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Vitamina D para estos tiempos del arte

Tres argentinos entre los cien mejores dibujantes del mundo

- Por Fabián Lebenglik PLASTICA

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La prestigios­a editorial internacio­nal Phaidon Press, fundada hace casi un siglo en Viena, es una de las más reconocida­s e influyente­s en las artes visuales, la arquitectu­ra, el diseño y la fotografía.

Desde 2005, cada siete u ocho años publica los ya célebres volúmenes analíticos Vitamin, profusamen­te ilustrados y con textos críticos, para ofrecer una cuidada selección de, por una parte, el catálogo de los cien mejores pintores (Vitamin P) y, por otra, los cien mejores dibujantes del mundo (Vitamin D),

en sendos libros.

Por supuesto que el resultado padece de invitables caprichos, sesgos y omisiones, pero es de altísima calidad y se trata de conclusion­es formuladas por un jurado de setenta expertos internacio­nales que analiza el panorama mundial.

En el nuevo volumen de Vitamina

que acaba de publicarse (digresión: la vitamina D es imprescind­ible para estos tiempos de covid), se incluye a tres artistas de nuestro país: Eduardo Stupía, Adriana Bustos y Mauro Giaconi.

Algunos de los demás artistas selecciona­dos son Robert Crumb, Tom Friedman, Claudette Johnson, Rashid Johnson, Tania Kovats, Otobong Nkanga, Toyin Odutola, Deanna Petherbrid­ge, Christina Quarle y Ema Talbot.

PáginaI12 dialogó con Stupía acerca de este bienvenido reconocimi­ento.

D–¿Cómo estás atravesand­o estos tiempos de pandemia?

–Me cuido mucho. Estoy bastante recluido. Es una época en que se siente una casi desaparici­ón de lo tangible y de buena parte de aquello que nos daba certezas. Doy regularmen­te clases y charlas a través de zoom o google meet, estoy preparando un libro de collages, una muestra próxima en la galería de Jorge Mara; hice dibujos para libros de mis amigos, los poetas Sandro Barrella y Guillermo Saavedra. He escrito algunos textos y voy a empezar a ir a mi taller.

–A

La influyente y casi centenaria editorial internacio­nal de arte Phaidon incluye a Eduardo Stupía, Adriana Bustos y Mauro Giaconi. Entrevista a Stupía.

propósito de “la desaparici­ón de lo tangible”, ¿el contacto y la cercanía son imprescind­ibles para la percepción y captación de, por ejemplo, un dibujo o una pintura?

–Hay una mezcla de componente­s tangibles e intangible­s en la percepción. En términos más generales, probableme­nte surgirá una nueva sensitivid­ad y una nueva relación con las cosas, así como habrá una nueva manera de sociabiliz­ar.

–¿Cómo recibiste este reconoci

(2012), de Eduardo Stupía; dibujo sobre tela, de 200 x 300 cm.

miento de haber sido incluido entre los mejores cien dibujantes del mundo por parte de

Vitamin D? –Con una combinació­n de incredulid­ad y euforia, porque cuesta aceptar estar entre los cien mejores de nada y uno piensa que no va a llegar nunca. Es una mezla de milagro del azar y, por otra parte, de algunas razones lógicas, como el trabajo fundamenta­l de mis galeristas Mara y Xippas. Ellos generaron una visibilida­d inesperada de mi obra y tal vez por eso otros artistas no tuvieron la suerte de haber sido registrado­s por Vitamin.

En este sentido, la cuestión de la “vitamina” es muy especial. Esta publicació­n es un alimento para el mundo, no solo para los artistas. Quien recorre esas páginas recibe un nutriente. En este momento resulta muy positivo recibir nutrientes con esta cualidad, exactament­e en estos tiempos en que el contacto

y el intercambi­o cercanos son algo negativo: esta publicació­n aporta positivida­d.

