Un amargo remedio
San Lorenzo viene con severos problemas económicos desde el 2015. Los desaciertos y desatenciones de los principales dirigentes hicieron que la situación se fuera agravando. Las trabas al acceso a la documentación y la cuasi nula información fueron moneda corriente. Y mientras el club se endeudaba de manera geométrica instalaban un relato de gestión exitosa de manera magistral. Tiempos donde el relato mataba a la realidad, de los que aún quedan resabios.
Detrás de ese velo de posverdad, se sucedieron contratos en doláres y euros, en muchos casos por montos difíciles de entender que, sumados a numerosos desaciertos a la hora de las incorporaciones que se reflejaron en los magros resultados deportivos del último lustro, nos llevaron a este presente donde ya –si me permiten, afortunadamente– no se puede tapar el sol con la mano.
Hoy la realidad se nos impone exponiendo, de modo innegable, los errores del pasado. Y no quedó otra cosa por hacer que correr el velo y abrir paso a la verdad delatora del relato. La antipática y poco feliz reestructuración de parte de la deuda cediendo porcentajes de futuros ingresos por el traspaso de jugadores deja en evidencia al relato pulverizándolo.
Lamento, como único vocal de la minoría, no haber podido conocer los detalles de esta negociación de antemano (y aún no han sido informados los porcentajes cedidos ni sobre qué jugadores). No obstante, por primera vez incluyendo las presidencias de Lammens, no reestructuramos contrayendo deuda con terceros, no seguimos incrementando el pasivo.
Deseo que esta amarga reestructuración marque un punto de inflexión, que sea el amargo remedio que ponga fin a un modo de gestión liviano e irresponsable. Pero para ello, debe ir acompañada de una administración por un tiempo austera, sin contratos en dólares, responsable al fijar montos contractuales y al incorporar jugadores y darles lugar a los juveniles. Esas pautas son imprescindibles para que este ajuste a los ingresos futuros dé algún fruto y el precio a pagar por los desaciertos del pasado encuentre justificación y sea el puntapié de los aciertos del futuro.