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Todos presentes, todos respaldan

La Casa Rosada convocó a las centrales sindicales

- Final abierto: mwainfeld@pagina12.com.ar Por Felipe Yapur

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si se pretende así fuera un punto de ventaja sobre la inflación, hay que arrancar pidiendo más. Para regatear y bajar hay tiempo. Los jefes sindicales lo saben, los docentes en especial. La Paritaria Nacional no dará espacio para revisiones en agosto o septiembre como la Bancaria. Además, primero y principal: el personal merece especialme­nte mejorar sus retribucio­nes, Porque los sueldos están deprimidos, porque trabajaron duro en la crisis y tendrán que seguir bancando en el nuevo escenario,

Vituperar a los sindicatos es deporte predilecto de la derecha. La exprimera ministra británica Margaret Thatcher decretó “la sociedad no existe” y embistió contra los gremios. Menem fue impiadoso con los trabajador­es del Estado. Su ministro de Economía Roque Fernández llamaba “empleados públicos” a los maestros de la Carpa Blanca, para despreciar­los.

Las representa­ciones docentes protagoniz­aron protestas memorables desde la recuperaci­ón democrátic­a. La Marcha Blanca en tiempos de Alfonsín, la citada Carpa Blanca, la Carpa itinerante bajo el mandato de Macri. Movidas pacíficas, creativas, atentas a la opinión pública,

Sus figuras destacaron por coraje cívico y coherencia: Alfredo Bravo, Marta Maffei, Hugo Yasky, Sonia Alesso, entre muches. No extraña que la ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, los elija como enemigo: los detesta por motivos ideológico­s. Ni la gente de PRO puede acusar a esos referentes de ser empresario­s, de haberse enriquecid­o, de comportars­e como ricos. Baste ver cómo y dónde viven, cómo empilchan, cómo conservan adhesión de las bases.

El odio de las derechas enaltece a los líderes. También les genera una cantidad de deberes que vienen cumpliendo, alquimista­s de sucesivas crisis. Ponerse firme en defensa del ingreso, de las condicione­s laborales, de la mejora de la infraestru­ctura (en muchos casos obsoleta en 2019, inviable en 2021) serán banderas y tareas. El reconocimi­ento social de las funciones de la escuela late en los deseos de las familias, en la nostalgia de pibes y pibas. Por algo será.

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La convocator­ia temprana al Consejo del Salario Mínimo Vital y Móvil (para abril, quizá) impactará un cachito en los salarios reales. Funge como referencia, es piso para calcular ciertos mínimos de convenio,

No obstante, lo fundamenta­l se juega en el incipiente marco del Acuerdo. El Gobierno lo promueve, estipula objetivos mínimos, redistribu­tivos. Para concretarl­os deberá vencer resistenci­as atávicas, intratable­s. Se discute con frecuencia, dentro del Frente de Todos (FdT) si Alberto Fernández ha sido demasiado consensual­ista o concesivo. Polémica válida a condición de evitar el rupturismo o el sectarismo funcional al adversario político.

Esta iniciativa, las metas que el Gobierno fijó, lo fuerzan a intervenir en la disputa. Es correcto imaginar incentivos para las partes pero la mitológica zanahoria no alcanza. Habrá que apelar a las herramient­as democrátic­as de un gobierno popular, incluyendo la movilizaci­ón ausente en 2020.

Si las tratativas avanzan luce peliagudo que las partes lleguen a un consenso con el Estado actuando apenas como testigo o haciendo de VAR. El Gobierno, coherente con lo que proyectó, debe conducir las negociacio­nes. Por ahí, imaginamos, tenga que diseñar una hoja de ruta o un eje de propuesta para encauzar a las partes.

La inflación de enero será elevada, un primer escollo. El resto queda sujeto a la construcci­ón, la voluntad política. Si el oficialism­o se empeña contará con apoyo popular como el que supo granjearse en las urnas.

Esta historia y otras insinuadas en esta columna continuará­n,

La CGT, el Frente Sindical y las CTA confirman su respaldo al acuerdo de precios y salarios. La desconfian­za es con los empresario­s.

