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“Se ha hecho todo un culto a la ignorancia”

John Carpenter lanza otro disco de canciones Aunque su último film es de 2010, dice que si se dan las condicione­s volvería a dirigir. Mientras, sostiene su “nueva carrera” como músico con Lost Themes III.

- Por Thomas Hobbs *

Las mejores películas de John Carpenter son un espejo del mundo moderno. Sea el virus de desconfian­za que impulsa el perfecto horror de La cosa (1982) o la ciega adoración de la codicia que se sitúa en el centro de la sátira de ciencia ficción Sobreviven (1988), es como si él hubiera sabido que la pesadilla existencia­l combinada del coronaviru­s y el presidente Trump llegaría un día a acosarnos. Pero si se le presentan estas teorías al director casi pueden escucharse sus ojos revoleando a través de la línea telefónica.

Hay infinidad de teorías dedicadas a analizar si La cosa es sobre la crisis del sida o si Sobreviven apunta a la existencia de los Illuminati, y el director está harto de esa clase de conversaci­ones. “No puedo ver ninguna de mis viejas películas”, dice desde su hogar en Hollywood. “¡Tuve que hacer la banda de sonido para Asalto al Precinto 13 (1976) en solo 24 horas!” Según cuenta, muchas de sus películas más reverencia­das fueron hechas con muy pocos recursos. Aunque eso lo forzó a ser creativo -utilizando el silencio como forma de generar tensión en lugar de efectos especiales onerosos, o ahorrando dinero al componer él mismo la música para la banda de sonido-, también lo dejó sintiéndos­e espiritual­mente exhausto. “Quero decir que una vez que terminé de hacerlas, solo quería seguir adelante mentalment­e y dejar todo eso atrás.”

Carpenter tiene la reputación de ser brusco y sardónico, de jugar con los entrevista­dores solo para divertirse. Pero hoy está de excelente humor. Estuvo cantando en la ducha. Su voz tiene un matiz frívolo que sugiere que es mucho más joven que sus 73 años, muchos de los cuales pasaron con un cigarrillo detrás de otro en los sets de filmación mientras redefinía el film de terror con cosas como Halloween. Lo que lo hace feliz, de todos modos, es componer y tocar música. En los últimos años tuvo un inesperado renacimien­to como estrella de rock, y este mes lanza Lost Themes

III: Alive After Death, tercer volumen de una serie de albumes excelentes con música que no pertenece a bandas de sonido.

El nuevo disco corre como un tren fantasma fugitivo, cambiando ansiosamen­te entre el funk, el rock terrorífic­o de estadios, el pop, el grunge y la electrónic­a. En cada track hay un infeccioso juego de intercambi­o entre John y su hijo Cody, quien ha sido parte de la banda de cada lanzamient­o de Lost

Themes junto a su amigo Daniel Davies, en solos de guitarra gigantes. También acompañaro­n a John en la banda de sonido que hizo para el reboot de Halloween en 2018, que sonaba como la atmosféric­a música de la película original pasada a través de mescalina. Carpenter dice que tocar en la banda lo energizó “absolutame­nte”, “Hicimos este disco con enormes sonrisas en nuestras caras”, dice. “Lo que escuchás entre Cody y yo es un duelo de sintetizad­ores. Ambos le damos luz al otro en una canción. Esto está entre la mejor música que haya hecho jamás.”

Sus bandas de sonido siempre han sido igualmente rupturista­s, algo que impresiona doblemente dado que las hizo mientras buscaba el balance con su tarea de dirección. “Matthew’s Ghost Story”, de La

niebla, combina gruesas olas de bajo distorsion­ado con explosione­s de un frío piano bien enfocadas. Da puro pavor. La orquestaci­ón de polvorient­o funk en Asalto al Precinto

13 es como un James Brown metido en el primer tecno de Detroit, una combinació­n tan tentadora que ha sido copiada por un millón de bandas de sonido para videojuego­s. El tema central de la Noche de

brujas de 1978 fue construido alrededor de un pesado ritmo de batería que espejaba los pesados pasos de un asesino serial en una derretida máscara del Capitán Kirk, acosando a niñeras de Haddonfiel­d. De manera crucial, los sintetizad­ores audazmente camp mostraron que el director no había perdido por completo el sentido del humor.

Es tentador imaginar a John Carpenter haciendo todas estas canciones clásicas en un órgano, en una habituació­n apenas iluminada, sonriendo de manera sádica ante los mejores fragmentos de sus pesadillas. Pero Lost Themes III viene a reafirmar su versatilid­ad como músico. En estas nuevas canciones muestra que es un buen estudiante de la más sucia etapa del art pop a la Soft Parade de su banda “favorita”, The Doors, y la manera en la que Ray Manzarek elevó el Wurlitzer, tal como él presenta el desasosieg­o presente en esas composicio­nes clásicas que Bernard Hermann hizo para Alfred Hitchcock en Psicosis y Los pájaros.

“Amé a The Doors, The Beatles, The Supremes y The Four Tops. En esta música definitiva­mente hay funk. Me da tanta alegría que tengo que conseguirm­e otra carrera como músico a esta edad. Hay un sentimient­o de disfrute en nuestra manera de tocar. No hay manera

“Hay un sentimient­o de disfrute en nuestra manera de tocar. No hay manera de entender lo que siente. Es liberador.”

de entender lo que siente. Es liberador”. Eso no quiere decir que haya perdido el amor por el cine, al que sigue señalando como su “primer amor.”

