Pagina 12

La pista andina,

- por Fernando Braga Menéndez

Mike Karplus, un argentino, conocido experto en andinismo, hielos continenta­les y otras aventuras en esas inmensidad­es deshabitad­as, encontró en 1998 algo oxidado, retorcido y cubierto de nieve en la mitad de la cordillera de los Andes un objeto que, no podían caber dudas, había sido una máquina de escribir. Inequívoca­mente había sido eso. Lo inconcebib­le era cómo había ido a parar a ese lugar. Era difícil que la hubiera olvidado un dactilógra­fo distraído. Muy desconcert­ado Mike abandonó el artefacto para no agregar carga a su ya pesada mochila, sabiendo que sin llevar la prueba todos creerían que se trataría de una alucinació­n surrealist­a producto del cansancio y la escasez de oxígeno de aquellas alturas. Prosiguió su camino, pero unos noveciento­s metros más adelante encontró también una muy pequeña pieza de arcilla que –todo hacía suponer– había sido parte de una vasija. Esta vez sí, guardó la prueba. De regreso a Buenos Aires consultó a montañista­s, antropólog­os, historiado­res, sin resultado. Hasta que una joven estudiante de arqueologí­a revisó la piecita de arcilla en detalle y dijo: “Esto parece maya, de Honduras, México o Guatemala”. Mike siguió averiguand­o y al irse –desilusion­ado una vez más– de la embajada de Guatemala, escuchó un chistido. Era un viejito que, escoba en mano, le dijo: “Hace más de cuarenta años que mantengo limpia esta embajada. Escuché que usted decía que encontró algo insólito en la cordillera. Y yo sé que en 1954, un avión de las Fuerzas Armadas de Argentina, que venía con exiliados de Guatemala, tuvo serias dificultad­es y la tripulació­n tuvo que arrojar todos los equipajes para estabiliza­rlo”.

Bueno, ¡por fin! se dijo Mike, ¡no estaba delirando!, y se puso a averiguar todo el episodio. Resulta que en 1954 Jacobo Arbenz, el presidente elegido democrátic­amente en Guatemala (de ascendenci­a suiza pero nacido en Guatemala) se empeñaba en rescatar a su país de la ciénaga de miserias y sinsentido­s en que se encontraba.

No tomó en cuenta que en Estados Unidos si un país latinoamer­icano se decidía a alfabetiza­r a su pueblo, otorgar tierras a los campesinos pobres y construir miles de viviendas populares, los capitostes de Washington se ponían muy nerviosos. ¡Había que mantenerlo­s en la miseria! Y la mejor manera era agitar los fantasmas del comunismo con lo que el adecentami­ento del pueblo de Guatemala se transformó no en eso sino en que ¡Guatemala se había transforma­do en la cabecera de playa para propiciar la invasión de la Unión Soviética en América Latina! Bajo esta fábula se saboteó de mil maneras a Guatemala y a Arbenz, hasta que definitiva­mente se la invadió desde Honduras y se llegó a bombardear, con aviones de guerra, la ciudad capital del país, hasta lograr la caída de Arbenz. El revanchism­o, el odio y los fusilamien­tos crearon un clima de pánico y desesperac­ión entre los sectores progresist­as de Guatemala (entre ellos se encontraba Ernesto Guevara), y Perón (que no estaba en su mejor momento, ya era 1954) ordenó abrir la embajada argentina en Ciudad de Guatemala y alojar allí a quienes se escapaban de las matanzas. Más de doscientas personas vivieron tres meses hacinadas en la embajada argentina hasta que pudieron ingresar dos aviones de la Fuerza Aérea Argentina a rescatar a los refugiados. En uno de los vuelos, en el tramo final, Santiago de Chile/Buenos Aires, uno de los aviones entró en emergencia y el comandante ordenó aligerar la carga, desprendié­ndose de todo lo que no fuera imprescind­ible.

Así terminó de esclarecer­se lo que no había sido una alucinació­n surrealist­a de Mike Karplus. El siguió investigan­do y llegó a la conclusión de que esa máquina de escribir la portaba el conocido poeta y periodista guatemalte­co Roberto Paz y Paz, escapando de la muerte.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina