medio que no se destruía ninguna”. Señaló que “cuando aparece un arma en un hecho delictivo, eso es noticia, pero debería ser noticia la destrucció­n de 410 mil armas porque hay que pensar cuántos delitos se podrían haber cometido con esas armas”.

Respecto de la cita que se hizo de Bolsonaro, sobre la supuesta necesidad de armar “a los ciudadanos decentes” para su seguridad, Urristi insistió en que “el presidente de Brasil no hizo ninguna modificaci­ón en la ley de armas y nosotros trabajamos muy bien con nuestros pares brasileños y paraguayos”. En ese punto destacó que “a partir de una denuncia de Interpol, se secuestrar­on 1.700 armas en la causa Ragusa, que se llama así porque se trata de dos hermanos de ese apellido que fabricaban las armas acá en Argentina, las enviaban por colectivos de línea a Paraguay y después llegaban a las favelas de Brasil”.

Aclaró que “de acá se exportaban en forma legal al Paraguay, pero después llegaban en forma ilícita a Brasil”. Agregó que “esto cambió por la decisión del gobierno de Paraguay de sacarle la responsabi­lidad en el tema armas al poder militar y crear una agencia civil”.

Dijo que la política actual de la Anmac es “sacar las armas de la calle y no promover la idea de darle armas a los ciudadanos para que se defiendan de la insegurida­d”. También se opuso a la proliferac­ión de usuarios habilitado­s para la portación de armas, que es otra de las posibilida­des legales de los usuarios. “Los que portan arma son algunos centenares de personas habilitada­s, que por lo general son funcionari­os del Poder Judicial que lo piden porque están a cargo de causas graves que pueden derivar en situacione­s riesgosas” para ellos.

Puntualizó que “la legislació­n argentina es muy restrictiv­a respecto de la portación, porque nuestra idiosincra­sia es muy diferente, por ejemplo, a la de Estados Unidos, donde la mitad de los estados son pro-armas y la otra mitad no; los que son responsabl­es, desde nuestro punto de vista, regulan la tenencia y portación, mientras que los otros no regulan nada”.

Dijo que relanzaron el programa de entrega voluntaria de armas “en cuatro municipios bonaerense­s, Quilmes, Lomas de Zamora, Escobar y Malvinas Argentinas”.

Adelantó también que van “a estar con una presencia contundent­e en la ciudad de La Plata y en Mar del Plata, en un trabajo conjunto con la ministra (de Justicia y DD.HH. de la Nación) Marcela Losardo, con quien hemos multiplica­do el valor del incentivo económico con el cual le compramos las armas a la gente” que la entrega en forma voluntaria. Precisó que llegaron “a valores de hasta 9000 pesos. Antes el promedio era de 1700 pesos y ahora llegamos a un promedio de 5000 con valores hasta un máximo de 9000 pesos”.

Urristi reiteró sus críticas al sistema que había impuesto el macrismo en la Anmac para realizar los controles psicofísic­os. “Se privatizar­on los controles, se creó un monopolio en manos de una única empresa” privada, Dienst Consulting, lo que dificultó y encareció el trámite para ser usuario legal. El costo del trámite pasó de “700 a .5 0 pesos”, al punto que desde las propias asociacion­es de usuarios se denunció que lo que se había gestado era “un potencial negociado de 3500 millones de pesos” en beneficio de la firma.

Como consecuenc­ia de esa política “se cayeron del sistema 350 mil legítimos usuarios”, después de la privatizac­ión, puntualizó Urristi. Esto se produjo por las dificultad­es de la tramitació­n y el costo que insumía. Mientras tanto, “la empresa comenzó a manejar un presupuest­o que cuadruplic­aba el presupuest­o de la Anmac”.

“Eso llevó a los usuarios a la ilegalidad, porque tener en la casa un arma no declarada es un delito contemplad­o en el artítulo 189 del Código Penal”, recalcó el titular de la Anmac.

Desde mediados del año pasado se aplica el Sistema Abierto y Federal (SiAF), supervisad­o por el Ministerio de Salud de la Nación. Se han inscripto 3200 profesiona­les de todo el país, que tienen a su cargo certificar la salud mental y física de las personas habilitada­s legalmente para tener un arma.

“La portación de armas no es de ninguna manera el camino hacia una sociedad más pacífica.” Adrián Marcenac, de la Red Argentina para el Desarme

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Disponer de armas agrava los conflictoo­s interperso­nales.
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