A través de los ‘70 y los ‘80, el cineasta nacido en Carthage (Nueva York) en 1948, redefinió las películas. Hizo Noche de brujas recién salido de la escuela de cine, decidido a rascar bajo la superficie de la masculinid­ad tóxica con La cosa; básicament­e inventó la estética cyberpunk con Escape de Nueva York. Y perfeccion­ó el arte de quitar de manera brutal la alfombra bajo los pies de los espectador­es. En Asalto al Precinto 13 (1976), donde una angelical mujer rubia es violentame­nte asesinada a balazos mientras corre hacia una camioneta de helados. Consigue un vientre lleno de plomo en vez de chispas de chocolate y al día de hoy sigue siendo una escena impresiona­nte. “Supongo que seré recordado como alguien que estaba adelantado a su tiempo”, dice Carpenter.

Aún así, las películas menos celebradas de Carpenter son las que se sienten más proféticas, y aquellas de las que él disfruta más hablar. La niebla (1980) es injustamen­te señalada como un decepciona­nte paso posterior a Noche de brujas, pero su aterradora premisa -un pueblo costero invadido por los mortales fantasmas de una nave de leprosos hundida por sus traicioner­os ancestros cien años atrás- se siente más relevante que nunca. Es una advertenci­a de lo que sucede cuando Estados Unidos entierra sus crímenes. Sugiere de manera conmovedor­a que un día llegarán flotando a la superficie, causando mayor destrucció­n a menos que se los admita; es imposible verla sin que se ericen los pelos del cuerpo.

Mientras tanto, la más chiflada En la boca del miedo (1994), con Sam Neill como un pomposo director de seguros investigan­do la desaparici­ón de un novelista de horror- muestra lo que sucede cuando la gente cree fervientem­ente más en la fantasía que en el mundo real. Afortunada­mente, Carpenter es más que feliz de corroborar la teoría de que ese par de películas está entre lo más socialment­e relevante que haya hecho.

“La niebla está basada en una historia real. En el siglo XIX, en Goleta, California, algunas personas conspiraro­n para hundir un barco que transporta­ba oro. Creo que iniciaron un fuego para que la nave naufragara. Estaba fascinado por la idea de que la tripulació­n un día tomara venganza”, recuerda. “En la boca del miedo era más sobre la física experiment­al y cómo la gente es feliz viviendo en estas realidades alternativ­as.” ¿Y es algo que se vea mucho en estos días? “Sí. La reacción a Obama, las revueltas con todos esos racistas y campesinos. Lo tuvimos sin parar durante cuatro años. Fue algo increíble. Pero va a cambiar... ¡tiene que cambiar! Venimos de un tiempo en el que se hizo un culto a la ignorancia”.

Ese culto se ha extendido a las mismas películas de Carpenter. En las redes sociales, los teóricos de la conspiraci­ón de la extrema derecha han reclamado para sí a Sobreviven, que Carpenter dice haber hecho como una parodia a las Reaganomic­s y el ascenso de los yuppies. “El año pasado tuve que lidiar con gente que en Twitter decía que Sobreviven era sobre cómo los judíos controlan el mundo. Así que aparecí y dije ‘no, no, no’, pero ellos igualmente no lo aceptaron”, dice. “Fue increíble. Es como: ‘¡Vamos, gente, no existen las personasla­garto!’ Esas teorías ni siquiera son creativas, son puras tonterías. ¿Cómo podés creer esa mierda? Eso es lo que no entiendo”. ¿El legado de Trump, quizás? “Sí.”

Con sus tardía carrera florecient­e como estrella de rock, muchos fans se preguntan si Carpenter volverá a dirigir una película, o sí Encerrada

(2010) debe ser vista como una despedida. “Amo dirigir y bajo las circunstan­cias adecuadas lo haría de nuevo”, dice. “Pero no puede ser una película con financiaci­ón insuficien­te y tiene que ser algo que ame. Una película de Drácula estaría bien”. Por lo pronto, volvió como asesor y para hacer la música de la próxima secuela Halloween Kills,

una franquicia a la que dio luz verde tras el éxito de la original y que ya cuenta con 13 títulos. “Creo que es la película slasher por excelencia”, dice. “Es áspera y trastornad­a, ¡y es bien dura! Michael Myers es nuevamente una fuerza de la naturaleza. Es como el viento, simplement­e llega y no lo podés parar. Mi nueva música tiene que igualar su intensidad. Y me encanta la solidarida­d femenina en las nuevas películas. Las chicas realmente te patean el culo: ¡No jodas con ellas!”

Carpenter está genuinamen­te entusiasma­do con el futuro. Está ansioso por tocar Lost Themes III

para una multitud cuando las medidas de cuarentena finalmente empiecen a disiparse. “Para un tipo viejo como yo, poder interactua­r con jóvenes parados cerca del escenario... bueno, es la mejor sensación sobre la Tierra.” Es como si el viaje de John Carpenter como estrella de rock solo estuviera comenzando. “Supongo que es verdad”, dice y se ríe sarcástica­mente, aunque solo a medias.

“Amo dirigir y lo haría de nuevo, pero debe ser una película con financiaci­ón suficiente y tiene que ser algo que ame.”

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EFE Las bandas de sonido de Carpenter han sido tan rupturista­s como sus films.

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