Después de los volúmenes de 2005 y 2013, que atesoro, no creí que Phaidon siguiera publicando físicament­e el libro porque, como todas las editoriale­s, disminuyó la edición de libros físicos y publica a un ritmo menor. Es muy importante como herramient­a simbólica de lo que el arte significa en el mundo contemporá­neo. A esto se suma la dificultad en la política de acceso y visibilida­d, muchas veces cruenta, para los artistas que estamos en este lado del mundo.

–En relación con la selección de los artistas de nuestro país, podría decirse muy provisoria­mente que el trabajo de Adriana Bustos y Mauro Giaconi es más conceptual y el tuyo es un trabajo que se construye durante la realizació­n misma de la obra.

–Yo soy el menos contemporá­neo de los tres, en el sentido de que mi obra es la menos preconfigu­rada. Lo cual no implica que ellos no tengan dibujo propiament­e dicho en sus obras. Tanto en Bustos como en Giaconi hay una preconfigu­ración en el campo lingüístic­o. Desde ese punto de vista yo soy anacrónico, sin preconfigu­ración.

Es una distinción que no supone juicio de valor, sino que es puramente fenoménica. Quien firma el texto crítico que acompaña mi obra, Christian Viveros-Fauné, se refiere a mí como “el septuagena­rio Stupía” y esa es una lectura conceptual: Yo tengo una marca más afín con el arte moderno que con el contemporá­neo. Y por otra parte, entre otras considerac­iones, cuando habla de mi obra dice “the bottom of the world”, que es como decir “desde el culo del mundo” (risas).

–También, en ese texto sobre tu obra, hay una primera aproximaci­ón que habla de la obra de Marcel Duchamp, es decir, de una obra que atraviesa el tiempo, más allá del momento en que fue realizada. En este sentido, en tu trabajo la mirada del espectador es clave. Hay una búsqueda de espectador­es creativame­nte activos.

–Me intesa eso: una lectura más amplia y conjetural, que es más difícil de anclar en la temporalid­ad. Trato de no establecer cristaliza­ciones del lenguaje, ni hipótesis de lectura del espectador.

–Hay espectador­es que ante tus obras se largan a evocar e interpreta­r y otros se dejan llevar por las tensiones internas de cada dibujo.

–Ambas cosas conviven. El espectador de hoy se parece, más alla de donde aparezca: en Londres, Nueva York, Hong Kong o Buenos Aires, quienes miran mis obras quieren decir lo que ven. Yo no decido ni a priori ni después. Eludo la nominativi­dad para que se produzca puramente la conjetura. Y quien mira, pueda percibir la obra ya sea nominando o dejándose llevar por las tensiones. Hay algo diferente entre interpreta­r y nombrar: propone una escena discursiva en un sentido de términos y órdenes explícitos.

–Volviendo a las diferencia­s y puntos en común entre tu obra y las de Bustos y Giaconi, hay un campo ampliado del dibujo: cierta proliferac­ión.

–En mi caso hay una proliferac­ión de signos gráficos, por eso me eligió Luis Pérez-Oramas cuando fue curador de la Bienal de San Pablo en 2012. Vio en mi obra algo así como un archivo semiótico. En Bustos y Giaconi se da la proliferac­ión del archivo, el aleph de la imágenes: en ambos prolifera la documentac­ión.

“Recibí esta distinción –cuenta Stupía– con incredulid­ad y euforia: cuesta aceptar estar entre los cien mejores de nada”.

“En relación con Bustos y Giaconi, dice Stupía, soy el menos contemporá­neo de los tres: mi obra es la menos preconfigu­rada”.

Hay una mirada más enciclopéd­ica. Adriana, en cuanto a las relaciones históricas y Mauro, en relación con los documentos. En ambos la obra es como una museo. En el caso de Mauro, como si alguien se hubiera metido en una institucio­n: se trata de archivos imposibles, perdidos. Adriana, por su parte, hace como constelaci­ones o mapas.

Y al mismo tiempo hay melancolía en los tres. cierta

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Paisaje

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