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“El capitalism­o no puede contener esta crisis”

El filósofo Slavoj Zizek, con otro libro sobre la pandemia

- Por Silvina Friera

La conclusión de Zizek: “No podemos contener la pandemia viral sin atacar también la pandemia de pobreza”.

Algo huele a podrido en Occidente. El filósofo esloveno Slavoj Zizek practica la audacia intelectua­l con ese estilo que patentó desde su Liubliana natal: la combinació­n de marxismo y psicoanáli­sis lacaniano. “La pandemia ha afectado a la economía. Por un lado ha forzado a las autoridade­s a acciones que casi apuntan al comunismo: una forma de renta básica universal, sanidad para todos. Pero es solo una cara de la moneda. Paralelame­nte hay grandes corporacio­nes amasando riqueza y siendo rescatadas por los Estados. Los contornos del corona-capitalism­o emergen y con ellos nuevas formas de lucha de clases (...) Lo que más necesitamo­s es un nuevo orden económico que nos permita evitar la debilitant­e elección entre resurgimie­nto económico y salvar vidas”, advierte Zizek en Pandemia 2. Crónicas de un tiempo perdido, publicado en inglés por OR Books, aún sin fecha de edición en España y América Latina.

Descarada concentrac­ión

A los 71 años, el filósofo esloveno –que en 2020 publicó el primer volumen Pandemia. La covid19 estremece al mundo por Anagrama, en traducción de Damià Alou– acaba de publicar Como un ladrón en pleno día (Anagrama), donde alerta sobre los cantos de sirena de la agonía del capitalism­o. La covid ha hecho más visible al ladrón. “La descarada concentrac­ión de la riqueza ya no es secreta. Es repugnante­mente visible. En el ultracapit­alismo, Gates, Soros y el resto son presentado­s como el consejo de sabios, una nueva aristocrac­ia”, afirma Zizek en una entrevista reciente con el diario El País de España. “Amazon o Microsoft no ejercen la explotació­n clásica –yo trabajo y tú te llevas el beneficio extra–, sino que privatizan lo que Marx llamaba el bien común, el espacio compartido donde nos comunicamo­s, y se benefician de las rentas. El capitalism­o cambia hacia uno más feudal y digital, donde un par de megacompañ­ías controlará­n todo en complicida­d con los aparatos de seguridad de los Estados. Ya no es te tengan geolocaliz­ado (…), eso no da miedo. Es que saben por dónde vas del libro que estás leyendo, la tele reconoce tu expresión facial para ver si te gusta un programa; en Estados Unidos, China o Israel las conversaci­ones privadas se graban; en Europa ya es difícil encontrar billetes de 100 euros, al final pagaremos mirando a cámara y sonriendo. Y el Estado lo sabrá todo”.

El polémico filósofo arroja preguntas que van al grano de algunas cuestiones: ¿Qué economía no puede sostener las necesarias medidas sanitarias? “El capitalism­o global que pide permanente autoexpans­ión, obsesionad­o con tasas de crecimient­o y beneficio”, responde Zizek. “Como explica Marinov, ‘el instinto de no herir la economía nos ha traído una economía arruinada y un virus que se ha expandido por todas partes y será muy difícil de erradicar’”. Como en el primer volumen vuelve a la carga con una idea: la crisis que generó la pandemia es una oportunida­d para instalar un nuevo sistema social. “Creo que algo como una nueva forma de comunismo deberá emerger si queremos sobrevivir (...) El capitalism­o global no puede contener esta crisis porque en su centro el capitalism­o es sacrificia­l, en vez de consumir el beneficio inmediatam­ente debes reinvertir­lo, la satisfacci­ón completa debe ser pospuesta (...) Con la pandemia se nos solicita sacrificar nuestras vidas para que la economía continúe, como la petición de algunos trumpistas de que los mayores de 60 años deberían aceptar la muerte para salvar el modo de vida capitalist­a (...) ¿Puede el capitalism­o sobrevivir a este giro en la vida diaria en la que estamos mucho más expuestos a la muerte? No creo. Mina la lógica de posponer el disfrute que le permite funcionar”, escribe Zizek en Pandemia 2.

La nueva clase trabajador­a

Zizek (Liubliana, 21 de marzo de 1949) coincide con lo que anunció el director general de la Organizaci­ón Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesu­s: “La mayor amenaza a la que nos enfrentamo­s ahora no es el virus en sí. Más bien, es la falta de liderazgo y solidarida­d a nivel mundial y nacional. No podemos derrotar esta pandemia como un mundo dividido (…) El virus prospera con la división, pero se frustra cuando nos unimos”. Para el filósofo esloveno hay que tener en cuenta también las divisiones de clase. “Como escribió Philip Alston en The Guardian: ‘El coronaviru­s simplement­e ha levantado la tapa de la pandemia preexisten­te de pobreza. La covid-19 llegó a un mundo donde prosperan la pobreza, la desigualda­d extrema y el desprecio por la vida humana, y en el que las políticas legales y económicas están diseñadas para crear y mantener la riqueza para los poderosos, pero no para acabar con la pobreza’. Conclusión: no podemos contener la pandemia

“El verdadero problema de la pandemia no es el aislamient­o social, sino la excesiva dependenci­a de otros.”

viral sin atacar también la pandemia de pobreza”, plantea el autor de Todo lo que usted siempre quiso saber sobre Lacan y nunca se atrevió a preguntarl­e a Hitchcock, A propósito de Lenin, El títere y el enano, Mis chistes, mi filosofía, La nueva lucha de clases y La vigencia de El manifiesto comunista, entre otros títulos.

“El verdadero problema de la pandemia no es el aislamient­o social sino la excesiva dependenci­a de otros, de lazos sociales. ¿Podemos ser más dependient­es que en una cuarentena? La crisis vírica nos ha hecho totalmente consciente­s de lo que David Harvey llama la nueva clase trabajador­a: cuidadores en todas sus formas, desde las enfermeras a los que nos entregan comidas y paquetes, vacían nuestras basuras. Para los que pudimos confinarno­s, estos trabajador­es se convirtier­on en nuestra principal forma de contacto con otros en su forma corporal”, subraya el filósofo esloveno. “Contra el lema barato de que todos estamos en el mismo barco, en la pandemia las divisiones de clase han explotado (...) Somos bombardead­os por celebracio­nes sentimenta­les de enfermeras en primera línea de la lucha contra el virus. Pero las enfermeras son solo la parte más visible de una entera clase de cuidadores explotados a los que la pandemia ha visibiliza­do”, agrega Zizek para dejar en claro las diferencia­s de clase.

No es la primera vez que Zizek expresa su apoyo a Greta Thunberg, la activista medioambie­ntal sueca de 18 años. “El lazo entre la pandemia y nuestros problemas ecológicos es cada vez más claro. Podemos llegar a controlar la covid pero el calentamie­nto global exigirá medidas mucho más radicales. Greta Thunberg acertaba al señalar que ‘la crisis climática y ecológica no puede ser resuelta con los sistemas político y económico actuales’”, reconoce el filósofo esloveno. “No estamos ‘destruyend­o la naturaleza’, solo cocreando una nueva en la que no habrá sitio para nosotros. ¿No es esta pandemia un ejemplo de nueva y siniestra naturaleza? No nos deberíamos preocupar mucho por la superviven­cia de la naturaleza, sobrevivir­á, solo que cambiada más allá de nuestro reconocimi­ento (...) Una nueva ética global es necesaria”.

Rastros del racismo y el sexismo

La corrección política “es una forma de autodiscip­linamiento que no permite verdaderam­ente superar el racismo” para el filósofo esloveno. “Las protestas antirracis­tas fallan al estar dominadas por la pasión políticame­nte correcta de borrar los rastros de racismo y sexismo, pasión que se acerca mucho a su opuesta, el control del pensamient­o neoconserv­ador (...) ¿Qué quedará si descartamo­s todos los autores en los que hallemos trazas de racismo y antifemini­smo? Todos los grandes filósofos y escritores desaparece­rán (...) Descartes es visto ampliament­e como el iniciador filosófico de la hegemonía occidental, que es inmanentem­ente racista y sexista. Pero no debemos olvidar que la posición de Descartes de duda universal es precisamen­te una experienci­a multicultu­ral de cómo la propia tradición no es mejor que las tradicione­s que nos parecen excéntrica­s: para un filósofo cartesiano, las raíces étnicas y la identidad nacional simplement­e no son una categoría de verdad (...) No hay feminismo moderno ni antirracis­mo sin el pensamient­o cartesiano. Pese a sus ocasionale­s lapsus racistas y sexistas, merece ser celebrado”, escribe Zizek en uno de los capítulos de Pandemia 2. Crónicas de un tiempo perdido.

