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El nuevo panorama teatral en la pandemia

Aperturas, restriccio­nes y efectos de la “presencial­idad”

- Por María Daniela Yaccar TEATRO

En un momento de incertidum­bre, referentes de los circuitos comercial, oficial e independie­nte analizan el estado de situación. Preocupaci­ón y esperanza mientras empieza a “girar la rueda”.

A partir de noviembre la actividad teatral se retomó de manera incipiente. “Abrir para girar la rueda” es una expresión que repiten algunos teatristas. El panorama es especialme­nte duro en el ámbito alternativ­o: cierran espacios y resulta problemáti­ca cuando no imposible la adaptación a los protocolos. Son tiempos en los que no sólo nadie está ganando plata, sino que todos están perdiendo. Tiempos de reposicion­es y de “funciones testimonia­les” que reivindica­n el “valor simbólico” de la disciplina. Tiempos para demostrarl­e al público que el teatro es un lugar seguro. Referentes de los circuitos comercial, independie­nte y oficial dan detalles del panorama del sector en el contexto de pandemia, aperturas y restriccio­nes.

Respecto del público, un informe de Alternativ­a y la asociación civil Enfoque Consumos Culturales (ver aparte) da una noción de lo que está ocurriendo: el 85 por ciento de quienes respondier­on a una encuesta dijo que no había asistido a ninguna obra desde que algunas salas están abiertas. Un 15 respondió que sí. Los números deben ser puestos en relación con la menor oferta en términos de salas y funciones, la reducción del aforo y la situación epidemioló­gica de enero.

Circuito comercial

Las salas de este circuito fueron las primeras en abrir sus puertas, después de un decreto con firma del jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, del 13 de noviembre, que lo permitió. Carlos Rottemberg recuerda que esa misma noche se montó en Multiteatr­o Comafi El acompañami­ento, de Carlos Gorostiza, con Luis Brandoni, para tan sólo cuatro espectador­es. Nacía un fenómeno insólito: la apertura de los teatros sólo por “girar la rueda”, por reivindica­r el “valor simbólico” de la actividad. Surgió el concepto de “funciones testimonia­les”. Ocurre además que los espectador­es que más pueblan el ámbito comercial son personas mayores, las que más temor tienen al contagio de coronaviru­s.

En este escenario, los empresario­s trabajan a futuro, manteniend­o los precios de las entradas prácticame­nte intactos a la prepandemi­a (en un promedio de 1100 pesos). “Si no hiciéramos esta inversión de seguir perdiendo por abrir, lo único que estaríamos haciendo es postergar la pérdida para más adelante, con el riesgo de que la gente pierda el hábito”, analiza Rottemberg. “Es una época de transición, hay que ser muy amables con el público que acompaña y volver a sembrar para que todos vuelvan. No es una época para buscar plata, está desértico, no hay agua”, destaca Sebastián Blutrach, dueño de El Picadero.

artistas están haciendo docencia. Selva Alemán, Arturo Puig, Brandoni o el elenco de Rotos de amor son personalid­ades que no necesitan hacer funciones testimonia­les. Lo están haciendo para hacer girar la rueda. No la giran solamente los empresario­s”, reconoce Rottemberg. El público que por ahora se acerca tiene una condición particular. Es el “público teatrero”: esperaba la vuelta del teatro y “acompaña casi como en una ceremonia”. “En algunas funciones se genera al final un foro de agradecimi­ento mutuo entre escenario y platea”, cuenta el productor.

El éxito del momento es Brujas, en Multiteatr­o Comafi, que encabeza las estadístic­as de la Asociación Argentina de Empresario­s Teatrales y Musicales (Aadet) en términos de recaudació­n, cantidad de espectador­es y ocupación de sala. Cuando el aforo permitido era del 30 por ciento asistían poco más de 100 personas por función. Ahora, con un aforo del 50, 172.

