Una historia de resistencia
Damián Zamorano es jefe de Enfermería de “el Carriqui”. Cuenta que viene de la experiencia del multitudinario abrazo al hospital de El Cruce, aquella gran movilización que en 2018 “salvó” al hospital Néstor Kirchner. La liga a la historia de este muy nuevo hospital de Ioma en Temperley, y concluye: “Me pongo en el lugar de todos esos trabajadores que resistieron, y me imagino lo que significa para ellos estar ahora vacunando acá”.
Repone así la historia de la ex clínica Comahue de Temperley, que siguió un camino conocido: vaciamiento, despidos, falta de pago, cierre. Los trabajadores conformaron una cooperativa, y elevaron a Ioma la propuesta de crear un centro de salud propio, algo que hasta entonces no tenía la obra social. Tras casi dos años del último cierre de la clínica, la “oportunidad” llegó con la pandemia y la necesidad de reforzar el sistema de salud, remodelaciones y compra de equipamiento mediante. La elección de este hospital como punto de partida para la vacunación a docentes, tiene entonces una carga simbólica especial.
También el nombre elegido para esta clínica: Gabriela Carriquiriborde fue una trabajadora de Ioma desaparecida durante la última dictadura cívico militar. “Gaby era solidaria, comprometida y militante. También trabajaba en Ioma y estudiaba psicología”, se lee en el espacio para la memoria que está en el ingreso de la guardia. El mural que la recuerda cuenta también que estaba embarazada de seis meses, que por el testimonio de sobrevivientes se pudo saber que estuvo secuestrada en el Pozo de Arana y en el de Banfield, donde nació su bebé. Allí también se recuerda a las trabajadoras de Ioma desaparecidas Inés Pedemonte y Elba Beatriz Pirola de Rivelli.