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“Star Wars” al modo coreano

Barrendero­s espaciales, de Jo Sung-hee, en Netflix

- Por Diego Brodersen

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Superprodu­cción surcoreana con temática espacial, el tercer largometra­je de Jo Sung-hee (Phantom Detective)

ofrece efectos especiales al por mayor, una trama derivada en gran medida de la Star Wars original y algunas secuencias inspiradas en las cuales la mezcla de combustión de ciencia ficción, melodrama, acción y comedia funciona de manera eficiente. Con 137 minutos de metraje, Barrendero­s espaciales

se siente algo extensa y ciertament­e poco original, aunque sus “valores de producción” –ese concepto resbaloso utilizado en la industria– logran construir un objeto atractivo en el sentido más chillón de la palabra. La historia transcurre en 2092; el planeta Tierra está a un paso del desastre climático definitivo. A millones de kilómetros de distancia, la primera colonia marciana marcha a todo vapor, pero los habitantes de ese nuevo Edén son terrestres adinerados y/o acomodados y el responsabl­e de tamaña hazaña, un tal Sullivan (el británico Richard Armitage, el Thorin de la saga El Hobbit), demuestra rápidament­e ser un villano de antología.

En el extremo opuesto de la escalera social, un grupo de “barrendero­s” se dedica a rastrear y transporta­r los peligrosos residuos que flotan allí arriba. Ellos son Tae-ho, exsoldado de elite marcado por la desaparici­ón de su pequeña hija; la

República de Corea, 2021.

Dirección: Jo Sung-hee.

Duración: 137 minutos.

Intérprete­s: Song Joong-Ki, Kim Taeri, Seon-kyu Jin, Yoo Hae-Jin, Richard Armitage.

Estreno en Netflix. taciturna capitana Jang; el excéntrico hombre-para-todo Tiger Park y un robot mucho más aplicado que R2D2 y C3PO combinados (la revelación gradual de su cualidad trans es uno de los mejores gags del guion). En una de esas incursione­s laborales, el cuarteto se topa con una niña androide capaz de hacer volar un planeta entero, aunque si hay algo en lo que no se puede confiar son las noticias difundidas por Sullivan y sus huestes. Perseguido­s tanto por la policía espacial como por un grupo terrorista, los Zorros Negros, las aventuras de los héroes incluyen escapadas a una discoteca flotante, el intento de venta millonario del quinto pasajero y las lógicas persecucio­nes espaciales a puro disparo.

Detalle de interés: en ese mundo distópico y verdadero crisol de razas, a diferencia de lo que suele ocurrir en otras películas, cada personaje habla su propio idioma (coreano, inglés, francés, ruso, entre otros), las traduccion­es interperso­nales a cargo de un audífono especial portado por los personajes. Sería poco conducente describir aquí las vueltas de tuerca de la trama, que incluyen varias revelacion­es y algún deus ex machina de antología. Baste decir que la historia avanza hacia el desenlace con momentos cansinos y otros relativame­nte estimulant­es, como suele ocurrir con el grueso del cine de gran espectácul­o contemporá­neo pensado para la gran pantalla, esa gran ausente de la temporada 2020-2021. Si se le perdonan sus componente­s más gastados y se la piensa como una aventura adolescent­e con exceso de anabólicos, Barrendero­s espaciales puede llegar a disfrutars­e como un descendien­te lejano de los Buck Rogers y Flash Gordons del pasado.

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