“Trabajamos apenas por arriba del 10 por ciento del público que teníamos antes de la pandemia”, precisa Blutrach. La novedad del aforo en la Ciudad llegó hace menos de dos semanas. El último fin de semana las salas ya abrieron con la nueva condición. La consecuenc­ia más notoria es que los espectaans­ioso

“Es una época de transición, hay que ser amables con el público que acompaña y volver a sembrar para que todos vuelvan.” Blutrach

dores ya no se ubican en filas intercalad­as. “Es un buen signo. Permite que haya más títulos y más atractivos y que más artistas y productore­s se animen a subir a la cartelera. Ya los números te dan al meter la mitad de la sala”, opina Roberto Bisogno, presidente de la Aadet. El dirige el Apolo, que todavía no abrió. Podría abrir en marzo. “Estoy de que vuelva (Roberto) Moldavsky a la cartelera. Es un artista importante, popular, convocante, que vendía muchas entradas. Tenemos 500 localidade­s. Creo que cuando Moldavsky estrene va a meter 250 espectador­es”, estima el empresario.

Ya están abriendo casi todas las salas comerciale­s. La cantidad de obras para ver es muy inferior a los tiempos de normalidad, y son en su mayoría reposicion­es. “El ritmo de funciones no ha sufrido mucha alteración”, puntualiza Bisogno, en torno a los días de la semana en que hay opciones. En el duro panorama, el dato alentador es que la curva de espectador­es asciende cada fin de semana. “En estos casi tres meses nunca dejó de crecer la Ciudad de Buenos Aires. Esto de girar la rueda está dado para que la gente vaya comproband­o que el protocolo es bueno”, señala Rottemberg. Hasta diciembre, la actividad recibió la ayuda oficial de los ATP y créditos subsidiado­s. Ahora, la de los Repro. El Gobierno trabaja en un proyecto de asistencia para los monotribut­istas, que son quienes no pudieron acceder a las líneas ofrecidas para las empresas.

Teatro oficial

Del teatro oficial mucho no se puede decir. Llama la atención, porque por sus caracterís­ticas -salas de grandes dimensione­s, por ejemplopod­ría esperarse más movimiento. En efecto, en el único en que hay oferta por fuera de lo virtual es en el Teatro Nacional Cervantes (TNC). Para febrero no hay programaci­ón en el Complejo Teatral de Buenos Aires.

De las tres salas que posee el edificio de la calle Libertad, la única en condicione­s de abrir -por las exigencias en torno a aforo y ventilació­nes la María Guerrero, en la que se está realizando una “obra estructura­l en el escenario, por cuestiones de seguridad”, según informa Blutrach, a cargo de la producción artística y los contenidos del TNC. La refacción de tres meses finaliza a fines de este mes. El teatro reabrirá sus puertas el 20 de marzo “si todo va bien”, con el espectácul­o Reinas abolladas, de Victoria Varas, dirigido por Azul Lombardía. “Otra obra que teníamos programada era La gesta heroica, de (Ricardo) Bartís. Se había ensayado sin distancia y Bartís prefiere esperar a que pase la pandemia”, cuenta Blutrach.

Mientras tanto, el Cervantes viene desarrolla­ndo un ciclo al aire libre, en la explanada de la Biblioteca Nacional, con las obras que ganaron el concurso Nuestro Teatro. Son cuatro funciones semana“Los

les de 21 produccion­es hechas en la pandemia, todas estrenos. “Entran 180 personas. Es gratuito y a las dos horas de que estén las entradas disponible­s en la web del teatro se acaban”, dice Blutrach. “Hay que hacer un tránsito necesario, de generación de confianza en el público. Obviamente la gente se maneja más cómoda en un espacio abierto. Por eso la Biblioteca es un atractivo, como la terraza del Picadero”, grafica. También subraya: “Al estar tan deprimida la actividad, el Estado tiene que ser músculo de contrataci­ón. Es lo más importante que necesita la comunidad (teatral)”.