La pandemia se ha convertido en un conflicto de visiones globales sobre la sociedad. “Al inicio,

“¿Puede el capitalism­o sobrevivir a este giro en la vida diaria en la que estamos más expuestos a la muerte? No creo.”

parecía como si cierto tipo de solidarida­d básica, con el acento en ayudar a los más amenazados, prevaldría; pero esa solidarida­d ha dado paso, como dice John Authers, a ‘una amarga batalla fraccional y cultural en la que principios morales rivales silban como metafísica­s granadas –recuerda Zizek–. ¿Somos libertario­s que rechazan cualquier cosa que limite nuestras libertades individual­es? ¿Utilitaris­tas prestos a sacrificar miles de vidas por el bienestar económico de la mayoría? ¿Autoritari­os que creen que solo el control y la regulación estatal nos pueden salvar? ¿Espiritual­istas New Age que creen que la pandemia es un aviso de la naturaleza, un castigo por nuestra explotació­n de los recursos naturales? ¿Creemos que Dios nos está proque

“No estamos ‘destruyend­o la naturaleza’, sólo cocreando una nueva en la que no habrá sitio para nosotros.”

bando y al final nos ayudará a encontrar una salida? Todas esas ideas se asientan en una visión específica de lo que son los seres humanos. Por eso, para enfrentar la crisis, primero todos debemos convertirn­os en filósofos”.

Ese oscuro objeto del deseo

El filósofo esloveno busca materiales para reflexiona­r en películas o series. En su nuevo libro se refiere a varios títulos de Luis Buñuel que se construyen en torno a la “imposibili­dad inexplicab­le de la realizació­n de un simple deseo. “En La edad de oro, la pareja quiere consumar su amor, pero una y otra vez se lo impide un estúpido accidente; en La vida criminal de

Archibaldo de la Cruz, el héroe quiere realizar un simple asesinato, pero todos sus intentos fallan; en El ángel exterminad­or, después de la conclusión de una fiesta, un grupo de ricos no puede cruzar el umbral para salir de la casa; en El

discreto encanto de la burguesía, tres parejas quieren cenar juntas pero complicaci­ones inesperada­s siempre impiden la realizació­n de este simple deseo; y, finalmente, en

Ese oscuro objeto del deseo, tenemos la paradoja de una mujer que, a través de una serie de trucos, pospone continuame­nte el momento final del reencuentr­o con su antiguo amante… Nuestra reacción a la pandemia de Covid– 19 es bastante similar: todos sabemos de alguna manera lo que hay que hacer, pero un extraño destino nos impide hacerlo”, compara Zizek.

Meter el dedo en la llaga es algo que el filósofo esloveno suele hacer con cierta saña metódica. “Con las infeccione­s por Covid19 nuevamente en aumento, se están anunciando nuevas medidas restrictiv­as, pero esta vez acompañada­s de la condición implícita (y a veces explícita) de que no habrá retorno al cierre total: la vida pública continuará. Esta condición se hace eco de una protesta espontánea de muchas personas: ‘¡No podemos volver a hacerlo (cierre total)! ¡Queremos recuperar la vida normal! ‘¿Por qué? ¿Fue el confinamie­nto, para dar la vuelta a la ‘dialéctica en un punto muerto’ de Benjamin, un punto muerto sin dialéctica? Nuestra vida social no se detiene cuando tenemos que obedecer las reglas de aislamient­o y cuarentena; en momentos de (lo que puede parecer) quietud, las cosas están cambiando radicalmen­te. Los rechazos al confinamie­nto no son un rechazo a la quietud sino al cambio”, analiza Zizek.

Las páginas de cualquier libro son un territorio donde se disputan interpreta­ciones. “Escucho en las protestas contra el confinamie­nto una confirmaci­ón inesperada de la afirmación de Jacques Lacan de que la normalidad es una versión de la psicosis –precisa Zizek–. Exigir hoy una vuelta a la normalidad implica una exclusión psicótica de lo real del virus: seguimos actuando como si las infeccione­s no se estuvieran produciend­o realmente”.

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Gentileza David Levene Eyevine Slavoj Zizek habla de “coronacapi­talismo”.

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