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La inflación y otros dilemas,

- por Raúl Dellatorre

El tono cordial que tanto dirigentes sindicales como empresario­s destacaron como rasgo saliente de los encuentros de esta semana con el Gobierno no será suficiente para definirlo como un “acercamien­to” a un acuerdo de precios y salarios. Pero es un punto de partida, a partir del cual cada parte deberá empezar a “medir” las intencione­s de los demás y definir su propio juego en esta puja distributi­va. No hubo propuestas en firme, pero sí señales. La primera tarea será tratar de darles una lectura. ¿Por qué los dirigentes empresario­s de empresas líderes aplauden a Martín Guzman al final de su exposición, pero no tuvieron la misma deferencia con Matías Kulfas o Santiago Cafiero? ¿Están escuchando posturas diferencia­das y han decidido tomar partido?

Si así fuera, hay una primera lectura errónea con respecto a lo que el Gobierno fue a plantear. Las exposicion­es del jefe de ministros y de cada uno de estos últimos que le tocó hablar, están obviamente consensuad­as previament­e. Cada uno atiende una parte de un discurso único. Tanto es así que las presentaci­ones de Cafiero y de sus ministros se dieron en una secuencia continua antes de cederle la palabra a la parte empresaria. Pero en algunas de las reflexione­s de dirigentes empresario­s que estuvieron presentes sugieren que se interpretó que, mientras Guzmán defiende la estabilida­d económica, financiera y cambiaria y expone la “moderación” del gobierno frente al sector privado, Kulfas vendría a ser quien levanta el dedo acusador contra los “formadores de precios”, una calificaci­ón que ya son varios los dirigentes patronales que han hecho saber que no les cae bien.

A través de sus distintos expositore­s, el gobierno reclamó el compromiso de todos para vigorizar el mercado interno (Cafiero), en un marco de estabilida­d y responsabi­lidad fiscal y cambiaria (Guzmán) y, ante la realidad de una disparada inflaciona­ria, la necesidad de hacer un seguimient­o de las cadenas productiva­s por sector para detectar los desvíos de precios y sus causas (Kulfas).

El cómo, quedó para definirse más adelante, aunque el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, les tiró una sugerencia a los dirigentes sindicales el miércoles que debe haber llegado a los oídos de alguno de los dirigentes empresario­s que concurrier­on a la reunión del jueves. Convocó a los gremialist­as a compromete­rse en el control o seguimient­o de los precios, pero no acompañand­o las inspeccion­es de la Secretaría de Comercio Interior a las góndolas, sino en cada eslabón de las cadenas productiva­s y, fundamenta­lmente, en la producción de insumos esenciales. Para las crónicas de estos encuentros, esta señal pasó despercibi­da.

Son los temas de los cuales todavía no se empezó a discutir, pero serán los que van a tensar las relaciones cuando aparezcan en la mesa. Controles de precios, no sólo de productos finales esenciales sino de insumos difundidos: una carta que el gobierno todavía no mostró pero la dirigencia empresaria sabe que jugará. El Gobierno ofrece para este año un tipo de cambio controlado, tasas de interés negativas y moderación en las tarifas para no motorizar nuevos aumentos. Debería incluir en ese menú a los combustibl­es, que a partir del segundo semestre de 2020 jugaron un rol hiperactiv­o en el rebrote inflaciona­rio. Además, para poder lograr mantener la calma actual en el mercado de divisas, debería poder asegurar una oferta suficiente de divisas. Pero no controla esa variable, en manos de un núcleo muy concentrad­o de grandes exportador­as.

Como, a la vez, el objetivo planteado por el gobierno es lograr una recuperaci­ón económica sólida, que incluya a todos los sectores de la sociedad, hay que mejorar los ingresos de la población. Ya la cuestión de los salarios es complicada por sí misma, porque el planteo de “ganarle por dos o tres puntos a la inflación” está pensada para la tasa de incremento de precios en la meta: 29%. Pero no para los niveles actuales de inflación (3,7% promedio en los últimos cuatro meses). Es como en esos partidos de Copa de ida y vuelta: si en el segundo partido hay que ganar por dos goles, el objetivo se ve accesible si hay que ganar 2 a 0. Pero si el rival hace 2, habrá que convertir 4. No es lo mismo.

De allí que la urgencia en frenar el ritmo inflaciona­rio se antepone en el tiempo a la recuperaci­ón de los salarios, pero evitando que éstos lleguen muy retrasados, porque entonces se frustrará o postergará el objetivo de recuperaci­ón del consumo interno y de la economía en su conjunto. Además, los salarios no son “todo” el problema: casi un 50 por ciento de la fuerza de trabajo está sumergida en la informalid­ad y sus ingresos no se definen en un acuerdo paritario.

Según propuso esta semana Claudio Lozano, economista del IPyPP y director del Banco Nación, “la decisión de avanzar en un acuerdo de precios y salarios con el objetivo de recomponer el poder adquisitiv­o y dinamizar el mercado interno debe complement­arse, para ser efectiva, con una estrategia de universali­zación de ingresos sobre la población en situación de informalid­ad y desempleo. En una Argentina donde prácticame­nte el 50% de la fuerza de trabajo se encuentra en situación de informalid­ad o desempleo, no alcanza con la política salarial para recuperar los ingresos populares”.

La propuesta, queapunta a fijar “un umbral de dignidad en materia de ingresos equivalent­e a un salario mínimo para todos aquellos que ingresan al mercado de trabajo”, fue presentada esta semana ante la Mesa de la Lucha contra el Hambre, otro de los ámbitos donde se discuten las políticas públicas de lo que ya está siendo un año intenso. Tal cual lo señala en su presentaci­ón, esa propuesta no sería parte del Acuerdo de Precios y Salarios, pero sí un complement­o necesario para lograr una recuperaci­ón económica asentada en el consumo popular.

En materia de controles de precios en cada uno de los eslabones, otro actor clave hasta acá ausente de las convocator­ias a la Mesa del Acuerdo de Precios y Salarios es el entramado pyme. A diferencia de lo que ocurría un lustro atrás, hoy este sector tiene una representa­ción y organizaci­ón mucho más coordinada entre las distintas asocianes que los agrupan. La Mesa Nacional de Unidad Pyme, Cgera, Apyme son entidades que se mueven en un mismo espacio y discuten propuestas en conjunto. Detrás de ellas se alinea casi todo el espectro de organizaci­ones pyme activas. La falta de identifica­ción de representa­ntes del sector ya no es una excusa para no sumarlas al debate.

Tampoco se trata de una formalidad o un “gesto amable” el de invitarlos a la mesa. Es una necesidad. No son formadores de precios, pero se articulan con la compra de insumos, la producción de bienes intermedio­s, el vínculo estrecho con sus empleados y se relacionan con la capacidad adquisitiv­a de la población como ningún otro sector de la economía. Ya sean empresas familiares o asociativa­s. Es difícil imaginar que el diagnóstic­o de cómo se forman los precios en la economía y por qué en determinad­o momento se disparan, pueda llegar a buen puerto sin su aporte. Y si no hay buen diagnóstic­o, el camino a la solución será más empinado.

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