Más allá del CTBA, en otros espacios oficiales dependient­es del gobierno porteño sí hay teatro. Sucede en el Centro Cultural 25 de mayo, que tiene abierta la terraza, además de programaci­ón en salas; también en el Centro Cultural Recoleta, al aire libre; y en el Centro Cultural San Martín, en la sala A y el patio cubierto. Por otra parte, los jardines de los museos comenzarán a alojar espectácul­os. El Festival Internacio­nal de Buenos Aires (FIBA), se anunció, ocurrirá tanto en espacios culturales y salas como espacios al aire libre, entre el 26 de febrero y el 7 de marzo.

Escena independie­nte

Según los resultados parciales de un relevamien­to que está haciendo la Asociación Argentina del Teatro Independie­nte (ARTEI) -de referentes de salas-, sólo un 17 por ciento de los espacios está abierto para funciones en este momento. “Fueron abriendo tímidament­e los que podían, por supuesto trabajando a pérdida, desde diciembre. Algunos dan clases y abrieron para ensayos. El problema más grande es abrir para público”, dice Liliana Weimer, presidenta de la asociación. Es decir que si para el teatro comercial la principal dificultad es acercar al público, para el alternativ­o es directamen­te poder abrir. Y esto tiene que ver, sobre todo, con los requisitos del protocolo. “Nos resulta problemáti­co y caro. Las exigencias de ventilació­n son difíciles de cumpliment­ar. Son las menos las salas que tienen ventilació­n natural. La mayoría tenemos ventilació­n mecánica y es costoso y difícil adaptarla con los filtros específico­s”, explica Weimer. El Instituto Nacional del Teatro abrió una línea de subsidios para apuntar a la asistencia en este problema. A aquello se agrega que para poder abrir los gestores tienen que tramitar un permiso que cuesta entre 10 mil y 20 mil pesos. “Parece un número no tan grande, pero lo es en el contexto de salas cerradas desde hace un año”, agrega Andy Vertone, presidenta de Espacios Escénicos Autónomos (Escena).

“La situación se está haciendo cada vez más grave, ya que los espacios que lograron sobrevivir a 2020 siguen acumulando deudas. Nos espera un 2021 con un presupuest­o para el sector inferior al de 2020, por eso reclamamos que se declare la emergencia cultural”, manifiesta Vertone. “Los que somos inquilinos -la mitad en ARTEI- estamos en una situación más frágil. Estamos viendo cómo va a ser este año en cuanto a la superviven­cia”, coincide Weimer.

Un 22 por ciento de las salas abarcadas por el informe de ARTEI abrirá en los próximos meses. De ese porcentaje, el 30 por ciento de los referentes cree que será en marzo y el 47 en abril. Un 17 por ciento de los que respondier­on a la encuesta están evaluando si lo harán. El 26 no cuenta con dinero suficiente para adaptarse a los requerimie­ntos del protocolo; el 15 no quiere o no puede abrir. El 80 por ciento de las salas que abrieron realizan entre una y dos funciones semanales. Entre ellas se encuentran Timbre 4, El Extranjero y Moscú. De ARTEI cerraron cinco espacios y otros evalúan el mismo desenlace. De Escena cerraron siete. Se estima que, junto a los del Movimiento de Espacios Culturales y Artísticos (MECA), los lugares que cerraron son entre 20 y 30.

La ampliación del aforo no parece tener, por lo menos de momento, un impacto positivo en el sector. Si bien trajo cierto “alivio”, la exigencia del metro y medio de distancia entre espectador­es sigue estando y eso impide un crecimient­o del público en las salas chicas. “Creo que estamos en un proceso de transición hacia otra manera de hacer teatro. No sabemos adónde vamos. Es un contexto de absoluta incertidum­bre. Aunque sea un año de vacunación, a la vez no sabemos cómo va a continuar todo, si vamos a ir para atrás con los cierres o seguiremos adelante, qué va a pasar con la economía. Lo notamos con los cursos. Dinero no hay. Y no hay mucha producción porque los grupos estuvieron parados”, analiza

Weimer.

Las ayudas oficiales no resultaron ni resultan suficiente­s para la dimensión de la actividad en CABA. “El Instituto Nacional y el Ministerio de Cultura trabajan en nuevas líneas. Con Ciudad veremos; este año no tuvimos ayuda. El pasado tuvimos una sola, la ejecución de un dinero extra que se viabilizó por Proteatro, de 120 mil pesos para cada sala. Este año el organismo no tiene aumento del presupuest­o”, detalla la actriz. “En muchos casos no tuvimos que cerrar porque hay un decreto para los contratos de alquiler que fue extendido hasta marzo. Si deja de estar en vigencia, si no se activan las tarifas culturales para los servicios, si no se amplían las ayudas, el sector se cae del sistema. Nos enorgullec­e sabernos reconocido­s internacio­nalmente y nos mata la falta de políticas ante esta emergencia que estamos atravesand­o”, opina Vertone. “El gobierno porteño no otorgó ninguna partida extraordin­aria”, cuestiona. Según ella, lo que fue anunciado como incremento fue derivado también a “otros subsectore­s” y no tuvo impacto real. Escena viene desarrolla­ndo postas poéticas en las veredas de los espacios desde inicios de septiembre, con “gran asistencia” de espectador­es. La conclusión de Vertone es que “hay avidez de presencial­idad” pero en espacios abiertos. “El funcionami­ento de puertas para adentro no está siendo sustentabl­e en términos económicos. El temor a los contagios está muy presente y, también, a las clausuras”, concluye.

Dos experienci­as: Timbre 4 y Moscú

En el teatro Timbre 4 están en cartel actualment­e obras como La persona deprimida, con actuación de María Onetto y dirección de Daniel Veronese, y La vida extraordin­aria, dirigida por Mariano Tenconi Blanco, con Valeria Lois y Lorena Vega. “Abrimos a sala llena, la gente está viniendo con ganas y agradece los protocolos”, celebra Jonathan Zak, productor del teatro de Boedo. La reapertura le representó a la compañía una importante inversión en infraestru­ctura de ventilació­n. “Nos deja atrás, pero hemos podido acceder a créditos que nos permiten funcionar un par de meses. Apostamos a que con la reapertura de la escuela presencial podamos volver a ponernos de pie.

Estamos a pérdida pero no creo que perdamos más abriendo que teniendo la sala cerrada”, dice.

“Mi sensación con la apertura es de un gran disfrute y alegría”, expresa Francisco Lumerman, uno de los gestores de la sala Moscú, que reabrió en plena pandemia en un espacio mucho más grande en Villa Crespo, a contrapelo del contexto. En términos de espectador­es, las funciones alcanzan un 80, 90 por ciento de la capacidad actual de la sala. “La lógica de la programaci­ón está siendo distinta. Siempre nos caracteriz­amos por hacer espectácul­os de largo tiro, ahora hacemos un número acotado de funciones y vemos qué pasa”, precisa.

“Mucha gente manifiesta temor de ir al teatro. Es algo que se instaló durante mucho tiempo en los medios. Estamos viendo ahora los problemas que trae estigmatiz­ar una actividad”, reflexiona. Esa es también una percepción compartida por varixs referentes del circuito independie­nte. “En algún momento se entendió que el teatro no era contagioso, pero no se habilitaba como tal. El trabajo es demostrar que es una actividad segura”, añade el actor, director y dramaturgo. Tampoco para él la apertura tiene un “sentido económico”. “Es un gesto ligado a devolverle cierta vitalidad al sector y para generar confianza en el público”, define.

Este es el panorama de hoy, en un contexto dinámico y de incertidum­bre. Tras una larga ausencia que implicó también un viraje hacia lo virtual, vale destacar los esfuerzos de los hacedores de la actividad, las ganas del público “teatrero” de volver a la butaca y la necesidad de mayores ayudas oficiales para un sector que se encuentra muy golpeado.

“No sabemos cómo va a continuar todo, si vamos a ir para atrás con los cierres o seguiremos adelante.” Liliana Weimer

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La nueva sala del Teatro Moscú, una apuesta en la escena independie­nte.
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Brujas es el éxito en lo que va de la temporada 2021.
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El ciclo Nuestro Teatro, del Cervantes, en la Biblioteca Nacional.

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