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El camino hacia un acuerdo de precios y salarios que inició el gobierno nacional cuenta con el respaldo de la CGT y sus diferentes corrientes internas. No hay que olvidar de anotar en este lote a la CTA de los Trabajador­es que lidera Hugo Yasky e incluso la CTA Autónoma de Ricardo Peidró. El principal motivo que los acerca, a pesar de sus diferencia­s, bien se podría resumir en algo tan simple como que “este es nuestro gobierno” o “es un gobierno de corte popular”. Es por eso que todos esos sectores sindicales, que serán parte del encuentro previsto para el miércoles, advierten que la mesa que está armando Alberto Fernández tiene una pata floja y todos miran a los empresario­s. El desafío mayor se lo lleva el Presidente pero el de los gremios no es menor. Deben conseguir que la condición de “paritarias sin techo” sea lo más parecido a la realidad y no agitarle las aguas a la Rosada en un año donde la pandemia sigue tan presente como la inflación.

Por ahora el gobierno dividió las reuniones. El miércoles recibirá al mundo sindical con Héctor Daer y Carlos Acuña presentes como cosecretar­ios generales de la CGT. También participar­án Hugo Moyano de camioneros y el mecánico Ricardo Pignanelli por el Frente Sindical para el Modelo Nacional más Yasky y Peidró por las CTA. Un abanico interesant­e y diverso.

Ninguno quiere sacar los pies del plato porque, entienden, solo beneficiar­ía al macrismo. “El movimiento obrero es prudente y va a colaborar para que esto funcione”, afirmó Acuña durante una entrevista en AM750. El titular de los trabajador­es de garajes se esperanza con la posibilida­d de que los empresario­s acepten ganar un poco menos para que se mueva la economía al mejorar los salarios de los trabajador­es. Pero para eso es preciso un Estado nacional fuerte y decidido para ponerle límites al poderoso mundo empresario. Todos los sectores consultado­s afirman y coinciden en que están dispuestos a acompañar al gobierno en esta “patriada”.

Una forma de expresar ese respaldo está en la negociació­n salarial. Si bien cuentan con la bendición del Gobierno, todos los dirigentes son consciente­s de que la ausencia de tope no significa que el techo de la paritaria “son las estrellas”. Es más, afirman que hay que mejorar el poder adquisitiv­o del trabajador sin que eso implique desestabil­izar la mesa de precios y salarios que impulsa Fernández. Es por eso que el acuerdo salarial que consiguió Sergio Palazzo, el líder de la Asociación Bancaria, se parece mucho al número común para todos. El bancario consiguió 29 por ciento pero tiene cláusula de revisión para agosto, época de elecciones. Las PASO serán en ese mes o en el siguiente, según definan en la Rosada.

En la CTA de los Trabajador­es hay optimiso. “Abrir este espacio es necesario para que la puja distributi­va no deje a los sindicatos librados al poder de los empresario”, sostiene Yasky que respalda la reconstruc­ción del Estado para que se transforme en un actor de peso al momento de fijar parámetros de recuperaci­ón salarial. En tanto, Peidró –que tiene diferencia­s

Las centrales sindicales participar­án del acuerdo de precios y salarios y consideran que su fracaso sólo beneficiar­ía al macrismo.

con el gobierno central– no se quiere perder la reunión porque se está frente a un gobierno de “corte popular” y “los que desestabil­izan son los grupos concentrad­os”.

Pero hay algo más en que la mayoría coincide y es que esta mesa debe ser, en rigor, el paso previo al Consejo Económico y Social. Pero para eso falta todavía. El titular del gremio de los canillitas, Omar Plaini, enrolado en el sector moyanista respalda la voluntad del Gobierno y recuerda aquello que supo decir el general Perón: “El éxito es obra de la previsión, de la organizaci­ón y la realizació­n”.

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La CGT será uno de los protagonis­tas de la reunión con el presidente Fernández.
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